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Fraser-Pryce encabeza la final femenina de 100 metros. :: EFE/WU HONG
La rutina dorada de Kemboi y Fraser-Pryce

La rutina dorada de Kemboi y Fraser-Pryce

El corredor de obstáculos keniano y la velocista jamaicana alcanzan en Pekín su cuarto título mundial

PPLL

Martes, 25 de agosto 2015, 00:01

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El atletismo parece haberse vuelto loco. El equipo de Kenia, con los dos últimos plusmarquistas mundiales, ni siquiera olió el podio en el maratón. Pero poco después, dos compatriotas suyos se metieron en la final de los 400 metros vallas por primera vez.

El domingo, unos minutos antes de que Usain Bolt lograra la victoria más difícil de su vida en los 100 metros, otro jamaicano, O'Dayne Richards, alcanzó una medalla de bronce inaudita en lanzamiento de peso. Ayer, otro keniano, esa rareza de la tribu Nandi llamada Julius Yego, se clasificó como favorito para la final de lanzamiento de jabalina. Y hasta una neerlandesa blanca y rubia llamada Dafne Schippers, digna heredera de la mítica Fanny Blankers-Koen, la 'holandesa voladora' que ganó cuatro medallas de oro en los Juegos de Londres de 1948, batió el récord nacional (10.81) y solo cedió en la final de los 100 metros -siete atletas negras y ella- ante Shally-Ann Fraser-Pryce, la fantástica y diminuta velocista jamaicana que, como Bolt, ha ganado su tercer oro en el esprint (10.76 con viento -0.3).

El podio del hectómetro lo completó la joven estadounidense Tori Bowie, quien, en realidad, usa un diminutivo de Frentorish, la ocurrencia de un padre que quiso un nombre único para su pequeña. Bowie, en sus orígenes, se hizo saltadora de longitud porque quería ser como su paisana Brittney Reese. Pero en marzo del año pasado quedó última en el Mundial bajo techo de Sopot (Polonia) y eso le convenció de que, pese a ser una atleta de 6,91, quería cambiar a otra disciplina. Se mudó a Florida para mutar entre velocistas como Tyson Gay. Y en año y medio ya está en el podio de un Mundial. En los 200, eso sí, la favorita será Schippers.

Pero no todo es tan loco. Ahí estaba 'Pocket Rocket' para poner orden en los 100 metros. SAFP, como se la conoce en el atletismo por sus iniciales, impuso su excelente arrancada y una aceleración magnífica que le lanzaron en los 60 primero metros. Después sintió el aliento de Schippers, pero no había más recta para la sorpresa. La jamaicana, que corrió con una estrambótica melena verde coronada con una diadema formada por cinco flores amarillas -que se note que es peluquera-, acumula ya dos títulos olímpicos y cuatro oros mundialistas, los mismos, aunque ella en dos pruebas (tres en 100 y uno en 200), que Ezekiel Kemboi, el mejor obstaculista de todos los tiempos, que ya ha superado a su maestro, el mítico Moses Kiptanui, que fue campeón del mundo en 1991, 1993 y 1995. El keniano, además de su póker de títulos, suma tres medallas de plata.

Jager contra Kenia

La final de los 3.000 obstáculos era otra puerta para este Mundial loco. Un 'blanquito' de los alrededores de Chicago, Evan Jager, llegaba a Pekín dispuesto a acabar con la supremacía keniana en esta prueba. El estadounidense, que se mudó a Portland para entrenarse con el prestigioso Jerry Schumacher, es un prodigio de precocidad. Su madre recuerda que empezó a andar con nueve meses y que con 16 ya correteaba alrededor de su casa. Lo mismo le sucedió con los obstáculos. Después de flirtear con el 5.000, Pascal Dobert, un antiguo obstaculista, ayudante de Schumacher, le dirigió hacia la prueba de las siete rías.

A las dos semanas de su primer entrenamiento corrió en 8:26.14. En la segunda, pese a que se tropezó, bajó hasta 8:20. Ese día sus padres compraron dos billetes de avión para Londres. Era el año de los Juegos. En su quinta carrera aniquiló el récord de Estados Unidos por dos segundos (8:06.21) y este año deslumbró al público cuando, a pesar de caer al suelo en el último obstáculo, se incorporó y alcanzó la meta con un crono increíble (8:00.45, el decimoquinto de la historia).

Jager compitió en los Juegos de Londres delante de sus padres, claro, pero en la final aprendió una lección. Llegó al toque de campana con los mejores, pero entonces Ezekiel Kemboi corrió la última vuelta en 57 segundos. Mientras que el estadounidense lo hizo en 61. Ese día entendió que en un campeonato no solo cuenta tener una gran marca, también hay que ser veloz y regresó a Oregón con esa obsesión entre ceja y ceja.

Pero quién sabe si aquella caída en la 'Diamond League' le mermó, pero en Pekín se repitió la historia. Los cuatro kenianos descolgaron a Jager en la última vuelta en cuanto Kemboi lanzó su cambio asesino a falta de 250 metros. El etéreo campeón -parece imposible que pese los 60 kilos que dicen las fichas- cruzó la meta triunfal para iniciar su ritual: el saludo efusivo a sus rivales, su típico baile y un gesto ante la cámara señalando un penacho de pelo en la cabeza. Porque desde 2009, cuando sorprendió en Berlín con un extraño peinado inspirado en un amigo alemán, siempre le gusta llamar la atención con su cabellera. «Quiero ser diferente», se justifica. Tras ganar en Pekín añadió un motivo: «Cuando me afeito la cabeza es que estoy preparado para cualquier cosa».

El inicio de su carrera estuvo marcado por las continuas derrotas antes Stephen Cherono, un compatriota que después se vendió a los dólares de Catar bajo el nombre de Saif Saeed Shaheen, el que aún figura como autor del récord del mundo que logró, todo rabia, en 2004, unos días después de ver por televisión la victoria de Kemboi en los Juegos de Atenas, donde Kenia impidió que acudiera bajo su nueva bandera.

Kemboi se proclamó campeón minutos después de que su compatriota Vivian Cheruiyot, otra mamá campeona del mundo como Jessica Ennis-Hill, ganara en la final de 10.000 (31:41.31). Aunque lo más llamativo de la tarde fue la maldición de Renaud Lavillenie, que hizo un salto válido sobre 5,80 y tres nulos sobre 5,90. El saltador de pértiga ha logrado todos los títulos y el récord universal, pero a quien se le resiste, una vez tras otra, un título mundial que esta vez fue para el canadiense Shaw Barber (5,90). Mucho menos sorprendente fue la victoria de la negra Ibargüen, la fantástica triplista colombiana que logró en Pekín, con un salto de 14,90 (+0.1), su victoria seguida número 29. No pierde desde los Juegos de Londres, donde fue segunda.

Los atletas españoles, tras la medalla de oro que logró Miguel Ángel López en los 20 km. marcha, pasan de puntillas por El Nido. En la tercera jornada sucumbieron Naroa Agirre (4,45 m. en la clasificación de la pértiga), Sabina Asenjo (58,04 m. en la clasificación de disco), Aauri Bokesa (52.98, para ser última en su serie de 400) y Trihas Gebre (decimosexta con 32:20.87 en la final de 10.000).

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