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Es la clave del éxito del Picken Claret. Jugadoras de casa para blindar la ilusión del proyecto.
Una luz en el basket femenino
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Una luz en el basket femenino

Cerca de 400 chicos y chicas forman parte de una base alimentada en el histórico colegio Claret del barrio de Benimaclet

Héctor Esteban

Miércoles, 27 de enero 2016, 21:18

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Benimaclet siempre ha tenido vida propia. La individulidad de un barrio con cierto aroma a resistencia. En su día fue municipio. Y eso marca. Varias generaciones crecieron entre los surcos de la huerta, que hoy sobrevive menguada y rodeada de símbolos del pelotazo. Pero en el cogollo todavía huele a pueblo. La avenida de Primado Reig ha separado dos mundos en una misma ciudad. Desde una de las aceras, en la misma frontera del barrio, se divisa Mestalla a través de Gascó Oliag. Alborotado en los días de fútbol. Aficiones extrañas para algunos. En Benimaclet existe una especie de Galia, donde la medida estándar son los 3,05 metros, la distancia que hay del suelo al aro. El Colegio Claret mima esa esencia. La protege con celo. Donde el fútbol no forma parte de la vida. Hoy, cerca de 400 chicos y chicas mantienen viva una tradición que pasa de aula en aula. Como una especie de Catón. Con el bote del balón como ritmo en la pista. En el Claret los recreos siempre han sido distintos. Sin gol. Donde los éxitos se cuentan del uno al tres. Del tiro libre al triple.

Hubo un día no muy lejano en que Valencia era tierra de Copas de Europa en el baloncesto femenino. El Godella fue la matriz de todo. Hoy, el Claret, con el apoyo de Picken, ha recogido aquel testigo en un inicio del camino. El equipo femenino que lleva el nombre del colegio de Benimaclet compite en la Liga Femenina 2, un reto que se supera cada día con las trabas propias del que empieza en un ambiente con compromiso profesional y privilegios de aficionado. El fútbol se lo come todo menos la pasión. Y a ese clavo, el de los verdaderos soñadores, se agarra la directiva del Picken Claret, que apostó por el baloncesto femenino de una manera directa para entrar a competir en categoría nacional.

«No es fácil. Cuesta mucho mantener un equipo en una competición nacional sin el soporte económico exigido. Las chicas no cobran y los viajes se hacen con la mochila cargada de compromiso», explica María Jesús, secretaria de la directiva. El equipo sólo se ha permitido un exceso esta temporada: Patricia Soler. La pívot dejó el Conquero de Huelva, segundo en la tabla en la máxima categoría, para disfrutar de minutos un peldaño más abajo. Le convenció el proyecto, el entusiasmo por el baloncesto. Soler ha sido internacional en las categorías inferiores con España y ha llegado al Claret para liderar al equipo.

El Picken Claret está en el grupo B de la Liga Femenina 2. Es el lado más fuerte de la competición, «pero el que nos sale más barato a la hora de desplazarnos». Las valencianas luchan con los equipos catalanes, madrileños, baleares, un conjunto de Almería y el Jairis de Alcantarilla, que está sostenido por el apoyo de la potente UCAM. La economía, en estos casos, prima sobre la igualdad deportiva. Rascar un euro en los despachos es como meter un triple.

El cuerpo técnico también ejerce de conductor. «Las chicas suben a la furgoneta, con los entrenadores al volante, les preparamos unos bocadillos para el viaje y a jugar», explica María Jesús. La directiva ha tocado muchas puertas. Muy pocas rendijas se han abierto más allá de la de Picken. El pasado domingo, con viaje en furgoneta y pernoctación en un camping con apartamentos, las chicas del Picken Claret se impusieron al Syngenta Almería por 49-53. Un salto hacia la permanencia. Ese triunfo, luchado hasta el último segundo, le da al Claret un colchón de cuatro partidos respecto al descenso. La vuelta de Almería estuvo cargada de optimismo.

«Lo analizas detenidamente y es curioso. Para una marca que quiera tener visibilidad en Europa la aportación es mínima en comparación con otros deportes. Vamos a seguir en la lucha», explica la directiva. Sólo Picken abrió la puerta para asociarse a un sueño. Muchos equipos de la categoría cuentan con patrocinadores muy potentes. Hay tres conjuntos catalanes, dos de las Islas Baleares y seis madrileños. Tierras con dinero.

La temporada es ajustada en lo económico pero ilusionante en lo deportivo. La épica en Almería ha servido de alivio. El partido era clave, ya que las valencianas sentían el aliento de las andaluzas en la tabla. El triunfo abre una distancia de dos partidos. «El objetivo, como no puede ser de otra manera, pasa por mantener la categoría y seguir creciendo en la Liga Femenina 2. No nos marcamos objetivos futuros. El nuestro es el día a día. Hemos llegado hasta aquí y es donde queremos estar por ahora. Pero insisto, ¡qué difícil es que las marcas apuesten por un deporte de chicas!», lamenta la secretaria de la directiva del Picken Claret. El equipo senior juega en el Universitario. «Vas a algunos pabellones y ves treinta o cuarenta personas en las gradas. Y la mitad son nuestros. Cuando jugamos en casa, en cambio, siempre acuden unas doscientas personas. Hay gente en comparación con otros sitios», apuntan.

Una oportunidad para todos

El pabellón de Benimaclet es el centro de entrenamiento y las reuniones de la directiva se realizan en una cafetería. La ilusión es tener un local propio. Que el Ayuntamiento les pueda ceder un espacio a través de la Federación Deportiva Municipal. El Claret, entidad histórica en Valencia como soporte del baloncesto de base, ejerce una labor social a favor de la cantera. No hay un criterio de selección para abrir la puerta a los jugadores. Todos merecen la oportunidad de disfrutar del baloncesto.

«Estamos vivos y eso es lo más importante. Con una cantera espectacular y con un proyecto que alimenta la ilusión que tememos por este deporte», afirma María Jesús, empeñada en que todo salga adelante. Lejos quedó el tiempo de los grandes éxitos del baloncesto femenino valenciano. Con el Dorna primero y Ros Casares. Con jugadoras pagadas con sueldo de profesional, a tiempo completo y estrellas extranjeras. Hoy la ilusión se mantiene. Intacta. Con el Picken Claret como superviviente de un sueño.

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