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Krychowiak (d) celebra su gol con sus compañeros.
Deulofeu marca el camino hacia la 'cuarta'
Fase de grupos

Deulofeu marca el camino hacia la 'cuarta'

El Sevilla venció con demasiada comodidad a un Feyenoord que nunca inquietó la portería del canterano Sergio Rico

Luis F. Gago

Jueves, 18 de septiembre 2014, 00:44

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Comenzaba una nueva andadura por su competición fetiche el Sevilla. Saltaron los de Nervión con el emblema en la manga derecha de su camiseta que les acreditaba como los actuales campeones. Es una manera, igual que otra cualquiera, de intimidar a todo rival que se cruce en la búsqueda de la cuarta. Quizá por esa razón el Feyenoord decidió rendirse antes de empezar, porque los sevillanos vencieron de una manera cómoda ante su afición, pese a jugar a medio gas sin apenas intensidad ni tensión.

Los holandeses se decantaron por encerrarse y esperar que los 90 minutos pasaran lo antes posible. La estrategia duró poco. Exactamente siete minutos, el tiempo que tardó Krychowiak en rematar a puerta vacía un centro perfecto a balón parado de Deulofeu. El polaco fue el primero en marcar en la nueva etapa sevillista durante una temporada europea que se espera vuelva a ser histórica por el barrio del Pizjuán. El tanto hispalense consiguió que el ritmo del partido, al principio muy alto, bajara de una manera considerable. La presión sevillista del inicio menguó esperando con un deseo ávido que el Feyenood saliera de la cueva para poder finiquitar el encuentro con un contragolpe.

Pero las aspiraciones del Sevilla se vieron truncadas rápidamente ante la actitud pasiva holandesa. Daba la impresión de que el primer encuentro en la liguilla de la UEFA para el equipo de Rutter era una simple oportunidad para visitar una ciudad como Sevilla y de camino jugar un amistoso más de pretemporada. Le importaba poco el juego, crear ocasiones y disputar balones. Se limitaban sus jugadores a dar patadas a destiempo y tratar de amedrentar el buen juego horizontal nervionense.

Ante la citada falta de ambición, el Sevilla decidió que a balón parado era una buena forma de finiquitar el partido. Deulofeu se erigió como gran protagonista y dispuso una nueva falta bien botada para que esta vez fuese MBia el que marcara ante los aspavientos del portero Vermeer, quien no se sabía bien si estaba reclamando un hipotético fuera de juego o aplaudiendo la magnífica calidad del jugador catalán a la hora de centrar. Con el 2-0 el Sevilla estaba tan tranquilo que hasta llegó a pecar de una excesiva calma. Un ejemplo de ello fue Kolo, el central polaco-francés fichado tras la huida al Tottenham de Fazio, que estuvo muy nervioso en su estreno con la camiseta blanca. Hizo una alta absurda al borde del área que casi le cuesta un tanto a los suyos. Por fortuna para Sergio Rico las vírgenes sevillanas a las que rezaba su madre en la grada sirvieron para que el balón diera en los dos palos y no amargara su debut en Europa.

Sin historia

Para la segunda mitad Unai Emery decidió dejar más tiempo a los mismos. Un once que experimentó hasta siete cambios con respecto al equipo titular que había usado en los tres primeros encuentros de Liga. Es la apuesta clara del vasco para esta campaña. Dijo a Monchi en la negociación de la planificación que quería una plantilla amplia para poder dosificarla y no le ocurriera como la campaña pasada, en la que la consecución de la Europa League supuso perder la plaza de Champions por la que también luchaba.

La segunda mitad no tuvo historia, igual que el encuentro en general. El Feyenoord continuó con su guía turística sobre el césped deseando acabar cuanto antes con aquel martirio. Los sevillistas aprovecharon para conocerse mejor a base de combinaciones y jugadas en el área visitante que no culminaban en gol por egoísmo y alta de puntería. Deulofeu fue quien mejor ejemplificó lo que fueron los minutos finales. El talentoso jugador del Barcelona demostró por qué Luis Enrique decidió mandarlo por correo urgente a Sevilla para ver si le es útil en futuros años. Habilidoso, con calidad, capaz de desequilibrar a toda una defensa, pero sin comprender que el fútbol es un deporte colectivo y a veces es necesario tener la inteligencia suficiente de saber cuándo soltar el balón hacia un compañero.

Con el Sánchez Pizjuán cantando un himno que ya es símbolo del mundo del balompié, el Sevilla finalizó un partido insulso con tres puntos vitales.

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