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Álex y Ascen, en el coche que les trasladó por Cuba, entre otros lugares a la salida.
El último maratón con Fidel

El último maratón con Fidel

«El subcampeón del medio maratón nos preguntó si íbamos a tirar las zapatillas, por si se las podíamos dar», relata el atleta valenciano

MOISÉS RODRÍGUEZ

Lunes, 5 de diciembre 2016, 20:58

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A Álex y Ascen les encanta viajar y son unos enamorados del running. «Todos los años intentamos ir a un país nuevo, hacer un desplazamiento largo. Teníamos pendiente visitar Cuba, pero queríamos que fuese aún con el régimen castrista», relata Álex. La pareja intenta también dar un componente deportivo a su turismo, tratando de inscribirse a alguna carrera. Esta vez, las piezas encajaron para que pudiesen vivir una experiencia inolvidable: «Comprobamos que el maratón de La Habana era a finales de noviembre. Mi mujer se lo pudo arreglar en el trabajo y yo tengo mi propia empresa». Estos atletas del Poblats Marítims fueron dos de las poco más de 450 personas que hace dos semanas cubrieron la distancia de Filípides pocos días antes de la muerte de Fidel Castro.

«Correr en el Circuito del Marabana nos permitió conocer zonas muy singulares entre las que se destaca La Habana Vieja e importantes sitios de la ciudad, como lo son sus fortalezas, sus suntuosas avenidas y otros sitios importantes de su riqueza cultural», comenta Ascen. También comprobaron in situ las escandalosas diferencias entre un 42K en suelo de la Cuba de Fidel Castro y una carrera multitudinaria en cualquier país occidental. Horas antes de que ellos tomaran la salida, se había celebrado el Maratón Valencia Trinidad Alfonso. Cualquier comparación es, cuanto menos, llamativa. «Nos llamó mucho la atención el avituallamiento. A diferencia de los que conocemos, te ofrecían líquidos de mora y naranja a modo de flash en unas bolsitas de plástico. Las tenías que morder para beber, nunca lo habíamos visto», destaca Álex, quien hace hincapié en el cronometraje: «No cuentan con prácticos, el recorrido lo tutelaba una bicicleta de altas dimensiones a modo circense. Los pasos de control, que distaban de manera desigual de uno a otro, eran equipos de personas apuntando los dorsales en un papel mientras otros los cantaban. En algunos lugares, había un bidón elevado con una transpaleta del que salían caños de agua para que nos pudiéramos refrescar».

Mientras muchos tramos de cualquier maratón del mundo los controlan voluntarios, el de La Habana está en todo momento vigilado por el ejército. «Sobre el kilómetro 19, pararon la carrera porque un tren de mercancías cruzaba el recorrido. Iban militares, algunos con barba que parecían clones de Fidel Castro. Nos quedamos sorprendidos, no entendíamos como podían parar la carrera», indica Ascen.

Sólo se cortaron las intersecciones, por lo que corrieron entre coches y guaguas. El evento se componía de una 10K, un medio maratón y el maratón, que concluyeron unas 450 personas. «Vimos participantes con zapatillas planas de loneta. Había chicas con bolsos, otras con sujetadores de encaje como top y algunas con fajas como shorts, otros con tejanos cortos. desgraciadamente corren con solo aquello que se pueden permitir, ya que la gran mayoría del pueblo cubano no puede acceder al lujo de equipaciones técnicas», precisa Álex.

Cuando llegó a meta, le esperaba Ascen. Él corrió en 4.16, ella lo había hecho en 4.04. «El maratón empieza a las 7 porque las condiciones de humedad y temperatura son elevadas», señala. La pareja se abrazó emocionada. No habían mejorado ni de lejos sus tiempos, aunque habían vivido una experiencia impagable. Todavía les quedaba una última sorpresa: «El subcampeón del medio maratón nos preguntó si íbamos a tirar las zapatillas, por si se las podíamos regalar. También nos pidió el GPS y la equipación. La verdad es que en esos momentos es cuando aprecias lo que tenemos».

Llevaban desde el jueves en La Habana. En esos instantes sintieron que había merecido la pena el madrugón. Apuraron la botella de agua y se ajustaron la preciada medalla de 'finisher', quizás uno de los pocos parecidos de Marabana con cualquier maratón occidental.

«Hemos corrido otros maratones por España y por otros países y desde luego no hemos vivido nunca una experiencia tan entrañable como esta», comenta Ascen. Dedicaron el resto de sus vacaciones a visitar Cuba, hasta que el viernes 25 de noviembre regresaron a Valencia. El sábado, se despertaron con un WhatsApp socarrón de un amigo: «¿Qué habéis hecho con Fidel Castro?»

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