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Desde la sala de realización de Dorna se produce la señal de MotoGP para todo el mundo. :: dorna
El deporte que  ama las cámaras

El deporte que ama las cámaras

Los pilotos de MotoGP llevan hasta cuatro dispositivos de grabación a bordo. Al principio los ingenieros se negaban, pero ahora saben que es parte del espectáculo

MIGUEL ÁNGEL ALFONSO

Domingo, 25 de septiembre 2016, 00:13

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Alcañiz es un pueblo turolense de 16.000 habitantes que se revoluciona cuando acoge el Gran Premio de Aragón de Moto GP, la decimocuarta carrera de la temporada (Movistar + y Mediaset, hoy, a partir de las 11.00 horas). Un fin de semana al año en el que el circo del motociclismo convierte este circuito en una ciudad improvisada con camiones, restaurantes, tiendas, mecánicos, azafatas y, por supuesto, las cadenas de televisión que se desplazan al lugar. Se trata de un espectáculo que puede llegar a abrumar a los neófitos pero en el que se mueven a la perfección los 40 profesionales que lo cubren para la plataforma de pago de Telefónica. Ellos pasan más de 120 días al año siguiendo a las motos desde Japón a Estados Unidos, pasando por Qatar y Europa.

«Llegamos a estar hasta tres semanas seguidas fuera de casa, es un gasto personal pero para nosotros es un privilegio. Tenemos la suerte además de trabajar con deportistas que entienden que esta competición es un negocio y no huyen de las cámaras», explica a este periódico Ernest Riveras, el rostro de las motos en Movistar +.

El veterano presentador atiende dentro de un autobús transformable que la cadena ha instalado dentro del circuito y que trasladan cada vez que hay un Gran Premio. En la planta de abajo cuenta con una oficina de reuniones, una sala de comentaristas y otra de maquillaje, mientras que en el piso superior han instalado el plató desde donde hacen las entrevistas y los directos.

El canal no deja nada al azar, cada miembro del equipo cumple una función específica y la sala de realización, anexa al bus, funciona como un reloj. «Si alguien se pone enfermo se reemplaza por otro, porque cada uno puede cumplir varias funciones, hasta el presentador. Lo tenemos todo pensado y calculado porque no podemos permitirnos fallar cuando estamos trabajando en lugares tan lejanos como Argentina o Malasia», reconoce Javier Grima, productor de la plataforma.

Movistar +, que cumple con el de hoy 50 grandes premios, es una de las tres cadenas en el mundo, junto a la italiana Sky y a la británica BT, que retransmite todos los eventos de Moto GP de jueves a domingo. Un total de 28 horas en directo que para Riveras justifica que este deporte se haya pasado a la televisión de pago. «Al principio al público le costó entenderlo, pero es un producto premium. Cuando estábamos en TVE teníamos que cortar la emisión cada vez que dábamos paso al Telediario, ahora nos podemos explayar más tiempo e incluso hemos convertido las ruedas de prensa de los jueves es un espectáculo televisivo que da mucho juego», explica el presentador.

De la producción se encarga la empresa española Dorna, responsable de instalar las cámaras en cada circuito y de producir la señal para todas las cadenas del mundo que hayan adquirido los derechos. En el caso del Gran Premio de Aragón tienen que cubrir una superficie de 881.000 metros cuadrados (equivalente a 25 campos de fútbol) y no perder ningún detalle. «Eso lo conseguimos gracias a 131 cámaras, 22 de ellas fijas, dos en helicópteros, 20 sin cables y otras 87 a bordo de las motos. Sobre todo situamos más en los puntos calientes como lugares de frenada o curvas», comenta Sergi Sendra, director del Departamento de Producción de la compañía.

Precisamente Moto GP fue el primer deporte en el que se instaló una cámara a bordo de uno de sus participantes. Sucedió el 29 de junio de 1985, en el circuito de Assen (Países Bajos) cuando una empresa tabaquera colocó un dispositivo de grabación de 1,3 kilos en la moto del piloto estadounidense Randy Mamola.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, las cámaras de a bordo actuales pesan más que las antes, un total de 1.750 gramos. Esto es debido a que se suelen montar hasta cuatro de ellas, la trasera, la delantera, otra que enfoca al piloto y una giroscópica capaz de enfocar 360 grados, y además envían datos telemétricos como la velocidad o las revoluciones. «Al principio la inclusión de estas cámaras en las motos no gustaba nada a los ingenieros japoneses, pero conseguimos que formaran parte del reglamento y ahora les parece bien, porque han entendido su función: mostrar el verdadero espectáculo de este deporte. Ahora, para que estén prevenidos, les mandamos un manual de dónde queremos instalar las cámaras a bordo con un año de antelación», añade la ingeniera de Dorna Noemí Lacasa. Y así sigue una historia de amor que cada año se reinventa.

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