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Joan Sastre puntea un tiro de Sergio Llull. :: acbphoto
Una desconexión lenta

Una desconexión lenta

El Valencia Basket pierde sus opciones de victoria en Madrid con un 26-8 en el tercer cuarto

JUAN CARLOS VILLENA

Domingo, 22 de enero 2017, 23:48

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El Valencia Basket comenzó con derrota la segunda vuelta de la ACB, en un partido donde una desconexión letal en el tercer cuarto dinamitó el encuentro. El Real Madrid sacó en esos diez minutos su versión más brillante de la temporada, la de la Euroliga, para darle la vuelta al marcador con un parcial de 26-8 que llevó el electrónico del 38-45 al final de la primera parte al 64-53 al inicio del último cuarto. No era una defensa insalvable, ni mucho menos, pero al conjunto valenciano se le hizo un mundo. El desgaste inicial, donde mantuvieron contra viento y marea la delantera en el marcador, pasó factura en ese cuarto letal donde la valoración de los dos equipos fue de 40 a -1 a favor del Real Madrid. Un dato tan contundente que no hace falta escribir mucho más. Ese golpe al mentón decidió el partido y una derrota para los taronja que les baja de forma momentánea a la quinta plaza.

La pegada individual, simbolizada en los 16 puntos y 13 asistencias de Llull, decidió un duelo que a estas alturas del calendario tampoco debe suponer ningún dolor de cabeza en la Fonteta. Ganar siempre es el objetivo, obvio, pero los dos partidos importantes de la cuesta de enero para los taronja eran los del doble enfrentamiento en la Eurocup frente a Unicaja. Conviene no perder el norte para no marearse. El miércoles en la Fonteta se disputa el choque más importante en lo que va de temporada para los valencianos, con la posibilidad abierta de finiquitar la primera plaza del Top 16.

Guillem Vives fue el único jugador visitante con un +/- positivo en su casillero. Es cierto que el inicio explosivo, con un 0-6 con dos triples suyos, ayudó a ese dato pero también lo es que la rotación de Antoine Diot, ayer, no acompasó el nivel en el uno que exige tener enfrente a un rival como Llull y, en ocasiones, enfrentarte con Doncic en una subida de balón o pasando los bloqueos. Ese desgaste, en el segundo tiempo, fue clave para que el Valencia Basket se quedara sin rumbo en la creación.

El conjunto taronja dominó la primera parte en su totalidad, del primero al último minuto. Un dato tremendo si tenemos en cuenta que el Real Madrid en ningún momento bajó los brazos. El mayor valor de los hombres de Pedro Martínez en la pista en esos dos primeros cuartos fue que siempre respondió a los golpes del rival. Siempre. El conjunto blanco lo intentó con todas sus armas; primero con Llull, luego con Rudy para después poner más músculo en la pintura con Hunter y Nocioni. Lo único que consiguieron fue ponerse a dos (36-38).

El Valencia Basket defendió siempre cada ocasión en la que el Real Madrid atacaba para culminar la remontada. Para conseguir algo así estás obligado a mantener la concentración a nivel muy alto. Como en la lucha por el rebote, donde los taronja sometieron en esa primera parte a uno de los mejores equipos de la ACB en ese apartado (12-18). El paso al frente de Van Rossom y Sastre en los últimos partidos ha permitido ampliar la profundidad en la rotación para Pedro Martínez, que ayer utilizó a once jugadores en los dos primeros cuartos donde el que más jugó fue Luke Sikma con doce minutos. Relevos cortos pero intensos. Algo que, para mantener ese nivel, necesita que ninguna de las piezas del sistema 'gripe'.

El Real Madrid saltó al segundo tiempo a tumba abierta y, es cierto, pilló al rival con el paso algo cambiado. El conjunto valenciano se agarró a su ventaja hasta el ecuador del mismo, donde por primera vez se puso por delante el equipo de Laso en todo el partido tras un triple de Randolph (51-49). Ese no fue el golpe letal, sino la cadencia que siguió aumentando un parcial que se convirtió en la clave de la derrota taronja. La brecha de la segunda parte se fue ampliando, del 17-5 que puso el 55-50 al 39-18 que finiquitó el encuentro tras un triple de Rudy Fernández (77-63).

Pedro Martínez aprovechó el momento para activar a Pierre Oriola, que había estado limitado en los últimos encuentros por culpa de las secuelas de la gripe. Los minutos del catalán sirvieron para aliviar el intenso trabajo defensivo al que fue sometido Dubljevic. Otro jugador, por cierto, que sigue sin tener el respeto arbitral que se merece una de las estrellas de la Liga. El comportamiento noble del montenegrino en pista, no suele meterse en la guerra de las protestas a los árbitros, le lleva a que, en momentos donde se endurece el juego, sea un invitado a llevarse de todos los colores sin que pase absolutamente nada. El orgullo taronja de los últimos minutos, nadie quería marcharse de Madrid con una renta escandalosa, debe ser el faro que guíe la recuperación en el próximo partido de la ACB. Será frente al rival en el Copa, el Gran Canaria, el sábado en la Fonteta.

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