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Fernando Trias de Bes, economista.
«La desigualdad existe por el fraude, la corrupción y la economía sumergida»

«La desigualdad existe por el fraude, la corrupción y la economía sumergida»

Fernando Trias, economista, divulgador financiero y Premio Espasa de Ensayo 2015, trata de revelar el «lado más oscuro de la economía» y prevenir a los consumidores

elísabeth rodríguez

Jueves, 3 de diciembre 2015, 20:29

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El economista catalán Fernando Trias de Bes ha sido galardonado con el Premio Espasa por su obra El libro prohibido de la economía, con el que intenta mostrar "el lado oscuro" de esta disciplina. Según Trias, la inflación es realmente un impuesto encubierto y la tarjeta de crédito un truco para que el PIB de un país sea un 8% mayor de lo que podría ser. El economista quiere que el consumidor esté prevenido para tomar las mejores decisiones posibles a la hora de comprar pero sin dejar de lado a los empresarios, gobiernos y bancos, a quienes señala como artífices de "una oscura ciencia del poder".

-¿Qué cambios necesita con más urgencia el modelo económico actual?

-Aparte de mejorar las herramientas de medición como el PIB, yo incorporaría incentivos a medio y largo plazo. La economía requiere de largos plazos, por lo que intentaría eliminar los incentivos perversos que genera el corto placismo. Por ejemplo, que el premio a un directivo no esté en la cotización de la acción el año que viene, sino dentro de diez años. De ese modo, otro gallo cantaría. En tercer lugar, es necesario trabajar la ética y los valores. Falta juramento hipocrático en la economía. Cuarto, la cultura económica y financiera. Este último punto es importante porque la relación con los productos financieros cada vez empieza a una edad más temprana. La entrada a los seguros en los 60 era de media a los 18 años, cuando se compraba un coche o motocicleta, actualmente la media está en los 13 años, al comprar el primer smartphone.

-Ha hablado de la necesidad de ética en la economía, ¿cree que los empresarios van a proponérselo?

-Claro, con regulaciones y multas. Lo importante es darnos cuenta de que al final la ética es rentable. La mala praxis es pan para hoy y hambre para mañana. No podemos confiar en la bondad de la gente cuando hay poder e intereses de por medio, por eso debe haber una regulación. Además de que la autorregulación dentro de cada sector es fundamental también.

-¿Se puede decir que estamos saliendo de la crisis cuando, pese a la mejora de algunos indicadores, hay más personas en riesgo de exclusión social?

-El premio Nobel Angus Deaton dice exactamente que se está generando crecimiento económico a costa de mayor desigualdad. Es la gran paradoja del sistema capitalista. ¿Cómo resolvemos esto? Yo no tengo la respuesta, ni siquiera la tiene Angus Deaton. Los problemas de la desigualdad tienen que ver con la asimetría de oportunidades, el fraude fiscal, la corrupción y con la economía sumergida. Son los tres males de la desigualdad.

-Pero el modelo económico tiende a la liberalización y a la reducción del Estado del Bienestar...

-Yo soy liberal pero entiendo que debe haber medidas correctoras. El gran reto es premiar al esfuerzo individual a la par que se generan igualdad de oportunidades, se redistribuye la riqueza y se construye una sociedad solidaria y equitativa. El problema no es el liberalismo, sino que hay que comprender por qué no funcionan los mecanismos de redistribución que existen por el fraude fiscal, la corrupción y la economía sumergida.

-¿Cree que la independencia de Cataluña tendrá un impacto económico?

-Si se lleva mal, sí. Yo creo que es un tema que se va a resolver de manera política y pacífica y que no tendrá repercusión económica. Es un despropósito por ambas partes. La primera pregunta es, ¿hay un conflicto o no? Hasta ahora hay una negación del conflicto. En cuanto se asuma y se aborde, se solucionará. En cuanto lleguen las elecciones generales, no habrá ningún partido con mayoría y se iniciará un proceso de diálogo que pondrá esto en un cauce lógico.

-¿Cómo contribuyen al desprestigio de la economía casos como el de los Pujol?

-Es brutal lo que está pasando, es la corrupción de la que hablaba antes. Yo escribí un artículo titulado yo perdono a Pujol y un año más tarde otro titulado yo no perdono a Pujol. Este tipo de escándalos resquebrajan la confianza, como en el caso de las preferentes que aparte de daño económico causó un daño moral. Todo esto resquebraja la confianza de los ciudadanos y sin confianza no hay estabilidad.

-¿Tiene el consumidor influencia real para cambiar el modelo económico actual?

-A veces no somos conscientes de la influencia de nuestras pequeñas decisiones. Cada vez que compramos estamos apostando por una forma de hacer las cosas, pero no podemos dejar que la responsabilidad recaiga en los consumidores. Se imponen otros factores como la necesidad de ahorrar, que acaba estando por encima de que un bien se haya producido bajo explotación laboral.

-En el libro habla de obsolescencia programada, ¿en qué sectores existe con más fuerza?

-En muchísmos, en el de la moda, el electrónico, el de la tecnología, en el gran consumo (se ve en las fechas de caducidad cortas). La obsolescencia como estrategia comercial está a la orden del día. El efecto que tiene es que genera más producción, por tanto, hace crecer a la economía, pero con un coste ecológico tremendo. En este sentido, hay una confusión muy grande entre producción y riqueza. La medida más cercana a riqueza es el PIB, pero eso mide producción realmente. Deberíamos de revisar muchas herramientas de medición.

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