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Edurne Pasaban, en el salón de ESIC Valencia donde impartió una conferencia. :: irene marsilla
«La montaña me llevó a la depresión y me sacó»
EDURNE PASABAN, ALPINISTA

«La montaña me llevó a la depresión y me sacó»

La guipuzcoana sufrió una lucha interior, pero la superó: «Tienes que hacer lo que te apasiona y a veces no es fácil»

ALBERTO MARTÍNEZ

Domingo, 18 de septiembre 2016, 23:47

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Edurne Pasaban tiene una vida frenética. En 2011 abandonó el montañismo a nivel profesional, pero no ha dejado de perseguir aventuras. La guipuzcoana, la primera mujer en coronar los 14 ochomiles del planeta, decidió trasladar su intensa experiencia como alpinista al terreno de los negocios. Imparte conferencias a empresas y entidades deportivas. La semana pasada, dentro de su apretada agenda, hizo una parada en ESIC Valencia para ofrecer una jugosa charla. Su bagaje sirve de inspiración. Y, cuando los compromisos se lo permiten, sigue escapándose al Himalaya, donde se reencuentra con la paz que la cautivó.

-¿Da más vértigo subir a las cimas o dar discursos tan influyentes?

-Lo segundo. He escalado montañas y, si hubiera tenido vértigo o miedo, no me habría dedicado a eso. Después me he dedicado a dar charlas y hablar sobre liderazgo y te conviertes un poco en referente. Equivocarte en la montaña lo asumías aunque puede ser trágico, pero poder equivocarte en la vida con los consejos que intentas dar es bastante más vertiginoso.

-¿Su experiencia en la montaña ha supuesto una lección de vida?

-Total. Ha sido mi deporte, pero también un crecimiento personal. Es una lección de vida que intento aplicar a día de hoy y por eso me dedico a dar conferencias. Hay mucho paralelismo entre el mundo de la montaña, el de la empresa y el día a día de cada uno de nosotros.

-Usted es la primera mujer en coronar los 14 ochomiles. ¿Su objetivo era hacer historia?

-Al principio no me lo propuse. No logré ser profesional hasta que había escalado 11 ochomiles. Trabajaba en la hostelería. Combinaba mi vida de deportista con un trabajo.

-¿Qué le atrapó de la montaña?

-Sobre todo la libertad. No sólo la libertad de estar allí, que es lo romántico, sino también la libertad de decidir por mí misma. Yo elegí ser alpinista. Quizás porque vengo de una familia súper conservadora del norte de España. Mi libro de vida estaba escrito antes de que naciera. Yo tenía que ser ingeniera porque en mi casa todo el mundo era ingeniero. En la montaña encontré la libertad de poder hacer lo que me gustaba.

-Pero hubo alguna crisis.

-Hice mi primer ochomil en 2001 y el último en 2010. No siempre he tenido la misma motivación. Tuve una depresión por 2006 y tuve que volver a empezar del todo. La montaña es la que me llevó a ello, porque no encontraba el camino de lo que quería hacer, pero también es la que me sacó de la depresión.

-Incluso se planteó quitarse la vida en más de una ocasión.

-En 2006 no hice ningún ochomil. Estuve cuatro meses ingresada en un hospital. He visto la muerte más cerca en la vida real que en las montañas.

-¿Qué se le pasó por la cabeza?

-Empecé a cuestionarme muchas cosas. Con 31 años no me ganaba la vida como deportista profesional y había dejado una carrera de ingeniería y un trabajo en una empresa familiar. Te das cuenta de que vivir de la montaña es complicado y que tus amigas tienen una vida diferente y se empiezan a casar y tener hijos. Y yo dedicaba seis meses al año a estar en el Himalaya. Hay una lucha interior. ¿Merece la pena? Pues sí. Al final te das cuenta de que quizás no eres como todo el mundo. Tienes que hacer lo que te apasiona y a veces no es fácil.

-¿Alguna vez no se le ha valorado como esperaba?

-Yo no me quejo en esto. No sería justo quejarme. Mi deporte era minoritario y no se hablaba de montaña. Y llegó un momento en que los periódicos empezaron a tener artículos de montaña. Es un paso muy grande. Por el hecho de ser la primera mujer en terminar los 14 me han valorado. En nuestro país siempre he recibido calor de la gente y han valorado lo que he hecho.

-¿En el alpinismo, una mujer se topa con obstáculos añadidos?

-Es un deporte totalmente masculino. Lo era y lo sigue siendo. No hay muchas mujeres en las montañas. Seguramente tiene su punto de machista. Estás en el punto de mira de todo el mundo y se comparan contigo. Pero lo bueno es que la gente que he tenido alrededor en mi equipo siempre ha sido maja. No tenía problemas. Lo demás, lo he ido solventando.

-¿Se llega a infravalorar a la mujer en la montaña?

-En España hay más gente que ha terminado los 14 ochomiles. He escuchado a personas decir que yo los había acabado porque iba con equipos de hombres. Me río, porque los demás que han terminado los 14 también iban con equipos de hombres. A ellos no se les cuestiona. ¿Y a mi sí por el hecho de ser mujer? Me parece ridículo.

-¿Ha renunciado a mucho?

-A muchas cosas. He tenido que renunciar muchas veces a tener pareja, a tener hijos, a salir...

-¿Y su idea de crear una familia?

-Mi depresión también viene por eso. Con treinta y pico años todas mis amigas empiezan a tener hijos y yo no. No me veía teniendo hijos y yéndome a escalar seis meses. Es el momento más crítico de mi vida.

-Aún está a tiempo.

-Espero que sí. Ya tengo 43 años y, como dicen, se pasa el arroz. Si tiene que venir el momento, viene.

-¿Ha perdido a muchos amigos en la montaña?

-Por desgracia, a muchos. La montaña me ha dado lo mejor, que son mis amigos, pero también me ha hecho perder lo mejor. He perdido a 14 amigos cercanos.

-¿La dureza de este deporte ha forjado su carácter?

-Yo creo que sí. Me ha ayudado a ser más pragmática. A afrontar los problemas de una forma diferente. Yo sufro igual que todos, pero busco la solución.

-¿Ha visto de cerca la muerte?

-Un par de veces seguro. En la bajada del K2 y la del Kanchenjunga. Son las montañas que más me han costado. Lo mejor que he tenido es la gente que ha estado alrededor mío. Gracias a ellos, estoy aquí.

-En 2011 intentó hollar el Everest sin ayuda de oxígeno, pero no lo logró. ¿Es una espinita clavada?

-Es el único de los 14 que hice con oxígeno. Claro que se me ha quedado clavada. Y no lo descarto.

-¿Está enamorada del Himalaya?

-Sí. No te enamoras sólo de las montañas, sino también de todo lo que hay alrededor, de las personas. Me han dado muchísimo. Me han enganchado ciertas cosas de esta gente, sobre todo entender la vida de una manera mucho más pausada que nosotros. A veces necesito irme allí. Estoy muy vinculada a Nepal. Tengo una fundación en la que nos dedicamos a la educación infantil. Tras el terremoto, estamos reconstruyendo un pueblo de 55 viviendas con la ayuda que los españoles nos han dado.

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