Borrar
Final cruel para una gran Copa
baloncesto | valencia basket

Final cruel para una gran Copa

Un gran Llull y un nuevo episodio de errores arbitrales apartan al Valencia Basket de su segundo título copero

juan carlos villena

Domingo, 19 de febrero 2017, 17:12

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La Copa del Rey que consiguió el entonces Pamesa Valencia en Valladolid en 1998 llegará a Las Palmas con dos décadas de vigencia sin que haya podido encontrar una compañera de viaje en las vitrinas de la Fonteta. Es un dato objetivo, como también lo es que el ahora Valencia Basket perdió ayer la final de la Copa en la que más cerca estuvo de conseguir llevarse el título desde entonces. En los tres precedentes (2000, 2006 y 2013) el partido llegó muerto a los últimos minutos. Anoche, sobre las tablas del Buesa Arena, el equipo valenciano tuvo el tiro de la victoria. Aunque llegara de una manera que no hizo sino aumentar el cabreo interno por lo sucedido en la pista. Pero vayamos por partes.

El Real Madrid se hizo con el título porque tiene en sus filas a un extraterrestre como Sergio Llull. El balear lo volvió a hacer contra el Valencia Basket, una de sus víctimas preferidas. Cuando el partido estaba en un puño tras un mate de Sikma que puso el 87-85, el base encadenó once puntos consecutivos en dos minutos (con tres triples marca de la casa) para poner el 95-87 a falta de un minuto y medio. Cualquier equipo terrenal hubiera bajado los brazos. Este Valencia Basket no. Un equipo con San Emeterio, Dubljevic, Oriola o Van Rossom sobre la pista nunca baja los brazos. En ese minuto y medio el parcial fue de 2-8 para los valencianos, con dos jugadas decisivas que de nuevo pusieron a los árbitros en el punto de mira. Con 95-91, Dubljevic selló a Taylor y encaró el aro. El alero bajó el brazo sin opción de jugar el balón. Una antideportiva de manual. Sin ponerse camisetas. De manual. Otra cosa es que se pite o no, o se quiera pitar a no. En este caso no se hizo. De nuevo, cualquier equipo se hubiera entregado. El Valencia Basket de Pedro Martínez, justo es ponderar su trabajo cuando siempre es el blanco fácil de buena parte del entorno cuando vienen malas dadas, no baja nunca los brazos. Su equipo llegó con opciones a la última jugada. La decisiva. Que también llegó con polémica. Como toda la Copa.

Con 97-95 en el marcador, el balón le llegó a Joan Sastre en el límite del centro del campo. El balear la salvó hacia atrás con nueve décimas por jugarse y con Oriola con opción de dar varios pasos y lanzar. Los colegiados señalaron campo atrás. Un final, visto lo visto, que hubiera sido una broma pesada. Rectificaron el error... pero penalizaron al equipo que atacaba. No es lo mismo acabar con un tiro sin defensa que con otro, de Van Rossom, con la defensa organizada del Real Madrid. Un final muy cruel para una gran Copa taronja.

Desde el primer segundo quedó claro que el Valencia Basket no había llegado al tercer partido para ser una comparsa de nadie. Alguna previa apuntaba que el equipo que ayer hacía de visitante tenía como objetivo aguantar a los blancos. Una falta de respeto que comenzó a contestar un enorme Dubljevic (6-9 tras canasta a aro pasado). El montenegrino, si el Valencia Basket hubiera alzado la Copa, se hubiera llevado el galardón de MVP. El primer acelerón de Llull (40-30) amenazó con romper la primera parte pero el conjunto taronja se levantó de la mano de Van Rossom y San Emeterio (47-45 al descanso).

El mayor acierto en el tiro fue determinante para la victoria final blanca, puesto que la estadística es muy clara al reflejar varios apartados en los que se demostró una superioridad valenciana. No es normal que un equipo le gane el rebote al conjunto de Laso (23-39) ni en la valoración cuando acaban de conseguir su cuarta Copa del Rey consecutiva (103-115). Quitando de la ecuación toda la polémica arbitral, el instinto asesino de Llull, Doncic y Ayón fue clave para ir desequilibrando una balanza que el Valencia Basket nunca dejó que sentenciara el conjunto madridista.

El Real Madrid defendió con uñas y dientes una mínima renta que bailó de los tres a los cinco puntos durante todo el tercer cuarto y el Valencia Basket llegó a verlo cerca en varios tramos del último. Hasta el tiro que hubiera sido ganador de Van Rossom, que llegó muy presionado. Con la bocina final Sergio Llull fue el primero en celebrarlo. Llegó incluso al banquillo del Valencia Basket, cosa que no gustó ni a los jugadores taronja.

Rafa Martínez no se lo podía creer. Los minutos previos a recoger el trofeo de subcampeón fueron una tortura para el capitán del Valencia Basket. De nuevo le tocó alzar el trofeo más amargo, el de segundo. El mismo que le tocó alzar hace cuatro años en el Buesa Arena. El Valencia Basket fue deportivo y se quedó de forma estoica a presenciar como su rival levantaba la Copa. Un final muy cruel para un gran torneo de los taronja.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios