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JUAN CARLOS VILLENA
Domingo, 27 de noviembre 2016, 11:57
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El Valencia Basket firmó el acta del partido con una victoria bajo el brazo que sube el 6-3 a su casillero. Esa fue la gran noticia de la matinal de baloncesto en la Fonteta. Fue un triunfo sufrido, como el de ese maratoniano que se queda tieso a varios kilómetros de la meta, que sabe que no va a conseguir la marca deseada pero que tiene que acabar cruzando la meta para demostrar que se había levantado para correr en condiciones hasta que las piernas izaron la bandera blanca. Al equipo taronja le va a venir bien el parón europeo, esta semana no disputa partido de Eurocup, como terapia. Física y psicológica. El cúmulo de condicionantes de las últimas semanas (tres viajes europeos consecutivos, dos de ellos durmiendo en los aviones) y los problemas físicos que han arrastrado Oriola, Kravtsov, Sastre, Diot, Vives y San Emeterio tuvieron ayer como guinda final la ausencia a última hora de Sato, que se quedó en cama por un proceso vírico. La precaución con él, por el efecto contagio, obligó a que no presenciara el partido con sus compañeros. Alerta amarilla.
El parte de guerra local se unió al del Real Betis. Otro drama. Con Luka Zoric fuera del equipo y Chery lesionado, Nikola Radicevic jugó porque era el único base medianamente sano. Las imágenes del serbio ajustándose las protecciones para mitigar su sobrecarga, mirando a Tabak durante varios pasajes pidiendo clemencia o andando en los últimos segundos, resumió el partido. Fue un choque entre dos plantillas en reserva de gasolina que ofrecieron un partido llenó de errores en el tiro (las suspensiones comienzan con buenas piernas) pero que se llevaron el premio de cruzar la meta. Es deporte profesional, sí, pero bueno es ponderar el esfuerzo en días así.
El Real Betis planteó un inicio de partido que sorprendió al Valencia Basket. El scouting sobre Kravtsov advierte a los rivales de su peligro en la defensa del pick and roll. Al ucraniano se le negó siempre la ayuda y Diot no pudo conectar ninguna continuación con el pívot, ni aprovechar la ventaja que crea el espacio en el cambio defensivo. El acierto en el triple, efímero, permitió al conjunto andaluz poner el 9-16 inicial a falta de dos minutos para el final del primer cuarto.
Un triple de Rafa Martínez, que había llegado ya a la histórica cifra de 650 en la primera anotación de su equipo, inició un parcial que dinamitó el partido. En los siguientes once minutos el parcial arrastrado fue de 33-13. Es decir, como si fuera un cuarto natural para poner el 42-29 a 53 segundos para el final de la primera parte. Siete minutos después, hasta pasar el ecuador del tercer cuarto, el parcial se estiró a un 49-20. Por entonces, con 58-36 en el marcador, el partido había acabado. El orgullo del Betis le permitió caer con la cabeza alta, frente a un equipo que se quedó sin piernas. La matinal no daba para más.
El último cuarto fue el mejor símbolo de lo ocurrido en la Fonteta. Si en el baloncesto se permitiera parar un encuentro de mutuo acuerdo entre los equipos seguro que el espectador se hubiera evitado el dolor del 6-9 en el último cuarto. Entre los dos contendientes acumularon en ese espacio de tiempo un 5 de 28 en tiros de campo, incluyendo 0 de 10 en triples. Demoledor. Joan Sastre no jugó ningún segundo tras el paso por vestuarios tras resentirse de las molestias que le impidieron entrenar el viernes. San Emeterio apretó los dientes ante la ausencia de Sato y sumado al descomunal partido de Rafa Martínez bastó para salvar una victoria bajó mínimos.
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