Borrar
Urgente Más de 27 kilómetros de atascos en las entradas y salidas a Valencia
Recuerdos. La casa familiar es un santuario de trofeos y fotos. :: carolina amor
Un año sin Bernat
motociclismo

Un año sin Bernat

«Era una persona campechana, capaz de contagiar la ilusión. Si hacía algo, estaba convencido de que era posible», comenta Álex

MOISÉS RODRÍGUEZ

Sábado, 23 de julio 2016, 23:49

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

alberic. «Me ha cambiado la forma de pensar, te falta algo grande», comenta Álex Martínez, mientras baja el tono. «¿La verdad? Una mierda. Si nos sentamos todos juntos en la mesa, ya sabes quién falta», lamenta Sonia. «Mides las palabras, tratas de que no salga. Ves que todos te evitan, vienen y se van... Hablar cara a cara es imposible aún. No hablamos de él», señala Horten. Son el hermano, la hermana y la madre de Bernat Martínez. Así, sin adornos, expresan cómo ha sido el primer año después de aquel fatal accidente en Laguna Seca, donde perdió la vida junto a Dani Rivas.

En la casa de los padres, Bernat y Horten, los silencios saben a hiel desde aquella madrugada. Sólo el perro Leo permanece ajeno a la tristeza que se ha mezclado con las decenas de trofeos y fotografías de los dos hijos pilotos que inundan el hogar. Jorge Lis, el que fue mánager de Bernat durante 2013 y 2014, pidió expresamente a la organización de la carrera que se esperase a las 7 de la mañana, hora española, para dar la noticia a la familia. Fue en vano. Horten se enteró a través de Facebook a las 6.

«A mí me hizo bien estar allí. Aquí lo hubiera pasado peor», comenta Jorge Lis. Respaldó a María, la novia de Bernat, y estuvo en contacto con organizadores y autoridades hasta que llegó Álex a EE.UU. Hoy lleva para siempre tatuado en el alma el 76 de Bernat. También lo luce en el volante y el portón trasero de su coche.

Quienes conocieron a Bernat lo definen como un fanático de las motos, un currante, un piloto humilde. Y entonces sí, al compartir los recuerdos de las mil andanzas de Bernat sobre dos ruedas, dibujan lo más parecido posible a una sonrisa. «Es que él, si hacía algo, era porque tenía claro que se podía hacer. Lo que pasa es que tenía una personalidad de esas que te contagian», comenta Álex. Como aquel Europeo, para el que su padre y él compraron las motos, una furgoneta y una tienda de campaña: «Yo le decía, ¿cómo vas a ir al Europeo en esas condiciones? Y lo hizo».

Bernat Martínez era de esos que no saben vivir sin las motos. Nació en enero de 1980. Bernat padre, que regentó un taller en Alberic, subió a su hijo a una cuando este tenía tres años. «Empezó precoz con la velocidad. Entonces no había distinción de edad y los mayores le sacaban de la pista. Mi padre habló con la Federación y pasó al motocrós. Luego empecé a correr yo también. Al final volvimos a la velocidad», narra Álex.

Es la historia de dos hermanos que han disfrutado de las motos. «Hay personas y personas. Yo me rompí el brazo en 2007 y estuve un tiempo parado. En una carrera de ese año que hizo con mi padre, se cayó y se rompió la clavícula y tenía la escápula fisurada. Pues nos hizo ir de Roma a Francia porque quería correr dos semanas después. Claro está, los médicos del circuito le dijeron que dónde iba», señala Álex. «Yo creo que mis hijos no han llegado a más por ser valencianos», lamenta Horten. «Para mí, es el dinero. En casi todas las carreras en las que he ido a verles han estado delante. Si hubieran nacido en Cataluña, habrían llegado más lejos», argumenta Sonia, la hermana.

Bernat padre nunca fue de pagar a una estructura por correr. Invertía en poner a sus hijos en pista con sus medios. Y así funcionó también casi siempre Bernat Martínez. Sólo hubo una excepción, la aventura en el Mundial de Moto2, que duró siete carreras. «Él y unos patrocinadores se lo jugaron todo a una carta, les engañaron y se volvieron», lamenta Álex. «Pero es que otro se hubiera ido a casa aburrido. Al mes se presentó en Albacete con su novia para correr el CEV. Estuvimos hasta la una de la madrugada con la moto y al día siguiente hizo el mejor tiempo de carrera y acabó cuarto porque se le deshizo el neumático delantero». Ese era Bernat. «Humilde. ¡Y tanto que era humilde! ¿No lo es una persona que disfruta igual sobre una 1.000 que en una 80», proclama Sonia. «De humilde podía pasar a campechano», indica Álex. «Lo veías el más feliz del mundo en el podio de Xàtiva y acababa de venir de competir en Estados Unidos», subraya la hermana.

Xàtiva y La Algueña, dos carreras urbanas, eran sus favoritas. «El Mundial de Xàtiva le llamaba yo porque tenía tanto trabajo montando pieza a pieza que no podía hacer otra cosa», señala Horten. Bernat inició su aventura en MotoAmerica en 2013, pero se arreglaba los billetes para estar en esas dos citas. «Un año, después de una carrera en Jerez hablamos de ir a Xàtiva. Yo le dije que había pensado correr con la Derbi de mi padre y él respondió que ya tenía algo mirado. De Jerez se fue a Cádiz con María, compró una GPR 80, la revisaron en Crevillent y la llevaron a Xàtiva. Tenemos una foto frenando juntos», relata Álex.

Bernat Martínez entendía la vida sobre una moto. «No fue a EE.UU por hacer un par de años y ya está. Habría corrido mientras el físico se lo hubiera permitido», indica Jorge Lis. Y Bernat fue feliz. El desenlace trágico esconde una victoria para este piloto de Alberic: nunca se vio obligado a bajarse de la moto.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios