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Ovni. Los jugadores del Fertiberia se entrenan en el pabellón donde disputan sus partidos como locales.
La cara B del balonmano español
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La cara B del balonmano español

Maratonianos viajes en autobús y cenas en áreas de servicio contrastan con el éxito de una selección que siempre lucha por las medallas

Moisés Rodríguez Plaza

Lunes, 9 de febrero 2015, 00:02

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Noche de cualquier sábado en un área de servicio sin determinar de la Península. Un grupo de chavales fornidos bajan de un autobús con evidentes síntomas de cansancio. Entran al baño mientras alguien saca una bolsa con bocatas y bebidas. Los reparte y los jóvenes los devoran en pocos minutos. Hay fuerzas para gastar alguna broma antes de regresar al vehículo y reemprender el regreso a casa. Esa es la realidad del otro balonmano de élite en España, por ejemplo, la del Fertiberia Puerto de Sagunto.

Este fin de semana, los chavales entrenados por Patxi Martí han realizado su particular peregrinación a Galicia, que no a Santiago. Para jugar en Cangas, donde sufrieron una cruel derrota, salieron desde Puerto el jueves y regresaron ayer por la tarde. Nada de vuelos chárter ni de costosos hoteles o menús en buenos restaurantes. Hay que minimizar los gastos para poder completar la temporada.

«El sacrificio es mayor y la exigencia en la pista, la misma. No piensas en que puedes lesionarte porque si lo haces, te pasa», comenta Rubén Ruiz, capitán y uno de los jugadores no profesionales que militan en el Fertiberia. El club valenciano representa la cara B del balonmano. Los Hispanos que no salen por la televisión una vez por año con la camiseta de la selección y que se sienten privilegiados por tener un salario decente en algunas de las ligas potentes del centro de Europa.

Hoy por hoy, jugar en Asobal -exceptuando el Barcelona- implica tener un contrato bajo (los tres o cuatro profesionales) o compaginar el balonmano con un empleo que es el que realmente da los ingresos necesarios para vivir. Es el caso de Rubén, que trabaja en una gestoría. «Más de una vez, cuando hemos tenido partidos entre semana, he regresado de viaje a las 8 de la mañana y me he ido directo a la oficina».

Él no es el único. Los profesionales se pueden contar con los dedos de una mano. Básicamente son los extranjeros: los lituanos Rolandas Bernatonis y Aidenas Malasinskas y los serbios Ilija Stadic y Sasa Dukic. Además, este verano el club se encontró con el regalo de la renovación de Nacho Plaza, quien a sus 21 años está considerado como uno de los jugadores con más proyección del balonmano español. De él dicen que puede ser el sucesor de Julen Aguinagalde. Su destino está en la Bundesliga, cómo no, y ya ha confirmado su fichaje por el Füchse Berlín para la próxima campaña.

El resto de la plantilla del equipo porteño ha de ganarse la vida fuera de la cancha, empezando por los dos porteros: Juan Sebastià trabaja en una empresa de automoción y David Bruixola es policía nacional. Hay universitarios (Toni Alegre y Diego Roca) y expertos en márketing (Ignacio Nebot). Ángel Fernández trabaja en una farmacia de Torrent y Javier Tarrasó, en una firma de material médico. Sergio Berrios forma parte del personal de la Federación Valenciana de Balonmano. Hasta el entrenador tiene una vida laboral paralela al deporte profesional.

Patxi Martí, que ya estuvo al frente del histórico Balonmano Valencia durante sus últimos años, es director de Secundaria y Bachillerato en el instituto Juan Comenius. «Tenemos seis profesionales, que son los que entrenan doble. Por las mañanas van al gimnasio o siguen un plan específico. Los demás venimos todas las tardes, pero no nos ganamos la vida con esto. Trabajamos y viajamos el fin de semana».

También es el entrenador de la selección promesas. «Al final mi puesto de trabajo está en el instituto», señala Patxi Martí, quien destaca el sacrificio que ha de hacer cada uno de los integrantes de la plantilla para mantener al Fertiberia en Asobal: «Hoy teníamos sesión de vídeo. Pues ahí estuve hasta las tantas preparándolo. Acabas perdiendo muchas horas de sueño y robándole tiempo a la familia y a los amigos porque en el trabajo tampoco te puedes relajar».

Pronuncia estas palabras en la semana previa al viaje a Cangas, el de este fin de semana, que resume a la perfección la vida de un equipo modesto en la élite del balonmano. Para desplazarse a Galicia, la expedición partió de Puerto de Sagunto el pasado jueves por la noche. Los jugadores durmieron como pudieron en el autobús y descansaron el viernes por la mañana para entrenar por la tarde. Pasaron esa noche en un hotel y jugaron el sábado por la tarde para inmediatamente después darse otra paliza de vuelta a casa. «La exigencia es máxima, en ese sentido no tengo nada que reprochar al grupo. Es un milagro que los resultados en los deportes de equipo con los recursos que tenemos en España», subraya Patxi Martí.

Al final el desgaste es como si se disputasen dos partidos, pero la exigencia, máxima. Y si no, sólo hay que escuchar las palabras del propio Martí tras la derrota, destacando la necesidad de defender mejor. Sus jugadores lo tienen interiorizado: cuando se está sobre la pista, sólo importa el balonmano. «Al final las vacaciones son para hacer la pretemporada. Lo haces por vocación», comenta Rubén Ruiz.

La situación del Fertiberia no es una excepción, lo que trae como consecuencia una Asobal cada vez más igualada, pero con menor nivel. Las estrellas están casi todas en el extranjero, exceptuando el Barcelona. «La parte positiva de todo esto es que se le da más oportunidades a esa gente, a la de la base», comenta Martí mientras señala a los chavales del juvenil, que entrenan en el Ovni cuando se elaboró este reportaje.

Este es el pabellón, ubicado junto a la carretera que une los núcleos de Sagunto y Puerto, donde juega como local el Fertiberia. A los partidos de Asobal suelen ir un millar de espectadores. Hay tradición de balonmano en la zona desde que un grupo de vascos vinieron a Valencia a trabajar en la fábrica de la empresa Altos Hornos Vizcaya.

Ahí está el origen de un club que viste de rojiblanco en clara alusión al fuego que caracterizaba esta factoría. Hoy el Club Balonmano Puerto de Sagunto tiene una nutrida cantera y una afición que, en buena parte, son descendientes de aquellos inmigrantes que llegaron desde el País Vasco en los 70.

Pero por mucha masa social que haya, la economía es un gran problema. El patrocinio de Fertiberia, oro puro para el club, se cerró cuando estaba a punto de arrancar la pretemporada. Hasta entonces no se pudieron negociar los contratos con los profesionales, que lógicamente firman para una campaña. «No sabemos cuánto tiempo vamos a estar en la Asobal. Si no puede ser, jugaremos en una categoría inferior o dos, pero tenemos claro que no seremos nosotros los que asfixiemos al club», comenta un portavoz.

«Creo que es positivo para la Comunitat que haya dos equipos en Asobal, nosotros y el Benidorm», indica Patxi Martí. «Hay que aguantar y esperar a que todo mejore», señala. Es el sueño de muchos que con su sacrificio colaboran en la supervivencia de un deporte que sólo es de masas cuando los Hispanos luchan por una medalla.

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