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Hamilton pugna por el balón ante dos rivales.
Un triunfo de carácter
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Un triunfo de carácter

El Valencia Basket sigue invicto tras ganar en Bilbao después de dos prórrogas y con un excepcional Hamilton

Juan Carlos Villena

Lunes, 16 de noviembre 2015, 00:37

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Miribilla asistió ayer a un partido sideral, que fue pareciéndose tanto a uno de esos encuentros de NBA con prórrogas encadenadas que el jugador con más calidad sobre la pista decidió que Bilbao se iba a convertir en Minnesota y el Valencia Basket en los Timberwolves. Justin Hamilton se cargó el equipo a la espalda con la ausencia de Dubljevic para levantarlo las veces que hiciera falta. Cuanto más fuerte era el palo que recibía el conjunto taronja más se crecía el californiano.

La canasta decisiva tenía que ser suya, un tiro lateral que puso el 104-105 en los instantes finales de la segunda prórroga. Shurna elevó poco después la renta con doce segundos por jugarse (104-107), antes de que Pedro Martínez le ganara la última batalla de un duelo memorable a Sito Alonso.

El manual que más suele utilizarse es el de una falta rápida para impedir el triple. Valencia decidió defender. Hannah dudó el sistema a aplicar tras no verse parado por sus defensores... y falló un triple muy forzado. La sangre fría de Hamilton en el tiro libre sentenció. El pívot, MVP de la jornada ACB, ya había salvado a los valencianos en la última jugada del tiempo reglamentario (85-85) y anotó un triple decisivo cuando Bilbao quería finiquitar el encuentro en la primera prórroga. Los dos equipos regalaron 140 minutos, esa fue la duración en tiempo real, de baloncesto en estado público.

La mejor forma de vender el producto, aprovechando que fue televisado en abierto. En una época en la que se quiere acotar con licencias la Euroliga no está mal que dos de los 'pobres' ninguneados por el sistema demuestren que el basket no se mide por carnets de socio en una zona VIP.

Los 111 puntos que anotaron ayer los valencianos suponen el cuarto mejor registro de la historia del club en un partido ACB y el épico triunfo permite a los de Pedro Martínez elevar a 11-0 su espectacular arranque de temporada. Brillante. Eso sí, lo más importante de ese registro es que el bloque que está moldeando el catalán ha demostrado que nunca se rinde. Jamás. Ayer, con 77-71 a falta de dos minutos y medio para el final del último cuarto, parecía todo perdido. Miribilla, brutal ambiente de basket en estado puro, acariciaba la victoria... pero no contaban con la 'Cultura del Esfuerzo' de Hamilton, Van Rossom o San Emeterio. El cántabro fue el gran ejemplo de esa lucha, no disputó el mejor partido de su vida (-6 de valoración al final de la primera parte y 5 de 14 en tiros de campo) pero apareció donde lo hacen los grandes, cuando la mano se encoge y el aro se ve cada vez más pequeño.

La épica victoria no debe esconder el trabajo que aún le queda por delante al conjunto valenciano para convertirse en ese equipo que aspire a todo. La lagunas intermitentes en el rebote defensivo y la sangre fría en los tiros libres pudo costar ayer muy caro en Bilbao, aunque el basket tiene de vez en cuando pequeños momentos que lo hacen impredecible. Llegaban los vascos con un 90,63% en tiros libres al partido (el mejor de la ACB) y 19 de 19 antes de que Ruoff pusiera la puntilla al encuentro (85-83)... pero falló el vigésimo, el decisivo que permitió a Hamilton llevar el partido a la prórroga unos segundos después.

El transcurso del encuentro fue dejando claro que el triunfo se iba a decidir en el 'barro', en todos esos pequeños detalles que van más allá de las estadísticas. Las defensas alternativas ordenadas por Sito Alonso, con un Mumbrú muy agresivo en la zonal, permitió al Bilbao Basket darle la vuelta a un partido que pasó del 12-19 al 30-23. Ese parcial de 18-4 fue el primer momento crítico que apagó la clarividencia de Hamilton de cara al aro. Un triple del californiano en la última décima del primer tiempo (41-39) fue el mejor 'spoiler' de lo que iba a pasar más de una hora después. Los dos equipos se intercambiaron golpes durante el tercer y el último cuarto... y en la dos prórrogas. La undécima llegó por la determinación de un grupo que disfruta jugando en la pista. Que siga la racha y que pase el siguiente.

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