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«Si el Pamesa hubiera confiado más tiempo en mi trabajo habríamos ganado la Euroliga»
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«Si el Pamesa hubiera confiado más tiempo en mi trabajo habríamos ganado la Euroliga»

Miki Vukovic, Entrenador de baloncesto, rompe su silencio de quince años: «Sólo quería entrenar aquí y me retiré cumpliendo mi palabra»

Juan Carlos Villena

Lunes, 19 de enero 2015, 00:18

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Miki Vukovic simboliza el famoso anuncio de los turrones, vuelve a casa por Navidad. El histórico entrenador que llevó a la gloria al Dorna y que sembró el renacer del Pamesa tras el descenso vive a caballo entre Kralijevo y Tuzla. Ayer emprendió el viaje de vuelta, dejando atrás una Valencia donde viven sus dos hijos y sus nietas Nina y Lula. Compartir un café con el maestro es abrir una ventana al baloncesto por derecho. Al añejo.

-¿Qué supone para Miki Vukovic volver a Valencia?

-Siempre es bonito y especial porque aquí he pasado 25 años de mi vida y de mi trabajo, que puedo decir con orgullo que fue de mucho éxito. Aquí viven mis hijos y mis nietas, con lo que es mi casa.

-El baloncesto valenciano siempre le recordará por los títulos.

-Cuando uno está jubilado lo que quedan son los resultados, y puedo recordar los más de veinte títulos al máximo nivel. Fuimos campeones de Europa y del Mundo con el Dorna y conseguimos algo que no se ha igualado, acabar una temporada invicto entre Liga, Copa de la Reina y Copa de Europa. No perdimos ni los amistosos, lo ganamos todo. De momento esto no lo tiene ningún entrenador en Europa.

-¿Fue ese el momento en el que decidió cambiar de ciclo?

-Cuando se consiguió todo aquello mi pensamiento es que se acabó mi trabajo en el baloncesto femenino, porque ya no se podía aspirar a nada más. Es por ello que comencé a hablar con el Pamesa para hacerme cargo del proyecto en un momento complicado, tras el descenso.

-¿Cómo se gestó todo aquello?

-En la EBA se quedaron sólo los jovenes. Me gustó ese reto, el de comenzar a trabajar desde abajo para conseguir los mismos resultados en el baloncesto masculino. No buscamos talento de fuera, el proyecto creció con la gente de la casa.

-¿Quien le ofreció ese reto?

-Quien habló conmigo para venir fue Fernando Roig, y acepté el proyecto porque me gustó. En cuatro años conseguimos que el club pasará de segunda a ganar la Copa del Rey y disputar una final en la primera participación en Europa.

-¿La Copa del 98 es el mejor legado de su etapa en el Pamesa?

-Eso creo que quedará para siempre, porque es muy complicado que como está ahora el baloncesto un debutante pueda ganar una Copa. Muchos amigos míos españoles me decían que llegó un 'balcánico loco' para que el equipo pudiera ganar.

-¿Además del título y las finales qué recuerda de aquellos años?

-Trabajamos durante cinco años con muy buen nivel, y el club creció. El ambiente en la Fonteta fue cada vez mejor porque la afición se identificó desde la temporada en la EBA. Son recuerdos para toda la vida. El título de Valladolid fue excepcional, y el ambiente en la final de la Copa Saporta en Zaragoza inolvidable. Los miles de valencianos que vinieron a ver un equipo lleno de gente joven disputar un título europeo, algo impensable en Valencia unos años antes, fue muy emocionante. Y todo se hizo con muy poco dinero.

-Vamos, que la Cultura del Esfuerzo también es de su época.

-Sólo hay que repasar lo que costaba la totalidad de nuestra plantilla y compararla con otras temporadas más adelante, o con la actualidad. Con pocos jugadores de ahora tenías el sueldo antes de toda la plantilla. Hay que respetar, pero también recordar y darle valor a lo que se hizo.

-Pero todo aquello se acabó de golpe. ¿No cree que quince años después la afición merece saber su punto de vista de ese final?

-Nunca hablé de mi salida en todos estos años. Siempre tuve las ideas sobre lo que necesitaba mi proyecto a partir del verano de 2000, y el club las sabía. El momento de mi marcha fue una tristeza porque quería acabar mi carrera de entrenador ganando la Euroliga con el Pamesa.

-¿Está convencido de que si el club no le despide hubiera conseguido el sueño de los hermanos Roig?

-No tengo ninguna duda de que si el Pamesa hubiera confiado más tiempo en mi trabajo habríamos ganado la Euroliga. Y estoy convencido porque ese modelo había triunfado siempre, había ganado Copas de Europa en mis anteriores equipos y con la selección de Yugoslavia fue campeón del Mundo y subcampeón olímpico. Siempre funcionó.

-Le escucho con setenta años y aún completamente convencido.

-Conocía perfectamente que aún no había dado mi máximo rendimiento en Valencia, porque el proyecto iba creciendo cada año. Tenía muy claro como se llega al éxito, pero no pude demostrarlo. Esa espina la tendré siempre clavada.

-¿Quien tomó la decisión?

-La relación se rompió porque fue una decisión de Juan Roig. Acepté pero me dolió mucho, y las formas de mi salida. Me dolió tanto que nunca más trabajé de entrenador, cuando tuve ofertas de equipos como Olympiakos. Incluso en mi etapa en Pamesa el Real Madrid me quiso fichar, y nunca me quise mover de Valencia. Sólo quería entrenar aquí, y me retiré cumpliendo esa palabra.

-¿Y por qué no las aceptó?

-Cuando llegaban las ofertas, en casa me decían que ni hablar. Ni mi mujer ni mis hijos se querían mover de Valencia porque se sentían como en casa. Por eso quiero agradacerle a todos los valencianos el cariño que siempre me han dado.

-Pero el club decidió lo contrario.

-Fue la primera vez que un club me echó y nunca más me quise sentar en un banquillo. Es la primera vez que hablo de este tema desde que ocurrió hace casi quince años.

-Visto con el paso del tiempo, las razones públicas del club suenan muy duras a día de hoy.

-Fue muy duro porque el equipo no bajó el nivel de resultados. En la última temporada jugamos la final de la Copa tumbando al Barcelona en semifinales y nos eliminó en la Copa Saporta la Virtus y casi remontamos. No entendí todo aquello.

-¿Lo que más le dolió es que poco después le dieron un proyecto de más dinero a Luis Casimiro?

-Poco después de mi salida un amigo español que conoce muy bien a Juan me regaló un libro que se llamaba 'El principio de Peter', que decía que quien se acerca más y está demasiado alto en una empresa se va fuera. Eso pasó conmigo.

-¿Considera válido el razonamiento que dice que hay que separar el reconocimiento a la inversión y el modelo que se aplica al club?

-Desde mi punto de vista el error fue que se intentaba aplicar siempre la filosofía de Mercadona al club. Se puede hacer en muchos casos, hablando de marketing o administración, pero en el equipo no. En el deporte te cuesta mucho formar y no se puede cambiar tan fácil. Esto también es aplicable a los jugadores con talento, a los que hay que formar con una estructura deportiva. Eso por un lado. Por otro, la inversión de Juan y Fernando Roig por el baloncesto en Valencia es para quitarse el sombrero. No conozco ningún club en Europa donde dos personas sigan poniendo casi treinta años dinero de su bolsillo para que exista un deporte al más alto nivel profesional en una ciudad. Chapó.

-Pero pasan los años y el Valencia Basket no tiene esa Euroliga.

-Esa es la espina que tiene todo el mundo. Hemos tenido unos años donde el presupuesto fue de los más altos de Europa, y ni en ese momento se consiguió. En esos momentos hay que analizar no sólo si lo que falló fue la plantilla o el entrenador, o fueron otras cosas dentro del club.

-¿Y qué cosas fallaron?

-Hay que hablar de detalles. Cuando eres un club joven y llegas al máximo nivel de Europa tienes que tener paciencia, esperar un poquito. El mejor ejemplo es cuando no se viajó a Israel a jugar un partido.

-¿Fue un error?

-No viajar a Teal Aviv fue un error grave. Tienes que saber como funciona la FIBA, porque aunque la marca cambió muchas estructuras son las mismas. Hay que saber quién manda dentro, y quién manda fuera. El club tenía los suficientes departamentos para conocerlo, y eso le costó mucho al Pamesa.

-Suena muy duro eso que dice.

-A mi me llamó gente de Tel Aviv para pedirme que por favor mediara para que al final viajaran a jugar el partido. Yo les contesté que en ese momento no estaba dentro del Pamesa y no podía hacer nada. Sabía que esa decisión iba a costar durante mucho tiempo, y costó.

-¿Si hubiera sido el Real Madrid hubiera tenido apoyos políticos?

-Eso es cierto y está claro. Pero también siempre se ha dicho que la decisión de no viajar salió de dos jugadores, que aceptaron todos y que se apretó al club. Cuando los jugadores empiezan a mandar en un club es muy malo. Por eso no me gustó la decisión, hay que vivir con las decisiones pero se paga por ellas.

-¿Los balcánicos siempre han tenido mucho peso en Valencia?

-Siempre han tenido peso en el club, hasta en la época de Paco Olmos mandaba mucho Dejan Tomasevic. Fuimos juntos dos o o tres veces, yo entonces estaba en Ros Casares, pero vi que tenía mucho peso.

-A estas alturas de la entrevista el aficionado de Valencia Basket ha conocido cosas que nunca se han contado. ¿Qué recuerda como más positivo de aquel proyecto?

-Para mi la familia del Pamesa fue muy imporante para vivir esa época, con la afición animando y viajando con el equipo a todas las ciudades. Recuerdo cuando en ocasiones los propios jugadores pagaban los autobuses para que los aficionados pudieran asistir a un partido. Vivimos la mejor época del baloncesto valenciano.

-En esa familia también estaban los trabajadores del club.

-Hay que recordar a los trabajadores de aquella época, donde todos crecimos con un equipo muy joven. He tenido ayudantes como Fernando Jiménez que no olvidaré nunca. Comenzamos a aplicar ideas del baloncesto que yo conocía como por ejemplo la figura de la relación con los árbitros porque eso faltaba, que sigue llevando Martín Labarta.

-Miki Vukovic volvió al Pamesa en una segunda etapa, donde me consta que Spahija tuvo mucho que ver, pero me da la impresión que tampoco acabó bien.

-Contando la segunda época estuve en el Pamesa diez años. Cuando me retiré fui el primer jubilado del club por edad. Hubieran tenido la oportunidad de despedirse de Miki con una manera que se merecía. Pero tampoco se hizo.

-Explíquese.

-Cuando salí me dijeron «has cumplido». Sabía que me faltaba algo de trabajo para tener quince años cotizados en España, y cuando acabó me transmitieron había cambiado la ley y que me faltaban dos meses. Con eso todo hubiera quedado claro.

-¿Es un ejemplo de lo que resta por pulir en el proyecto actual?

-Esos son los detalles que tienen que pulir dentro del club, como por ejemplo rodearse sólo de gente de confianza de la empresa. Hay muchos jugadores que hicieron muchas cosas por el club que necesitan ahora trabajar. Se podría hacer en categorías de formación y en muchas áreas como hacen entidades como Real Madrid o Estudiantes.

-No puedo acabar la entrevista sin recordar algunas de las miles de anécdotas de Miki Vukovic. ¿Qué pasó en sus primeras semanas en Godella con el idioma?

-Tuve problemas al inicio con mi traductor. Se llamaba Andrés y estudió teología en Roma, y se negaba a traducirme las palabrotas que decían las jugadoras. Al final era mi ayudante el que me los decía.

-¿Y lo de la pistola en Podgorica?

-Aquello fue muy fuerte, cuando nos sacó aquella persona la pistola en el hotel nos dijo que era familiar de Bulatovic. Me enfrenté con él y fue curioso porque en la cena después del partido le vimos como guardaespaldas del presidente.

-¿Qué ocurrió en una concentración con César Alonso y Burke?

-Burke estaba en la habitación con César Alonso, se levanta a las tres de la mañana y empieza a gritar. A César, imagina la escena con el más grande y el más pequeño del equipo, casi se muere del susto (ríe con fuerza). Lo mejor es que salió de la habitación sin la llave siendo sonámbulo. Desde entonces dormía solo.

-¿Y con cierto americano?

-Había uno que no se duchaba con el equipo. Le dije que si tenía vergüenza de que le vieran sus compañeros, y me contestó que tenía una infección.

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