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La selección de San Marino, que juega hoy en su estadio de Serravalle. :: r. c.
El peor partido de Europa: San Marino - Andorra

El peor partido de Europa: San Marino - Andorra

San Marino y Andorra juegan esta tarde para acabar con trece años sin una victoria

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 22 de febrero 2017, 12:00

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Cuando los fotógrafos de la prensa andorrana van a cubrir un partido de la selección en el estadio Comunal, no van a colocarse cerca del área del rival, como sucedería con la gran mayoría de equipos para retratar las jugadas de ataque, las más vistosas, las que suceden de frente, sino que todos se van directos a los alrededores del área del Andorra porque saben que será complicado ver a los jugadores lejos de allí. Es el fútbol visto desde otra óptica, la de uno de los diez peores equipos del mundo. Pero hoy será diferente. Esta tarde, Andorra se enfrenta a San Marino, un combinado de similar endebleza con quien comparte un dato sorprendente: ninguno de los dos ha ganado un partido en los últimos trece años.

Es un amistoso, pero las dos selecciones saben que de eso nada, que es una oportunidad como no se presentará otra en mucho tiempo para aliviar sus rachas. Porque San Marino lleva 74 partidos sin lograr una victoria y Andorra, todo un récord mundial, 86. «En los medios andorranos el tratamiento no tiene nada que ver con los españoles. Si Andorra acaba un partido perdiendo 5-1, la noticia, sin duda, es el gol», explica un periodista que prefiere mantener el anonimato porque en este paraíso del esquí no les hace demasiada gracia el asunto. «Perder es algo que tienen asumido desde el primer partido. Es lo lógico: su potencial es el de un equipo de Regional Preferente y físicamente son muy inferiores a cualquier potencia europea. Sus jugadores son unos tirillas que no viven de esto, que, en muchos casos, fuman y se van de fiesta regularmente como cualquier otro joven de su edad».

El ranking FIFA les coloca en la cola. De los 211 países computados, San Marino ocupa el puesto 202 y Andorra, el 203. Solo pueden presumir de ser mejores que ocho rivales en todo el mundo: Islas Vírgenes Británicas, Anguila, Bahamas, Yibuti, Eritrea, Gibraltar, Somalia y Tonga. Y su balance es demoledor.

Una leyenda de por vida

Los pirenaicos acumulan tres victorias, doce empates y 126 derrotas. Su rival, un único triunfo, cuatro igualadas y 133 traspiés. San Marino, un estado de 30.000 habitantes rodeado de territorio italiano, celebró su único encuentro triunfal el 28 de abril de 2004, el día que Andy Selva, conocido como 'La Belva' (La Fiera en italiano), marcó un gol histórico en el minuto cinco de un amistoso contra Liechtenstein. Selva es su mayor leyenda. No solo por aquella gesta sino porque es el máximo goleador de la historia de San Marino con ocho tantos... en 74 encuentros. Vive de rentas y se permite el lujo de seguir jugando a los 40 años.

Hace unas semanas, la Federación Andorrana de Fútbol celebró su gala anual para premiar a los mejores de la temporada y aprovechó para organizar un homenaje a Agustí Pol, autor del primer gol de la selección hace 20 años en un amistoso contra Estonia en el Comunal (cada una de las siete parroquias tiene su común, como el ayuntamiento). «Recuerdo las caras de ilusión que tenían mis compañeros», rememoró el goleador. Sus otros hitos son sus dos victorias en partidos amistosos, ambos por 2-0, ante Bielorrusia (2000) y Albania (2002), y, sobre todo, el triunfo ante Macedonia (1-0) en 2004 durante la fase de clasificación para el Mundial de Alemania.

Andorra, con 85.000 habitantes, algunos nacionalizados, como el seleccionador, el vitoriano Koldo Álvarez (lleva ya 23 años en los valles y habla el catalán perfectamente), se nutre de su competición doméstica, conocida como la 'liga charcutera' por el nombre de sus patrocinadores (restaurantes y comercios locales), y en ocasiones, como cuando se han enfrentado a Inglaterra, han optado por trasladar el enfrentamiento a Barcelona, a Montjuïc, donde la hinchada británica era muy superior a la 'local'. «Cuando más gente va al Comunal es cuando viene una figura mundial. Yo recuerdo el partido contra Gales, que la gente quería ver a Bale, o el de Holanda, por Van Persie», señala el redactor, uno de los que han viajado invitados por la federación con el dinero que da la FIFA para fomentar el fútbol en los países más pequeños.

Siempre que viaja alguna potencia a Andorra, los periódicos locales reciben una llamada de algún colega ansioso por averiguar los oficios de los jugadores. «Les contestamos que no lo sabemos. Para ellos es extraordinario, pero para nosotros es tan común que trabajen que no nos preocupamos, no nos parece exótico».

Resistir 65 minutos

Andorra tiene básicamente dos objetivos en sus partidos: aguantar hasta el minuto 65, lo que suelen resistir físicamente, encajando el menor número posible de goles, y tratar de crecer humildemente como equipo. «Y eso consiste en elaborar alguna jugada. Algo básico como pasársela a un defensa, dársela al mediocentro y que éste abra a la banda. Eso es para ellos una jugada elaborada», cuenta el periodista.

Al contrario de lo que ocurre en otros deportes como la natación o el atletismo, donde les permiten participar en las competiciones españolas -la andorrana Clàudia Guri acaba de ser cuarta en salto de altura en los Campeonatos de España celebrados en Salamanca y el Morabanc Andorra ha disputado la Copa del Rey de baloncesto-, el fútbol tiene su propia liga. Su sueño es jugar la previa de la Champions, esa eliminatoria veraniega a la que nadie presta atención, porque superarla supone una inyección económica equivalente al presupuesto de un año.

La perspectiva de estas selecciones es difícil de entender en países como España. O como Letonia, que destituyó a su seleccionador por empatar a uno contra San Marino. Por eso nadie entendía la felicidad de Aldo Simoncini el día que recibió trece tantos (0-13 ante Alemania, la mayor goleada europea) el 6 de septiembre de 2006. Dos años antes, el portero era una promesa que jugaba en el Módena (Serie B italiana) cuando sufrió un accidente de tráfico que casi le cuesta la vida. La rehabilitación fue muy lenta y engorrosa: Simoncini tardó dos años en volver al fútbol. Por eso, aunque le metieron trece goles en aquel partido, fue uno de «los días más felices» de su vida.

Hoy miden sus fuerzas en el estadio de Serravalle, de césped artificial (como el Comunal andorrano) y un aforo de 7.000 espectadores, donde San Marino confía en lograr la segunda victoria de su historia y Andorra, la cuarta. El derbi de los microestados.

Son los pobres del fútbol mundial, equipos que cuentan sus partidos por goleadas. Aunque se lo toman con resignación y buen humor, como demuestra el seleccionador sanmarinense, Pierangelo Manzaroli: «Si Brasil recibió siete goles en las semifinales de un Mundial, ¿por qué no nos puede pasar a nosotros?».

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