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P. Ríos
Domingo, 23 de noviembre 2014, 14:36
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«Si Messi es feliz, el Barça es feliz». La frase es de Xavi Hernández, el empleado del club que mejor conoce la casa tras convivir en el primer equipo con seis presidentes (Josep Lluís Núñez, Joan Gaspart, Enric Reyna, Joan Laporta, Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu) y nueve entrenadores (Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, De la Cruz, Antic, Rijkaard, Tito Vilanova, Tata Martino y Luis Enrique). El centrocampista marca el ritmo de los partidos desde 1998, ha compartido vestuario con estrellas de todos los colores y actitudes, podría escribir varios libros sobre ese mundo tan conocido y extraño al mismo tiempo que es el Barcelona. Pero con ocho palabras le basta para resumir al Barça: «Si Messi es feliz, el Barça es feliz».
Como capitán y uno de los pocos que puede tener una cierta ascendencia sobre Leo, Xavi fue quien empujó al '10' hacia el césped para que correspondiera a la ovación que le estaba dedicando el sábado la afición del Camp Nou tras lograr un 'hat trick' en el 5-1 sobre el Sevilla y superar de una vez el récord de 251 goles de Telmo Zarra para elevarlo a 253. Los jugadores ya le habían manteado, tras el 4-1 (el 252 del récord) y después del partido, con pasillo incluido camino del vestuario. La afición ya le había ovacionado antes del encuentro, mientras iban cayendo los goles, y al acabar el espectáculo. Y el club le dedicó un vídeo que permitió a lo seguidores expresar su cariño al jugador y su disconformidad con Bartomeu y Zubizarreta.
Quedó claro que el barcelonismo cierra filas en torno a Messi, que no acepta interpretaciones malévolas de sus declaraciones al diario Olé de Argentina. Todo el mundo le entendió perfectamente. Básicamente, Leo quiere seguir ganando, no quiere más experimentos deportivos. Y si el '10' necesita algo, el socio va a exigir al club que se lo proporcione. No parece que se trate de otro aumento de ficha, parece más la necesidad de sentirse bien rodeado en un club sin satélites extraños, como el vicepresidente deportivo, Javier Faus, quien le faltó al respeto hace un tiempo, o el director deportivo, Andoni Zubizarreta, sin sintonía con el crack.
Por eso el Camp Nou aprovechó la fiesta de Messi para abuchear al presidente, Josep Maria Bartomeu, y al propio Zubizarreta. Lo puso en bandeja la falta de cálculo del departamento de comunicación del club al diseñar un video con felicitaciones intercaladas con algunos goles del crack. El contraste con las ovaciones a Luis Enrique, Xavi, Iniesta y Busquets fue tan brutal que el vídeo se convirtió en otro gol de Messi, en esta caso a una directiva que ya puede mimarle para que no se le ocurra irse del Barça porque eso es ahora lo único que no perdonaría el sufrido seguidor del Barça. La felicidad sin Messi es imposible.
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