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Garbiñe Muguruza, durante un partido.
Muguruza y un físico de cristal
reveses

Muguruza y un físico de cristal

Las lesiones frenan a Muguruza, que se ha visto obligada a retirarse en cinco torneos en el último año

manuel sánchez

Miércoles, 22 de febrero 2017, 13:39

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La hispano venezolana Garbiñe Muguruza ha sido descrita como un diamante en bruto, como una de las tenistas llamadas a dominar el futuro y el propio presente, ya que a sus 23 años, cuenta con un título de Roland Garros en su palmarés. Pero este diamante, esta dureza viene precedida por una capa de cristal que forma el físico de la pupila de Sam Sumyk.

La tenista ha sufrido el azote de las lesiones a lo largo de toda su carrera. Desde 2015 ha tenido que retirarse por problemas físicos en seis partidos, además de no poder saltar a la pista, como fue el caso del pasado torneo de Toronto, cuando una gastroenteritis le hizo abandonar la competición minutos antes de dar comienzo su partido.

En total, 129 partidos jugados desde 2015 y seis abandonos, un 4,65 % del total. Una cifra que contrasta con la de otras tenistas como Serena Williams, que no se retira en mitad de un partido desde septiembre de 2014 (aunque sí ha abandonado antes de saltar a pista en varias ocasiones desde entonces), Angelique Kerber (dos retiros desde 2014) o Karolina Pliskova, que no ha abandonado un partido en los últimos seis años.

Sus mayores rivales también hacen gala de un juego que depende mucho de su físico. La altura, la rapidez de piernas y la fuerza al golpear son aspectos clave en el tenis actual, donde la potencia domina por encima de cualquier otro arte. Muguruza posee las mismas cualidades que Pliskova, Williams o Kerber, por ejemplo, pero la hispano venezolana juega con un hándicap en contra en forma de lesiones.

En el último año, la actual campeona de Roland Garros se retiró en el torneo de Brisbane (Australia) 2016 por una fascia plantar en el pie izquierdo, en Linz (Austria) 2016 por un esguince de tobillo, en Brisbane 2017 por una lesión en el aductor de la pierna derecha, que además le obligó a jugar con un vendaje en el muslo durante todo el Abierto de Australia, y esta semana en Dubai por molestias en el talón de Aquiles.

«Unos días el dolor era más intenso que otros. Me molestaba especialmente al sacar ya que es el pie sobre el que caes y me impedía moverme de lado a lado, lateralmente. Es un dolor muy agudo que me impide moverme», declaró Muguruza en relación a la última de sus desdichas.

Para un estilo de juego que depende tanto de estar al 100 % físicamente, las lesiones suponen un contratiempo muy importante, más aún cuando estas se repiten continuamente. Además, las mismas entrañan una doble incógnita ¿Es mejor que la lesión siempre se concentre en la misma zona o que se reparta por todo el cuerpo? Las lesiones crónicas tienden a dejar secuelas y un claro ejemplo es Carla Suárez, que apenas ha competido este año debido a problemas en el hombro derecho, pero lo de Muguruza es distinto, ya que cada vez es un tipo de lesión distinto, por lo que su naturaleza puede atribuirse a la mala suerte, a una mala preparación o a un físico de cristal.

El trabajo de preparación de la caraqueña parece fuera de toda duda, por lo que solo queda esperar que la plaga de lesiones quede tan solo en un problema de juventud que desaparezca con el paso de los años y la consolidación en el circuito de la actual numero siete del mundo, que si quiere ascender posiciones en el ranking, debe estar en plenas condiciones para poder disputar todos los torneos al 100%.

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