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Sofo, rodeado de jugadores taronja, durante el partido.
Al borde del abismo
BALONCESTO | VALENCIA BC

Al borde del abismo

Los taronja necesitan ganar en la última jornada al Oldenburg en la Fonteta y que el PAOK lo haga en Limoges para meterse en octavos

Juan Carlos Villena

Miércoles, 3 de febrero 2016, 17:31

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El Valencia Basket está al borde del desastre en la Eurocup, tras perder de forma merecida ayer en Salónica ante un PAOK que creyó más en sus posibilidades y que fue más regular que los taronjas. A los equipos deportivos hay que juzgarlos al final de cada competición, con lo que en el examen del torneo europeo no computa el gran inicio de temporada en números globales. La tercera derrota consecutiva en el Last 32 deja el futuro de los taronja, precisamente, en manos del PAOK. Si los griegos pierden en Limoges el próximo miércoles, estarán eliminados. Si ganan, pasarán como segundos a octavos si logran vencer en la Fonteta al Oldenburg. Así de duro pero así de real.

La victoria del conjunto alemán frente a los franceses (92-88) le cogió a la expedición ya en el avión rumbo a casa, con lo que no conocieron la combinación que necesitan hasta que aterrizaron a última hora de la noche en Manises. De todos modos, es la que se esperaba desde un Juan Roig muy serio en la zona de vestuarios a la totalidad del vestuario. La combinación que salva al Valencia Basket es complicada puesto que el Limoges afrontará la última jornada sabiendo que si gana ante su entregada afición salvará la cabeza, pero no quita la obligación de los taronja de vencer en la Fonteta al Oldenburg.

En un inicio de temporada tan brillante, el borrón puede abrir otro dato de la hemeroteca, pero está vez negativo. El club jamás ha sido eliminado de la segunda competición europea sin disputar los octavos. En manos del equipo de Salónica está evitar una caída que sería la gran decepción del año. Se acepta también fracaso.

Lo mejor que pueden hacer ahora los hombres de Pedro Martínez es no pensar en lo que pueda pasar en Limoges, porque no está en sus manos. Lo que sí que lo está es mejorar el nivel de baloncesto de los tres últimos partidos en Europa. Ayer, en la ciudad de la Torre Blanca, los valencianos perdieron de forma merecida por obsesionarse con chocarse repetidamente contra la pared. Decía el añorado Manel Comas que los equipos en ocasiones son como los niños que meten los dedos en un enchufe y les da la corriente, que no acaba con su curiosidad y lo vuelven a hacer.

El guión de partido contra el PAOK es cierto que enseñaba una hoja de ruta para tiros abiertos, puesto que los griegos ya demostraron en la Fonteta que su juego se basa en cerrarse atrás. Correcto, pero cuando terminas la primera parte con 5 de 14 en triples a buen seguro que el mejor camino no es insistir para acabar con un 5 de 18 en la segunda y un 10 de 32 en global. Error del banquillo pero también de la pista, puesto que el entrenador no ordena nunca una defensa poco agresiva y que no logre robar para correr.

El partido acabó con un carrusel de tiros libres, pero sería injusto decir que la derrota llegó por la mala suerte. El Valencia Basket comenzó enchufado (10-17) pero se durmió. Cuando quiso despertar su rival le había endosado un parcial de 27-12 (37-29) que les metió en el partido. El segundo tiempo fue un querer y no poder. Hamilton tuvo, ironías del destino, la prórroga en un último triple que no entró. La Eurocup, ahora, está en manos del PAOK. Triste.

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