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Nadal tuvo que pedir asistencia médica (AFP)
Milagro Nadal
Segunda ronda

Milagro Nadal

Tras más de 4 horas de mareos y sufrimiento, el balear levantó un partido agónico ante Smyczek por 6-2, 3-6, 6-7, 6-3 y 7-5 para meterse en tercera ronda de Australia

Victorio Calero

Miércoles, 21 de enero 2015, 13:24

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Rafa Nadal jugó varios partidos para obrar el milagro. Uno contra Smyczek y otro contra sí mismo; uno muy bueno en el primer set, otro al límite en los cuatros sets siguientes, cuando sufrió una metamorfosis lastrada por mareos.Una pájara con la que pasó de la confianza a las dudas, de la seguridad en sus golpes a las dificultades principalmente por esos problemas físicos. Creo que ha sido un problema gástrico, he tenido malas sensaciones, explicó al terminar el vencedor. Un Nadal que sobrevivió con su servicio paralizado, sin tanta movilidad en las piernas y con demasiados errores. Así remontó un partido que duró cuatro horas y doce minutos ante un rival que llegaba de la fase previa. Así se abrió paso el tercer cabeza de serie en el Open de Australia, con problemas para ganar al 112 del mundo, con incógnitas, pero con triunfos. En tercera ronda espera el israelí Dudi Sela.

«Estaba cerca del desmayo»

  • El tenista español señaló que había estado a punto de desmayarse durante el partido y reconoció que casi vomita tras sufrir "un golpe de calor y algo en el estómago". "Estaba muy mal y sabía que si continuaba en esa caída física hacia abajo, estaba cerca del desmayo", comentó Rafa tras el partido. "Después, al sacar al principio del tercer set me han dado náuseas, ganas de vomitar y casi vomito, de hecho me ha salido un poquito. Creo que he tenido un golpe de calor importante y algo que me habrá pasado en el estómago, y las dos cosas juntas han hecho que la situación sea crítica".

  • "El estado físico era malo y tenia miedo de desmayarme, me notaba la cabeza fuera, y cuando uno esta tan mal, es diferente cuando te duele la rodilla o un pie, pero cuando se encuentra mal en general es un tema de salud y tienes miedo de cruzar la línea", comentó.

  • "Cuando me movía y hacía tres bolas, notaba que no podía más, pero aún así he encontrado la manera de relajarme para a partir del cuarto, y dentro del estado crítico que estaba el partido y yo mismo, encontrar la solución desde la agresividad y el entendimiento, sabiendo que la única forma que tenía de ganar el partido era sin correr y encontrar golpes ganadores", expresó Rafa.

  • "Llegado un momento dado, aceptas que no te vas a poner mejor en el partido. Al principio piensas que es una pájara momentánea y esperas hacer las cosas bien", continuó el español. "Algunas veces puedes sufrir una pájara, un golpe de calor, pero el mareo de hoy ha sido alargado, demasiado para mí".

  • "Sabía que había la posibilidad de retirarme, pero no he pensado en dar la mano a mi rival. Pero sí, se me ha pasado por la cabeza que podría pasar porque ha habido muchos momentos que estaba muy mal y no podía", dijo.

Los ocho primeros juegos del partido fueron un oasis en el desierto que tuvo que atravesar para ganar. En ese acto inicial Nadal prolongó la versión que ofreció ante Youzhny: rapidez con los pies para coger su derecha. Coser y cantar. Pero fue en el segundo set cuando se pararon las piernas de Nadal. Una doble falta del balear dio el primer juego al norteamericano y proyectó unas dudas que no desaparecieron en todo el partido. Su derecha no fluía como al inicio. El 'drive' del balear, principal termómetro de su confianza, desapareció. Y los errores empezaron a caer uno detrás de otro -hizo 53 en todo el partido por 43 tiros ganadores-. Especialmente errático estuvo con el saque. De hecho, de nuevo una doble falta del tercer cabeza de serie puso a su rival con ventaja en la manga (4-3), debilidad que se confirmó con la tercera rotura de saque que dio al norteamericano la segunda manga.

Desde el banquillo Toni Nadal gesticulaba. Parecía pedir más peloteos, más ritmo, menos errores, justo lo que le faltaba al español. Smyczek recordaba más a la mejor versión de Ferrer que al tenista que apenas ganó la temporada pasada siete partidos en el circuito ATP. Y al inicio del tercer set, la pájara que comenzó en el segundo acto seguía ahí, por eso se volvió a dejar el saque por el camino, el tercero consecutivo. Fue con 2-1 para el estadounidense cuando el manacorense llamó al doctor y al fisioterapeuta. Se puso el hielo sobre los hombros y se tomó una pastilla. Parecía mareado. Desnortado hasta ese momento, regresó a la pista y apenas mejoró. Llegó a sacar para cerrar el set, pero con otra doble falta perdió su saque. El duelo estaba para Smyczek: o lo perdía o lo ganaba él. Y aunque acabó perdiéndolo, no perdonó en un tie-break sin alma ni poder de reacción de Nadal.

Nadal, contra las cuerdas

Parecía que en cualquier momento podía vomitar en la pista. Sin embargo, la figura del balear es tan grande que gana sets sin jugarlos. Así pasó con el cuarto. Ni se encontraba bien ni disfrutaba en la pista. Con su revés machacado por el 112 del mundo, su cara lo decía todo. Las señales que ofrecía cada vez eran peores. No llegaba a bolas que suele correr. No podía. Los puntos apenas duraban más de 3-4 golpes. Era el camino más corto para el balear. Pero Smyczek vio que podía ganar. Se bloqueó y dijo adiós a un parcial que dio paso a una batalla cruenta.

Sin margen de error, los dos sobrevivieron gracias a su servicio. Nadie rompía. A pesar de la tensión, ambos se lanzaron a por el otro a tumba abierta. Más valientes que en los sets anteriores, subieron una marcha. Caían los juegos en blanco, se evaporaban las bolas de 'break'. Hasta que el partido entró en la zona Nadal. Y a pesar de hacer el partido de su vida, el estadounidense se vino abajo en el momento clave: con 5-5. Demasiado viento en contra para un velero tan frágil. Así levantó un partido imposible Rafael Nadal, de esos que solo gana él.Fue un milagro para ganar su segundo partido en Australia.

El tenista de Manacor tuvo que emplear todas sus reservas de fuerza para imponerse en cinco sets al americano Smyczek, en un partido en el que el español sufrió mareos e incluso vómitos.

Visiblemente lastrado, Nadal tuvo que sacar su incombustible capacidad de sufrimiento para superar todas las adversidades y seguir 'vivo' en Melbourne.

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