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Urgente Aemet alerta de un brusco cambio de tiempo esta tarde en Valencia
De izquiera a derecha: Diego Robles (2º), Emilio Aguayo (1º) y Fernando Martínez (3º). :: lp
Una 'medusa' que da brazadas

Una 'medusa' que da brazadas

Los retoques del Valencia Triatlón aumentan el atractivo de esta prueba, previa al Campeonato de España

J. C. VALLDECABRES

Domingo, 7 de septiembre 2014, 23:32

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Estaba cantado. Ganó el gran favorito -Aguayo- seguido de uno de sus mejores pupilos -Robles-. Cualquier deportista hubiera disfrutado viendo cómo consume metros el actual campeón de la Comunitat. Sentenció en el agua, un medio que domina por su pasado nadador. Su rítmica y poderosa brazada abrió tal brecha que le obligó a cubrir toda la bici en solitario permitiéndole, eso sí, correr luego a un ritmo 'tremendamente' cómodo (a 3.39). Él mismo relataba nada más terminar la mejor de las anécdotas de la mañana que provoca una obligada reflexión posterior.

«Yo veía que en el agua estaba sacando bastante distancia al grupo, iba concentrado nadando ya en los últimos 500 metros pero en un momento dado noté que algo me golpeaba de manera insistente en los pies. Creí que era una medusa o algún animal, me dio un susto terrible. Y resulta que era otro nadador. ¿De dónde ha salido? Era imposible que recortara tanta distancia en apenas unos segundos. Creí que era un espontáneo». Todo tiene su explicación según indicaron los jueces después. Un triatleta de la segunda salida decidió adaptar el recorrido a su gusto saltándose algunas boyas. A veces pasa, por desgracia, pero es evidente que a nadie le hace ni pizca de gracia. El año pasado ya sucedió algo parecido aunque el recorrido este año, ligeramente modificado, no dejaba lugar a la confusión.

Valencia Triatlón sigue sumando éxitos de participación y continúa mejorando. Por ejemplo, el adelanto en los horarios de salida fue muy bien acogido por los triatletas, ahora sólo falta que se adelante también el acto de entrega de trofeos. Lo de salir antes ayuda muchísimo. Correr con el sol a plomo es un auténtico calvario que obliga a extremar la hidratación. Lo que no gustó tanto a los participantes fue el sistema de abastecimiento de agua en la carrera. Lo de los vasitos parece una buena solución a priori porque se controla el consumo, pero es lo más incómodo del mundo a la hora de llevártelo a la boca para dar un trago. Con lo que se paga por inscripción... es un desafío. El generoso esfuerzo de los voluntarios -de sobresaliente- no compensa este detalle. Por supuesto, lo mejor que tiene este acontecimiento es el entorno. Es una gozada para la vista -para el que tenga fuerzas de levantar la mirada de la rueda del que va delante- circular por la dársena y por la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Ahora bien, pese al esfuerzo de la organización, el botellón del sábado noche siempre deja huella. Las botellas y vidrios esparcidos en determinados tramos provocaron bastantes pinchazos y alguna que otra caída con cierto riesgo. No empañó ni mucho menos esta circunstancia el acontecimiento, que este año ha caído justo a una semana vista del Campeonato de España olímpico en el que el valenciano Emilio Aguayo vuelve a estar entre los candidatos. Trabaja para ello. Rozó el podio en el Campeonato de España sprint -fue cuarto- y ahora quiere quitarse la espina.

Su dedicación es casi absoluta y eso le permite completar semanas con una carga fuera del alcance de la mayoría. De lunes a domingo se puede marcar 25 kilómetros de natación, 250 km de bici y 70 km de entrenamiento. Un menú que redondea por las noches con un capricho: un helado. Anoche, como él, otros mil y pico triatletas se dieron el gustazo de darse una alegría al cuerpo después de semanas de entrenamiento.

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