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Ruth Beitia ejecuta uno de los saltos de la final de altura. :: EFE/EPA/SRDJAN SUKI
Plata de primera  ley para Ruth Beitia

Plata de primera ley para Ruth Beitia

La cántabra se proclama subcampeona de Europa por detrás de la inalcanzable lituana Airine Palsyte

ALBERTO POZAS

Domingo, 5 de marzo 2017, 00:34

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Suma y sigue para Ruth Beitia en su currículum insultantemente largo, pero en su cara quedaba claro que ella había venido hasta Belgrado para ganar el oro. La mejor atleta española de todos los tiempos tuvo que claudicar y conformarse con la medalla de plata por detrás de una rival completamente imbatible: la lituana Airine Palsyte, que decidió que era el día perfecto para saltar dos metros y un centímetro y dejar en nada los esfuerzos de sus rivales.

Ruth Beitia, campeona olímpica en Río de Janeiro, empezó su concurso con el pie firme y dando lustre a su nueva técnica de carrera: a sus 37 años, que según dice han acabado «de una manera fantástica», ella y Ramón Torralbo han decidido que, en vez de empezar su aproximación al listón de parado, es mejor hacerlo con unos pasitos previos. Dosificó bien sus esfuerzos y llegó impoluta hasta el 1,94 que saltó a la primera. «Cuando entro a la pista se me quitan todos los males», señaló.

Las sensaciones eran exactamente iguales a las de toda esta temporada de invierno: inmejorables. Pero sucedió lo que no había sucedido hasta el momento: una rival más confiada que ella saltó 1,96 a la primera y dejó completamente descolocada a la mejor de la historia de España. Tres nulos y a la ducha, a chocar los cinco con «el cincuenta por ciento» de sus medallas, Ramón Torralbo, que veía la competición acompañado por la lanzadora de peso Úrsula Ruiz y por la mánager Julia García en unas sillas plegables razonablemente incómodas.

«Es genial, lo pelea todo», decía admirado Torralbo pocos minutos después. Ella sonreía en la pista, sonreía en zona mixta y seguía sonriendo en el podio, fiel a su filosofía de considerar cada final como un nuevo regalo otorgado por un ser superior mezcla de suerte, trabajo, veteranía, entrenamiento y actitud. Tercera quedaba la ucraniana Levchenko, con la misma marca de 1,94 que Beitia pero con un concurso más deficiente.

La veterana Palsyte

«Ha ganado la mejor», reconocía la propia Beitia minutos después de terminar la competición. Airine Palsyte (24 años) ejerció de perfecta desconocida y se llevó el oro con una calidad impropia de una saltadora poco acostumbrada a estar en lo más alto. La lituana llegaba a Belgrado como la única que había sido capaz de saltar más de dos metros este año, pero sin haberse ganado la condición de favorita: sus derrotas ante Ruth Beitia en Portland y Ámsterdam no hablaban bien de su competitividad, e incluso tras la clasificatoria la española le llegó a recomendar que se relajase en la competición.

La lituana sufrió una metamorfosis en la gran final: saltando con precisión de cirujano y la sangre fría de una veterana curtida en mil batallas, hizo un concurso perfecto saltando todo a la primera y plantándose en 1,96 metros como campeona de Europa y sin un solo nulo del que arrepentirse. Con la medalla ya en el cuello, la gran sorpresa del campeonato saltó 2,01 metros a la segunda para salir del Kombank Arena como la mejor saltadora del mundo este invierno.

La medalla de Ruth Beitia deja su currículum deportivo de pista cubierta en niveles casi inalcanzables: desde que participó en su primer euroindoor hace ahora quince años en Viena, la cántabra ha sido una vez oro, cuatro veces plata y otras dos veces bronce. «Cada competición es un regalo», repite como un mantra desde que casi se retira tras ser cuarta en los Juegos Olímpicos de Londres hace cinco años.

El sábado, en el Kombank Arena, Ruth Beitia le sacaba once años de edad a la siguiente atleta en la lista de salida del salto de altura: «Ya no estoy para hacer concursos maratonianos», decía entre risas en la zona mixta, explicando por qué economiza cada vez más sus saltos. Al final de la competición Ruth Beitia lamentaba, entre risas, ir a cumplir los 38 años próximamente, pero lanzaba una advertencia: tiene la mirilla puesta en Londres. El próximo mundial de la capital británica ha pasado de ser la fecha de su retirada a algo en lo que no quiere pensar. La última vez que dijo algo parecido estaba pidiendo al deporte una prórroga que ha resultado ser una de las más prolíficas de la historia del deporte español.

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