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Valencia Basket - Khimki | Mascletà taronja en la Fonteta (92-76)

Valencia Basket - Khimki | Mascletà taronja en la Fonteta (92-76)

Vives se infiltra para ayudar a su equipo, marca el camino a sus compañeros y los taronja están a cuatro victorias de ganar la Eurocup

Juan Carlos Villena

Miércoles, 8 de marzo 2017, 19:56

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El Valencia Basket comenzó a clasificarse para la semifinal de la Eurocup ayer a las ocho de la mañana. Más de doce horas antes de comenzar el decisivo partido frente el Khimki. En el domicilio de Guillem Vives. El catalán se despertó con la decisión irrevocable de ayudar al equipo fuera como fuera. El cuerpo médico (el trabajo de los fisios comandados por Pablo Martínez ha sido tremendo desde el domingo) dio su visto bueno al considerar que el umbral de dolor lo debía de poner el jugador y el vestuario se emocionó al conocer la noticia. No se podían permitir perder un partido en el que un compañero se jugó ayer la salud. Con el tobillo izquierdo de color morado, Vives ayudó con quince minutos de relevos. Quince. Al acabar el partido, con la catarsis de la Fonteta, Vives no pudo contener las lágrimas. Esos ojos llenos de agua marcaron el camino.

La Fonteta hizo el resto, para armonizar una mascletà de colores que jamás se había conocido en el recinto de Hermanos Maristas. La afición cogió el órdago a la grande de la caldera puesto que tan sólo valía la victoria para seguir con el sueño de la Eurocup. La presión ambiental ayudó cuando las piernas fallaron. Ese factor es el que se ganó el Valencia Basket durante la segunda fase.

El momento clave del encuentro llegó al inicio de la segunda parte, fue el momento en el que los valencianos decidieron dar el acelerón final justo cuando el Khimki se recuperó de los golpes. Desde que Monia puso el 39-37 el siguiente parcial fue de 17-1 para el Valencia Basket. El 56-38 lo selló Bojan Dubljevic, liberando toda la tensión. Aunque quedaba mucho partido, y el conjunto ruso llegó a bajar nueve al inicio del último cuarto (66-57), la victoria ya nunca peligró de la Fonteta. Las estrellas del Khimki se dieron cuenta de ello, al ver la intensidad de todas las rotaciones que ponía Pedro Martínez en pista.

La primera parte ya se disputó a tumba abierta, con los dos equipos con sus cartas boca arriba. No era momento de reservar nada. El conjunto ruso aprovechó su dinamita exterior para presionar a los taronja cuando Vives dio los relevos épicos a Van Rossom mientras que el valenciano no paró de meter balones dentro para que fueran cayendo las faltas de las torres de Ivanovic. Si la tripleta arbitral hubiera sido más rigurosa, la serie habría quedado finiquitada antes del paso por vestuarios. Las tres faltas de Sokolov y las dos de Todorovic fueron importantes pero significaron la mitad de los palos que se llevaron tanto Dubljevic como Oriola. Mención aparte merece el montenegrino, que sabe que está en un momento de pico bajo desde que acabó la Copa pero que se lo dejó todo para acabar la primera parte con 5 puntos y 8 rebotes. El pívot fue uno de los que más afectado acabó tras perder frente al Real Madrid porque el torneo de Vitoria era suyo. El que había soñado desde que aterrizó en Valencia y que se le escapó de las manos. El aficionado merece saber que esa noche Bojan no pudo dormir y que los siguientes días fueron un suplicio para él. Ayer gritó a los cuatro vientos que ha vuelto para quedarse. El ¡MVP! volvió a atronar en la Fonteta. Que no vuelva a marcharse, los 16 puntos y 11 rebotes de Dubljevic sellaron esa alianza.

Van Rossom entendió que, con el esfuerzo de Guillem por estar con el equipo, tenía que saltar a la pista llevando el peso de las operaciones. Los primeros minutos del belga fueron sublimes, con un nivel de intensidad que le llevó a anotar los siete primeros puntos de su equipo (7-7). Su desgaste permitió a Vives dar el primer relevo en el ecuador del primer cuarto con el Valencia Basket arriba (9-7) aunque la entrada de Rowland permitió al Khimki marcharse arriba al inicio del segundo (15-19). La sensación general era que, pese a que el conjunto de Ivanovic estaba por arriba, el partido lo tenían los locales donde querían.

Un parcial de 6-0, con dos triples de Dubljevic y Thomas, ayudó a que esa sensación también se trasladara al marcador, que al final es donde se ganan y pierden los partidos (24-21). Pullen contestó para el Khimki (26-28) pero la tercera falta de Todorovic condicionó el resto de primera parte. Dubljevic lo aprovechó para volver a pegar otro par de zarpazos y poner cinco arriba a su equipo al final de la primera parte. Ese 39-34 comenzó a hacerse bueno cuando el Valencia Basket se subió a la ola buena, la de una Fonteta enardecida y que tenía claro que la batalla tenía que caer del lado taronja. Como así sucedió.

Cuando las luces de la Fonteta ya se habían apagado, y el abrazo entre Juan Roig y Pedro Martínez ya era la guinda de una fiesta perfecta, llegó la realidad que conviene que el aficionado también sepa. Cualquier grupo normal se hubiera dejado caer anoche. No era la final de la Euroliga, ni el partido decisivo de una carrera. Todo el mundo sabía que ganarlo iba a empinar el calendario con tres lesionados, Vives lo está, y un mes de marzo frenético. Se escogió el camino complicado, el de los valientes. El Valencia Basket va a afrontar cuatro partidos en nueve días, dos frente al Hapoel y otro contra el líder de la ACB. Lo advirtió el propio entrenador tras el encuentro. Puede que no les llegue la gasolina para todo... pero la vida suele premiar la que va de cara.

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