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Luis De la Vega, en el trinquet de Pelayo. :: jesús signes
«Con ilusión y trabajo algún día espero ser como Genovés II»

«Con ilusión y trabajo algún día espero ser como Genovés II»

«Estudio psicología, muy necesaria en el trinquet. Hay que tener la cabeza muy bien amueblada. Jugamos por amor a este deporte», asegura

MOISÉS RODRÍGUEZ

Lunes, 3 de abril 2017, 20:25

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Se abre la puerta del bar de Pelayo y entra sonriente un chaval cada día más corpulento. «Entreno igual, con Toni Astorgano. Sí es cierto que cuando empecé a jugar segundas partidas me apunté al gimnasio», admite Luis De la Vega. Lo dice después de haber accedido al bar arrastrando un maletón: «En cuanto vi que tenía ruedas dije: 'Este para mí'. Ahí cabe de todo'». Mientras realiza la sesión de fotos y lleva a cabo esta charla, se lo custodia Irene, su madre. «Ella y mi padre vienen siempre a ver la partida. Quiero que sea así toda la vida», indica.

El resto de Almussafes es una de las grandes promesas de la pilota. Se vale de ambas manos y su puesta en escena en la pasada Copa fue casi inmejorable. Llegó a semifinales junto a Javi y perdieron (60-45) contra los que serían campeones, Pere Roc II y Jesús. «Recuerdo que estaba un poco nervioso, pero Javi me dio confianza. Entablamos una buena amistad», comenta.

En pocas semanas espera repetir convocatoria. «Está difícil porque hay chavales como Giner o Pablo de Borriol que lo están haciendo muy bien», señala De la Vega, a quien también le gustaría estar en el Individual a finales de año. Él tiene los pies en el suelo: «No me considero profesional porque no estoy en nómina. Todavía». Refuerza el todavía. Se muestra ambicioso: «Mi ilusión es llegar a ser algún día una primera figura. Lo que en la actualidad puedan ser Soro III o Puchol II».

De la Vega tiene la receta y el espejo en el que mirarse. «Por ilusión y trabajo no será. Y si tengo un poco de suerte con las lesiones, espero algún día ser como Genovés II», afirma: «José es una persona que nos ha dado una lección de constancia y de superación a todos. Con todas las lesiones que ha pasado, parece un gato, está ahí arriba».

Se refiere a pilotaris a los que admira desde siempre, pero con los que comparte vestuario desde hace tiempo. «La verdad, nos gusta enrollarnos las manos juntos. Es bonito entablar amistad con tus compañeros de la pilota. Al principio eres el más pequeño de todos y es algo extraño, pero poco a poco vas cogiendo confianza», señala. Defiende llevar a cabo este ritual en el trinquet en vez de venir ya preparado de casa. Muchos critican que en la pilota se empiece a perder esa costumbre. «Cuando jugaba primeras partidas sí lo hacía porque son muy pronto», puntualiza De la Vega.

De esas conversaciones, confiesa que los pilotaris más experimentados recomiendan a los jóvenes que estudien. «Nos comentan que formarse es lo primero, pero eso a mí me lo han dicho desde siempre todos los entrenadores que he tenido», indica. Luis De la Vega cursa psicología. «No sé, me llamó la atención. Y es muy necesaria en el trinquet. Hay que tener la cabeza muy amueblada y las cosas claras para ser pilotari. Si ves lo que hay hoy en día y lo piensas firmemente, te retirarías. Mentiría si te dijera que no pienso en el mañana, pero intento disfrutar y poco más», señala.

Por ejemplo, con el frontón. La modalidad en la que empezó. «Cuando era pequeño, mi padre jugaba como aficionado en Almussafes y al final de las partidas me dejaba que peloteara en la pared», recuerda. De la Vega creció entre las tres paredes y con la vaqueta en las manos. «Con siete años ya iba haciendo amigos en la pilota. No necesitaba el fútbol para pasármelo bien», comenta De la Vega cuando se le pregunta si no le atrajo el deporte rey por su mayor presencia en la televisión: «¿Mi ídolo? Genovés II. Está claro que de niño ves a grandes figuras como Messi y quieres ser como ellos».

Sobre su idilio con la modalidad de las tres paredes, admite sin tapujos que preferiría dedicarse a esta que a la escala i corda. «Me veo más pilotari de frontón. Desde pequeño veía las partidas de los vascos por la tele, me enamora. Pero aquí está complicado, al frontón le falta un poco de chispa y no será por falta de espectáculo, que las primeras figuras lo dan», sostiene.

Luis De la Vega asegura que, de haberse dado la situación, no le habría importado ir a jugar al País Vasco: «Si aquí no hubiera conocido a nadie... pero ahora ya llego tarde para acostumbrarme a la pelota de 110 gramos». Lo comprobó en el reciente torneo universitario disputado en Pamplona: «Nos pelaron... sirvió para hacer amigos». Ahora, además de consolidarse en el trinquet, el reto está en les llargues: consolidarse en la selección e ir al Mundial.

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