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Diana Martín celebra el bronce tras Moldner-Schmidt y Fougberg.
La medalla de la hormiguita
ATLETISMO

La medalla de la hormiguita

Diana Martín, una atleta insomne, acaba tercera en los obstáculos tras años de lenta pero constante progresión

Fernando Miñana

Domingo, 17 de agosto 2014, 20:46

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A Diana Martín no hay que programarle nunca un entrenamiento a primera hora. Ni siquiera cuando aprieta ese calor seco de Madrid. El motivo es que por la noche, cuando se va a la cama, tarda horas en dormirse. Es un problema que le agobia desde hace años y con el que, resignada, ha aprendido a convivir. Pero a su favor está que tiene una cabeza privilegiada y ordena sus días al milímetro. Así ha sido su vida: disciplina y constancia. Porque nunca ha sido un talento natural y todo lo que ha conseguido ha sido fruto del trabajo, del empeño por alcanzar sus metas. Por eso no hay nadie en el atletismo español que no se emocionara cuando vio entrar tercera, con su mejor marca de siempre (9:30.70), eso es competir, a la fondista de Móstoles en la final de los 3.000 metros obstáculos.

La madrileña, especialista de las carreras de campo a través, hizo su marcha, solo pendiente de su ritmo, y a falta de cuatro vueltas estiró el grupo hasta que concretó la selección. Resistieron la alemana Antje Möldner-Schmidt, que se colgó el oro (9:29.43), y la sueca Charlotta Fougberg. Diana, en una tarde apoteósica para España, atrapaba, al fin, a los 33 años, la medalla que siempre soñó cuando, ya de madrugada, caía rendida. Y de paso le daba a su entrenador, Antonio Serrano, la alegría que merecía después de ver cómo Loli Checa tenía que renunciar a estos Europeos por una lesión, cómo Víctor García se estampaba en el último obstáculo de su eliminatoria o cómo Alessandra Aguilar se tenía que retirar en el kilómetro 39 del maratón. Aunque por la mañana su otro maratoniano, Javi Guerra, que se había inspirado viendo una y otra vez la famosa llegada del Europeo de Helsinki de 1994 en el que Martín Fiz, Diego García y Alberto Juzdado coparon el podio del maratón, logró un valioso cuarto puesto en la carrera dominada por el italiano Meucci (2:11.08).

Diana Martín, un clásico del Valencia Terra i Mar, equipo al que pertenece desde 2002, apura las horas del día y en los viajes era habitual verla, mientras sus compañeras conversaban o trasteaban con el móvil, fijar la mirada en los apuntes que reposaban sobre sus rodillas en el autobús. Eso le permitió diplomarse en Empresariales y en Terapia Ocupacional, y licenciarse en Económicas. Así es ella, una hormiguita que ha ido avanzando despacio.

Cáceres, cuarto ingrato

En la vida de Eusebio Cáceres todo ha ido mucho más deprisa. Él sí posee un don para el atletismo. Pero la competición le está enseñando que la paciencia es otra virtud. Cuarto hace un año en el Mundial de Moscú, una lesión le ha condenado a repetir este ingrato puesto en el Europeo de Zúrich, donde se veía con fuerzas para aspirar a todo. Pero unas molestias hicieron que solo pudiera completar dos saltos. Un nulo y el único válido, con una marca de 8,11 (-0.7), que le dejó a tres centímetros de la medalla de bronce del francés Gomis, a cuatro de la plata del griego Tsatoumas y a 18 del oro del británico y campeón olímpico Greg Rutherford (8,29). Por eso se lamentó después de la final. Me encontraba muy bien, estaba enchufado y el peor salto que he hecho es el válido. Cuando notó el dolor en el glúteo pidió la ayuda del fisioterapeuta porque sabía que podía luchar por el oro, pero no pudo continuar.

Cáceres es uno de los abanderados de la nueva generación que ha despuntado en estos campeonatos de Europa. Como Roberto Alaiz, uno de los leones de José Enrique Villacorta, que pecó de novato, como él mismo reconoció, y entró en una quinta posición (14:11.47), por delante del mismísimo Bob Tahri, que le supo a poco en una carrera en la que el poderoso Mo Farah hizo valer su portentosa última vuelta (52.23) para convertir casi en rutinarios, por lo repetitivos, sus dobles triunfos en 5.000 y 10.000, como ha hecho también en el Mundial de Moscú y en los Juegos de Londres. El británico se desquita así de un año torcido, en el que no tuvo el debut esperado en el maratón y en el que lleva varios sustos, el último un desmayo por una infección bucal. Por detrás de Alaiz entraron Toni Abadía, octavo, uno de los 22 finalistas del equipo español en Zúrich, y Jesús España, undécimo.

A la altura de Farah estuvo Maniedine Mekhissi, autor de una gesta que quedará sin huella en estos Europeos por su error al quitarse la camiseta en la última recta de los 3.000 metros obstáculos, una infracción del reglamento que le costó la medalla de oro, pero a ese triunfo le sumó la victoria en la final de los 1.500 (3:45.60) con un cambio demoledor a falta de 450 metros que descolgó a todos sus rivales, incluido David Bustos, que eludió las dos caídas que hubo durante la carrera, y terminó sexto (3:46.92). El francés fue má comedido esta vez, aunque en la recta se puso a agitar las manos mirando al público, que castigó con silbidos su carácter.

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