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Joan Laporta durante su etapa como presidente del Barcelona.
El Barça de Laporta se enamoró de Catar pese a reconocer que su «democracia es limitada»
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El Barça de Laporta se enamoró de Catar pese a reconocer que su «democracia es limitada»

El informe de Marc Ingla, primer emisario que envió el expresidente culé a Doha, aplaudía la posibilidad de rebautizar el estadio como Qatar Nou Camp

nacho castañón

Martes, 31 de marzo 2015, 20:23

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Joan Laporta, expresidente del FC Barcelona, y su junta directiva estuvieron a punto de firmar en 2005, cinco años antes de suceder finalmente, un acuerdo con Catar para incluir publicidad del emirato en la camiseta del club blaugrana, pese a saber que en el emitato «la democracia es limitada». Marc Ingla, emisario culé, redactó un informe a la vuelta de su viaje al emirato recomendando la firma inmediata de un acuerdo, mientras que el Barça hizo todo lo posible para cerrar dicha operación por aquel entonces.

A pesar del esfuerzo del club catalán, la operación no llegó a concretarse en ese momento. En dicho informe, que la revista Mongolia publica en su último número que sale el miércoles a la venta, se detallan todas las bases que acabarían fructificando en diciembre de 2010, ya con Sandro Rosell como presidente del Barcelona. Fechado el 27 de marzo de 2005, el informe fue remitido a Laporta y su junta directiva. Tres días más tarde, el club blaugrana remitió una propuesta de acuerdo por escrito al Gobierno de Catar con la esperanza de que fuera firmado una semana después, algo que nunca sucedió.

Ingla reflejó en el citado informe que los directivos del Barça eran conscientes de los asuntos más espinosos asociados al patrocinio, como la falta de democracia en el país árabe o que el objetivo catarí era «estratégico» y que aspiraban a asociar su nombre al estadio. También conocían que el instrumento final que se decidiera utilizar (Qatar Navigation o Qatar Airways) no era más que una «estrategia para poner Catar en el mapa del mundo». Ingla despachó la falta de democracia afirmando que es cierto que existía este problema, pero que era menor porque la gente «no necesita demasiada democracia ya que viven ricos y felices, hay trabajo para todos».

Igualmente, el directivo llegó a vislumbrar un horizonte en que Catar asociaría su nombre al Camp Nou. «Consideran que este puede ser el principio de una relación a largo plazo ya que en el futuro podrían entrar en operaciones relacionadas con el estadio: por ejemplo, ellos podrían financiar la «segunda piel» y pagarían los derechos del nombre del Estadio a razón de diez millones por año. Si fuera un estadio nuevo también se podrían volver locos», escribió Ingla. El enviado de Laporta consideró en su momento que se trataba de un acuerdo «inmejorable» sin contras, aunque eran conscientes de que si firmaban el acuerdo «dirían que nos vendemos a los árabes y que nos convertiremos en un capricho de los millones arabes». En 2010, Rossell firmó finalmente el acuerdo con los mismos términos, pero curiosamente Laporta se opuso a ello.

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