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Mónica Moya, en la escala de Pelayo. :: damián torres.
Mónica Moya: «Las mujeres tenemos compromiso. He jugado con las manos moradas»

Mónica Moya: «Las mujeres tenemos compromiso. He jugado con las manos moradas»

Mónica Moya

MOISÉS RODRÍGUEZ

Domingo, 12 de marzo 2017, 23:51

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valencia. Mónica ha estado siempre vinculada al deporte. Desde bien pequeña. Sus padres son monitores de baile de salón. «Cuando voy a la falla, bailo con ellos. ¡Me encanta», resalta. A ella la apuntaron a ballet. Pero un día, casi por casualidad, decidió que se movería al ritmo de la pelota de vaqueta. «Cambié por casualidad a los nueve años. Un día fui a recoger a un amigo para irnos por el pueblo. Me dijo que no podía porque tenía que entrenar y le acompañé al minitrinquet», recuerda. Al de Massamagrell, su localidad natal. Aquella tarde conoció a Ricardo: «Me dijo que iba a coger frío en la escala, que entrase a jugar. Me gustó tanto que cuando volví a casa pedí a mis padres que me apuntasen a pilota».

¿QUIÉN ES MÓNICA MOYA?

  • Fuera del trinquet

  • Ballet Deporte que practicó desde los nueve años.

  • Baile de salón Sus padres son monitores. A veces baila en la falla.

  • Fisioterapia Sus estudios universitarios, está en segundo.

  • La pilota en la actualidad

  • Raspall Modalidad en que se ha centrado. Juega en 1ª categoría.

  • Trofeu de Falles Debuta en Pelayo el jueves junto a Ana y Marta.

  • Llargues Única mujer en la máxima categoría de la Lliga.

Empezó a jugar per dalt. A escala i corda o a galotxa. Para Mónica Moya, es errónea la idea de que para las mujeres resulta más sencillo jugar a raspall: «A mí la modalidad que más me gusta es la de escala i corda. No es cierto que se necesite más fuerza. Al contrario. En el raspall hay que tenerla porque la pelota va por el piso y has de hacerla ir».

Mónica suele jugar de mitger, aunque también le gusta la demarcación de punter. Se siente cómoda haciendo la ferida. «Es complicado cuando llegas a un nivel. Has de saber adaptarte a la cancha, a si el equipo rival te cambia la pelota... y luego está la presión de que tu equipo tenga val i 30 y puedas fallar», comenta. La pregunta, llegado a este punto, es casi evidente: ¿no podría ser la posición de feridor una puerta de entrada a la mujer al mundo profesional? «Sería un punto de partida y al final es algo que has de saber hacer. Una vez Peluco me lo comentó para ir a Vilamarxant... lo hablaré, a ver si me ponen en alguna partida», desliza.

La pilotari de Massamagrell ha sido pionera en muchos aspectos. El pasado fin de semana debutó en la Lliga de llargues, en primera categoría. Como ya publicó este periódico, la reclutó Peluco para el equipo de Pelayo. «Fue una sorpresa, no me lo esperaba. Creía que me llamaba para alguna partida de fiestas. Ya le avisé de que estoy centrada en el raspall. Juego en primera categoría y es mi prioridad», señala Mónica Moya.

Está entusiasmada por su deporte. El que eligió con 9 años pero que pudo abandonar con 17. «Hay una edad en la que la pilota, sobre todo en las chicas. Mis compañeros empezaban a ir ya al trinquet y yo no podía llegar a ese nivel. Me iba al minitrinquet y le pedía a Ricardo que cogiera la raqueta y me entrenase. Estuve un año sin competir y pensé en dejarlo. Un día me dijo que a veces iba allí a entrenar Ana de Borbotó», recuerda. Una de las pioneras. Señala que fue ella quien la introdujo en el raspall y en el one wall. Junto a Sara, formaron un equipo para jugar a galotxa.

Con 22 años, Mónica mira hacia atrás y se considera una pionera. «Conseguimos cosas por cabezotas. Estaría bien que las que vienen detrás lo tengan más fácil, pero también veo a las niñas en las escuelas y pienso: 'Ojalá hubiera tenido yo también eso'», señala. «Nosotras entrenamos y competimos porque nos gusta. Necesitamos tecnificación y que nos hagan pruebas físicas como a los chicos. Es cierto que este año ha sido el primero de tecnificación para el raspall femenino. Poco a poco», desliza.

Ve el profesionalismo lejano, pero no imposible. Cree que la pilota necesita a la mujer y realiza una reflexión interesante: «Antes era casi imposible ver a una mujer en un gimnasio haciendo musculación. Ahora sí, porque les gusta verse bien. Se nota que las mujeres hacen más deporte. En la pilota igual cuesta más porque siempre vamos por detrás, pero ha de estar todo al mismo nivel, que se nos reconozca».

Admite que el deporte masculino tiene como baza a su favor la fuerza, lo que otorga mayor espectacularidad. «Nosotras ofrecemos otra visión. Ponemos esas ganas de estar ahí. Contamos con esa capacidad de querernos superar, tenemos más compromiso. Yo he seguido jugando una partida con las manos moradas. Cuando acabe, ya me pondré a llorar», indica Mónica, que en todo momento pone en valor el deporte femenino: «Es que en España tiene resultados. Balonmano, baloncesto, bádminton con Carolin Marín... Está muy bien y ha sido gracias al trabajo de las deportistas». Por último, y sobre el asunto de los controles antidopaje en la pilota, también ofrece una opinión clara: «Me parece perfecto que se haya y más si queremos profesionalismo».

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