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Fernando Alonso, tras la rotura del motor de su coche.
Honda aparta de la gloria a Fernando Alonso
indy 500

Honda aparta de la gloria a Fernando Alonso

El asturiano rompe a falta de 21 vueltas cuando optaba a la victoria en Indianápolis

david sánchez de castro

Domingo, 28 de mayo 2017, 07:27

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Era la pesadilla que nadie quería. La semana anterior, en los entrenamientos libres, el gran monstruo que acecha a Fernando Alonso desde hace tres años ya se había aparecido en sus rivales motorizados por Honda, pero esperaba que a él no le tocara la china. De 17 coches, malo sería que le tuviera que tocar a él. Pero le tocó: Alonso se quedó sin victoria en las 500 Millas de Indianápolis, al menos para disputarla, a falta de 21 giros para la meta, cuando estaba peleando con los mejores pilotos del mundo en óvalos, como Helio Castroneves, Oriol Servià (que tampoco acabó la carrera) o el vencedor de la edición de las 500 Millas de Indianápolis.

El abandono dejó a Alonso el sabor amargo de la sangre del luchador que muerde la lona en el último asalto, pero conforme se pasó el dolor del momento, Alonso podía sentirse orgulloso de su labor. Tardó muy poco en hacerse notar y ya hizo historia en la vuelta 37. No había alcanzado el primer cuarto de carrera, cuando desde el muro del recinto deportivo más grande del mundo ya había voces que apuntaban que podía tener opciones serias de ganar. El Andretti funcionaba, el motor Honda aguantaba y las apuestas le colocaban entre los candidatos, junto a apellidos ilustres en el óvalo como Hunter-Reay, Kanaan o Rossi.

Pero Alonso no contaba con que la Indy da una lección en cada curva. En este caso, la clase magistral de resalidas la tomó por las malas. Scott Dixon, el hombre que había conseguido la pole más rápida en 20 años, salió despedido por los aires en uno de los accidentes más fuertes y espectaculares que se recuerdan, cuando Jay Howard perdió el control de su coche. Dixon se estrelló de lateral contra las vallas, que demostraron que el chasis Dallara es una auténtica caja de seguridad para los corredores: salió inmdemne, ni un rasguño.

Pese al susto, la carrera continuó después de unos momentos de bandera roja. Alonso y el resto de rivales competían de tú a tú durante los instantes que les dejaban las constantes banderas amarillas, que cada una suponía una moneda al aire para la capacidad de reacción de los corredores. El español lo hizo bien en casi todas, excepto en la penúltima en la que participó, cuando en lugar de ir hacia adelante, perdió varios puestos. Se vio taponado por un Tony Kanaan fortísimo en esta edición, y con muchísima más experiencia en su haber. Pero tanto él como Servià parecían guardarse algo. La dupla de pilotos españoles soñaba desde hacía muchas semanas en llegar juntos al final de la prueba. Alonso volvía a liderar pasado el ecuador de la prueba, en la vuelta 131, y las estrategias parecían acompañarle. La carga de combustible le permitía soñar con la victoria: estaba muy cerca y sólo tenía que aguantar y tener un poco de suerte. Pero no era el único con opciones.

En la última resalida, Servià sacó lo mejor de sí mismo. Había rozado el éxito en 2012, cuando fue 4º, y en esta ocasión el equipo Rahal le había dado una herramienta perfecta para conseguir el éxito. Sólo necesitaba un poco de suerte, porque ganas le sobraban: se colocó quinto a falta de poco más de 40 vueltas, dejando atrás al propio Alonso, que se veía aún en el top 10, pero algo más lejos. El público (más de 400.000 espectadores se reunieron en el óvalo para verlo en directo) jaleaba a Alonso en cada curva, pero también a Servià o al novato Ed Jones, que finalizó tercero al final. Jaleaban el espectáculo.

Sin embargo, a falta de 21 giros para el final, la pesadilla: el motor de Alonso empezaba a fallar y, de repente, de manera abrupta, rompía. El humo blanco que salió por el colector del coche naranja ya era algo conocido por los fans de la Fórmula 1: había roto el motor. Honda, otra vez Honda, la siempre presente Honda como una molesta herida infecta que supura, volvía a destrozar sus opciones. Alonso dejó su coche aparcado, mientras se volvía a su box. En Andretti le intentaban consolar, pero esta vez no estaba llorando: estaba feliz, porque había demostrado que podía ganar. Aún quedaba Servià en liza, pero tampoco tuvo suerte: esta vez se vio en medio de un accidente múltiple, en el que hasta 8 coches estuvieron involucrados.

La victoria final fue para Takuma Sato, el gran fichaje de Andretti para este año con permiso de Alonso. El que se bañó en leche fue el japonés, tras una épica batalla al sprint con el veterano Helio Castroneves, y salvó los muebles para el equipo. Alonso se volverá ahora a su trabajo, a su Fórmula 1. Ahí, le volverá a tocar bregar con Honda. Como una recurrente pesadilla.

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