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Nadal resta una bola durante el partido de semifinales ante Juan Martín del Potro. Eric FEFERBERG / afp
La undécima, un asalto nada rutinario

La undécima, un asalto nada rutinario

Nadal afronta el envite ante Thiem, su mayor rival en arcilla, con el convencimiento de que valorar lo conseguido es el único camino al éxito

MANUEL SÁNCHEZ

Sábado, 9 de junio 2018, 23:53

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Rafael Nadal buscará materializar hoy (15:00 horas, Eurosport y DMAX) lo que nadie en la historia ha estado ni relativamente cerca de conquistar. No pudo hacerlo el sueco Björn Borg, que se quedó en seis títulos en los Internacionales de Francia, ni el añejo Max Decugis, que ganó ocho veces el torneo de 1903 a 1914. Lo único comparable serían los once títulos de Margaret Court, ganadora de 24 Grand Slam, en Australia entre 1960 y 1973, aunque la mayoría de ellos fueron previos a la 'Era Abierta'.

El undécimo Roland Garros, la undécima Copa de los Mosqueteros, o la enésima gesta de Nadal, como se prefiera, puede llegar al palmarés del balear esta tarde y dejar un regusto a gloria que no debe confundirse con la rutina. «Parece que lo lógico es estar once veces en una final como Roland Garros, pero no lo es. No quiero que así lo sea, porque si no, entras en una espiral de no valorarlo», aclaró el manacorense tras derrotar a Juan Martín del Potro y acceder a su vigesimocuarta final de un grande, a seis de Roger Federer y muy lejos de las 47 que sumó Court en su tiempo.

Para convertir esta lógica en historia y la rutina en un arte, Nadal chocará con su mayor rival en tierra en los últimos tiempos, el único capaz de derrotarle sobre polvo de ladrillo en los últimos años y quien, pese a haber sido nombrado sucesor del rey, aún no posee una corona que le acredite como tal. Dominic Thiem, a sus 24 años, disputará su primera final de un Grand Slam en el escenario más complicado posible y el que muchos han definido como el reto definitivo en el tenis: encontrarse con Nadal en la Philippe Chatrier. Ni jugar con Roger Federer en el pasto de Wimbledon ni enfrentarse a Novak Djokovic en Melbourne. Pocas cosas hay comparables a una final en el Bois de Boulogne con quien ha reinado diez veces aquí y busca una más.

Las armas de Thiem

Para el austríaco, la oportunidad de resarcirse de la semifinal del año pasado, cuando solo pudo sumar siete juegos ante Nadal, es real, sobre todo con la victoria aún viva en la retina en el pasado Masters 1.000 de Madrid.

Mientras que Thiem aseguró «tener un plan contra Nadal», el español meditó que pensar sobre tácticas es secundario: «Solo hay táctica si estoy jugando bien». Tampoco quiso dejar de dar su opinión uno de los dos hombres que ha sido capaz de vencer al de Manacor en estas pistas y es que, hace unos días, Robin Söderling, el sueco que apeó al campeón en 2009, argumentó que para conseguir la victoria ante Nadal en Roland Garros «hay que ser agresivo hasta el extremo».

Thiem tiene las armas para ello. A un lado está su derecha, una de las más evolucionadas del circuito, y al otro, un revés a una mano en el que vuelca toda su fuerza al golpear. La capacidad de sufrimiento de un tenista que utilizó entrenamiento militar en el pasado para prepararse físicamente y que no huye del desgaste amenaza a Nadal, que demostró ante Del Potro que el bache ante Diego Schwartzman fue solo por la mala fortuna del tiempo.

De su capacidad para mantener intacta su imbatibilidad en finales y añadir una muesca más a esas 85 victorias en el Grand Slam parisino dependerá un último partido en el que Nadal puede acabar con la lógica ganando su decimoséptimo Grand Slam. Qué manera de romper la rutina.

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