Borrar
Lotería Cuatro jugadores ganan 50.630 euros con el sorteo de la Primitiva de este jueves
Héctor Cabrera, en una calle céntrica de Valencia donde tuvo lugar la entrevista.
Héctor Cabrera, el lancero que bendijo su enfermedad
CAMINO A RÍO

Héctor Cabrera, el lancero que bendijo su enfermedad

«Me diagnosticaron el síndrome de Stargardt con nueve años. Ahora pienso que estoy preparado para perder la vista», afirma

Moisés Rodríguez Plaza

Lunes, 23 de mayo 2016, 00:05

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Héctor Cabrera era un niño más. Iba al colegio y jugaba a fútbol con los chicos de su edad hasta que, con nueve años, su mundo se nubló. Siguió asistiendo al mismo centro escolar y creció con sus amigos de siempre, pero aquel día dejó de ver con nitidez a más de dos palmos, descubrió un universo que le ha convertido en deportista de élite. Tanto que este valenciano a día de hoy bendice el síndrome de Stargardt, una dolencia degenerativa en la mácula del ojo: «A día de hoy creo que estoy preparado para perder la vista».

¿QUIÉN ES HÉCTOR CABRERA?

  • Campeón de Europa. En la categoría de F12. Lo consiguió en Swansea en 2014. También es quinto del mundo.

  • Patrocinios para todos. "Si me dan a elegir, prefería que el dinero fuera a los comités Olímpico y Paralímpico para apoyar a la base», afirma Cabrera, quien precisa "Es cierto que toda firma que respaldara mi carrera sería bienvenida. Tilda de «positiva» cualquier iniciativa como la del Proyecto FER, ayuda con la que cuenta.

  • Universitario. Estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y pertenece a la Cátedra Divina Pastora. Quiere seguir vinculado siempre al deporte, al alto rendimiento o a la gestión.

Con 22 años, el discurso de Héctor Cabrera es el de una persona que ha madurado a alta velocidad. Con personalidad y desde el mismo momento en que le diagnosticaron su enfermedad. «Recuerdo que mi madre y yo estuvimos meses de médico en médico, repitiendo las mismas pruebas y con idéntico diagnóstico. Estaba harto y le dije que ya no quería más. Entonces ella cambió el chip y pensó que si yo lo había aceptado, ella también debía hacerlo», relata.

Entró por primera vez en la ONCE dos años después. «Allí tengo también una pequeña familia. He hecho amigos de por vida», señala. Le presentaron al responsable de deportes en Valencia, Julio Santo Domingo: «Me invitó a ir a una especie de concentración y allí me presentaron al atletismo». Tenía físico para este deporte y poco a poco se decantó por los lanzamientos: «Probé con disco, peso y jabalina. Ninguno me salió bien, pero encontré alegría en la jabalina. Técnicamente es más complicado porque has de hacer muchas cosas durante bastante tiempo, y sólo con que cambies una, el lanzamiento es distinto».

Entonces conoció a Juan Vicente Escolano. Su entrenador, al que también considera como un padre. «Con él he tenido mis mayores éxitos, y espero que haya muchos más en el futuro», sostiene. Trabajan juntos desde que Héctor Cabrera era un adolescente. Incluso lograron que el valenciano fuera campeón de España de lanzamiento de peso con 16 años: «Hice una marca con la que ahora sería cuarto». Tuvo que dejarlo porque es incompatible con al jabalina.

Cabrera no tiene para nada miedo a su enfermedad. «Temo a quedarme solo en este mundo», desvela. Le han recomendado que no practique deportes explosivos ni de riesgo, pero él planta cara al síndrome de Stargardt: «He hecho esquí, y me encantaría lanzarme en paracaídas y hacer puenting. Ahora no puedo pro el deporte, pero lo haré». Incluso afirma que si ahora hubiera una cura para su dolencia, no permitiría que se la aplicaran: «Me ha enseñado mucho tener una discapacidad. Perdería muchas amistades, gente de todo el mundo a la que he conocido en las competiciones».

Y por ello no se plantea otro futuro que no vaya ligado a la jabalina. Por mucho que el deporte también le haya empujado hacia los peores seis meses de su vida. Saboreó la hiel de las lesiones, con una elongación en el nervio cubital que le impedía lanzar. Se recuperó para el Mundial: «Aquello me sirvió para modificar mi técnica, creo que ahora soy mejor». Y llegó la competición de Italia en abril. Aquella en la que realizó el peor y el mejor lanzamiento de su carrera: «Tras el primero, de 44 metros, mi guía, Josefina Espejo, me dijo: '¡Vamos, que puedes hacerlo!' Cuando hice el último, sabía que era de 58 metros. En cuanto dejé de ver la jabalina, me giré y le dije a Josefina: '¡Nos vamos a Río!' Los centímetros me los precisaron después. Reconozco que solté alguna lagrimita».

Cabrera se muestra ambicioso. Quiere ser el nuevo David Casinos. «Está complicado seguir la estela que ha marcado, pero me encantaría convertirme en la próxima figura paralímpica», asegura el valenciano, quien añade: «Es difícil, pero creo que en Río puedo dar el primer paso». Se siente capacitado para lograr la medalla aunque se muestra cauto. Más contundente se muestra al pedir respaldo a las instituciones: «En países emergentes como Polonia o Rusia salen deportistas de debajo de las piedras, pero tienen leyes acordes para ello. Aquí poco a poco se van dando pasos».

es la marca que permitió al valenciano asegurar su presencia en Río. La consiguió en el Grand Prix de Italia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios