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Algunos de los protagonistas de la serie. r. c.
El encanto de
la aristocracia

El encanto de la aristocracia

Los Crawley centran el argumento de una producciónque heredaba el esquema de la clásica 'Arriba y abajo' para narrar la historia de una familia rica y de sus sirvientes

MIKEL LABASTIDA

Domingo, 1 de octubre 2017, 00:53

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No podemos hablar de 'Downton Abbey' sin recordar un referente indiscutible del audiovisual británico como es 'Arriba y abajo'. La serie, que se emitió entre 1971 y 1975, se desarrollaba a comienzos del siglo XX y retrataba a la familia Bellamy, comandada por un diputado casado con la heredera de unos aristócratas ingleses, que se oponían a este matrimonio. Ellos, junto a sus hijos, vivían en el 165 de Eaton Place de Londres, en la parte de arriba de una lujosa mansión. ¿Y abajo? La novedad de esta ficción estribaba en que también se detenía y concedía importancia a lo que pasaba en los entresuelos de aquel caserón. Y así el público conoció a los miembros del servicio, que se convirtieron en tan protagonistas como los señores.

Fueron cinco temporadas en las que las andanzas de todos ellos se retrataron enmarcadas en acontecimientos históricos relevantes como la Primera Guerra Mundial o el Crack del 29.

Fijándose en este clásico nació en el año 2010 una propuesta similar para la cadena ITV. El nombre de la producción lo tomaba del castillo en el que reside el clan del conde Grantham, los Crawley. El argumento se centraba de nuevo en una familia construida sobre un matrimonio en el que él aportaba los títulos nobiliarios y ella la fortuna. Esta era una situación habitual a principios del siglo pasado. Las herederas de los multimillonarios estadounidenses del XIX ansiaban un destino nobiliario y lo encontraban emparentándose con aristócratas británicos que atravesaban problemas de liquidez. 'Downton Abbey' se construía sobre esta circunstancia. A partir de ahí el planteamiento era similar al de la producción vista en los años 70.

La parte de arriba de la casa palaciega la ocupaban, además del matrimonio, sus tres hijas, con caracteres bien diferentes: la arrogante Mary, la acomplejada Edith y la dulce Sybil. El gobierno de la parte de abajo correspondía al mayordomo jefe, completamente entregado a servir a sus señores y a salvaguardarlos de cualquier quebradero de cabeza. A su alrededor se sucedían las historias de una ama de llaves apocada, un ayudante de cámara que guarda oscuros secretos, una doncella empeñada en encontrar el amor o un lacayo traumatizado por sus deseos. Las tramas de todos se cruzaban en un entorno de ensueño y en una época de grandes cambios.

El auténtico heredero

El punto de partida de la serie lo marca una circunstancia: El título de conde, así como todos los bienes de la familia forman parte de un mayorazgo que se remonta a varias generaciones atrás y que cada guardián debe transmitir a sus herederos varones. Dado que entre la descendencia de los Crawley no hay ningún hijo, se encuentran en la tesitura de buscar al pariente hombre más cercano, que será al que le corresponda administrar toda la fortuna, tierras e inmuebles. Lo hallarán. Se trata de un primo lejano del Lord Grantham, Matthew, un joven que trabaja como abogado en Manchester y que se convierte de la noche a la mañana en el heredero de un legado importante. Entre él y Mary, la hija mayor, se iniciará una relación que les conducirá del odio al amor.

Y así tenemos todos los elementos que se le pueden pedir a un folletín: personajes carismáticos, localizaciones espectaculares, familias poderosas, romances, dramas y alegrías. Todo eso lo tenía 'Downton Abbey', eso sí, muy bien envuelto, ya que el cuidado de la puesta en escena era exquisito, respaldado por un presupuesto excelso.

Los espectadores no tardaron en caer rendidos a los encantos de los Crawley. Pero no solo los ingleses, sino los de todo el mundo y especialmente los estadounidenses. La ficción obtuvo en ese país un más que correcto seguimiento y no había palmarés en el que no estuviese representada. La soberbia Maggie Smith, que daba vida a la irónica Violet, condesa viuda de Grantham, acumuló estatuillas gracias a su personaje.

«Parece una serie de la televisión británica tradicional, clásica, agradable, con un vestuario y unas casas bonitas y todo eso. Pero, en realidad, tiene el ritmo de un show mucho más moderno, en el que muchas historias suceden a un mismo tiempo y tienes que concentrarte para verlas», aseguró Julian Fellowes, el creador de este título, para explicar el éxito de su producto. Guionista de películas como 'Gosford Park' y director de filmes como 'Laberinto de mentiras' este autor sorprendió por el depurado estilo de sus guiones y por el encanto de sus criaturas. Es cierto que la serie fue perdiendo interés a medida que avanzaban los capítulos porque pecaba de previsible y de complaciente. Pese a esto se puede disfrutar como un placer culpable para conocer el destino final de los protagonistas.

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