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De derecha a izquierda, Fageca, Héctor, Pere y Tomàs II, junto a los internos que jugaron a frontón. FUNPIVAL
Las figuras se exhiben  ante un público diferente

Las figuras se exhiben ante un público diferente

Fageca, Pere, Tomàs II y Héctor difunden la pilota durante la semana cultural de la cárcel de Picassent como impulsó el padre del mitger de Laguar

J. A. MONTEAGUDO

PICASSENT.

Martes, 19 de junio 2018, 00:47

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«Se agradece que cuatro profesionales pierdan toda una mañana para jugar con nosotros», dice Roberto. «Hoy nos habéis sacado de la rutina», apunta Marc. «Durante estas horas nos hemos olvidado de dónde estamos», añade Miguel. Juanjo, el más veterano y el que mejor domina la pilota, es más parco en palabras. Los cuatro son internos del Centro Penitenciario Valencia donde ayer formaron equipo junto a los pilotaris Héctor, Fageca, Pere y Tomàs II en la jornada que abrió la semana cultural de la institución. Roberto y Marc presumen de repetir por segundo año consecutivo aunque el que viene esperan perderse la cita. Aún no habrán cumplido la totalidad de su condena pero confían en estar en la calle. No parecen mala gente; siendo unos niños sucumbieron ante la tentación del dinero fácil y rápido y han tenido que hacerse hombres entre rejas. Ellos asumen su culpa y parece que han escarmentado.

La pilota se introdujo en la cárcel sita en Picassent poco después de ser inaugurada, a principios de los noventa. Fue de la mano de un enamorado del deporte de los valencianos, José Luís Vidal, docente del centro y padre de Héctor de Laguar. Hasta la fecha se ha mantenido el día de las partidas de exhibición pero hubo un tiempo en el que desde la prisión se abastecía a los equipos de la Lliga a Llargues. Hasta tal punto llegó la perfección en la elaboración de las pilotas que salían del taller que también creó José Luís Vidal. Y una escuela en la que los internos aprendían a jugar.

El destino se llevó a José Luís de manera prematura hace dos años. Para Héctor fue un trago amargo participar en la edición del año pasado. Demasiados recuerdos. Ayer el mitger también tuvo momentos de bajón, principalmente cuando transcurría por las dependencias en las que hizo prácticas de magisterio supervisadas por su padre. Fuera, en el frontón, se impuso el orgullo de continuar con el legado de su progenitor. Las dos primeras partidas de exhibición, las 'mixtas', fueron buenas. La tercera con los cuatro profesionales en liza, encantó al público.

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