Borrar
Sáez, con banda, en LN3
La magia de caminar con Javier Sáez

La magia de caminar con Javier Sáez

Javier Sáez estrena “Camina conmigo”, un primer largo que cobró forma en l’Espai Mutant a base de emociones.

alquimia sonora / amalia yusta

Viernes, 20 de noviembre 2015, 13:30

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La introspección de Sáez sobre el escenario se convierte en un dominó que va dejando caer ficha sobre ficha. Sin poder detener el devenir sonoro que se inicia con este primer trabajo y, lo que siempre nos apasiona, esbozando un ideario narrativo en el que cada micro-historia acaba confluyendo para conformar los cimientos de lo intangible. La historia, formada por 11 capítulos, queda abierta, tanto como queramos. Y sus consecuencias, el cómo revierte cada composición en nuestro propio camino, también. Ya lo comentábamos hace unos días: esa andadura que emprende Sáez hay que hacerla de tú a tú. Y así es como lo hizo en Las Naves (Espai Muntant) de Valencia el pasado jueves 19 de noviembre.

Presentación de Camina conmigo . Física y escénicamente. Primer trabajo de un cantautor que se ha mantenido en la sombra dando forma a esta lectura de episodios vitales. Suyos. Nuestros. No importa de quién sea la autoría, máxime cuando consigue recrear atmósferas a modo de huracán que van trepando y cargándose de fuerza a medida que se desarrollan. Si bien es cierto que ha sabido rodearse de nombres clave en la escena local (Manolo Tarancón, Carlos Soler, Pau Paredes,), ese recorrido al que apela desde el título es un camino que emprendió en aquellos esbozos primigenios de canciones, de versos.

Sobre el escenario, la compañía de Guillermo Sanz (guitarra), Carlos Soler (guitarra), Marcelo Trías (batería), Pablo Caballero (percusión, teclado) y Álex Casal (bajo) formando la banda que respalda la propuesta de Javier Sáez . Solidez y compenetración en cada uno de los universos congelados de este primer trabajo. Desde esos regalos que son París Godella (sin duda uno de los momentos musicales de la noche) y Fuego (aunque ésta última de forma no presencial), acertando en dejar aire en mitad de las historias contadas-cantadas. Dos temas instrumentales que dejaron ver el alcance de lo que no es necesario contar. Inducir a lo no evidente y al dejarse llevar por los propios tempos pausados de estos cortes.

Músicos que han trabajado confiando en la ilusión de Sáez , y así lo comentaba: teniendo familia, hijos,... han estado ensayando estos últimos días a todas horas. Porque la ilusión se contagia. Ilusión que en este caso no podía esconder los nervios necesarios en estas ocasiones. A Sáez le faltan las tablas de sentirse showman sobre el escenario, de sentirse seguro cuando habla en primera persona y no tras esas 11 terapias personales que conforman el trabajo. Emocionado al enfrentarse ante una sala prácticamente llena que abría ojos, oídos y corazones ante aquello que pudiera ofrecer asido a su(s) guitarra(s). Pero esa ingenuidad ante el micro solo propicia que veamos a la persona tras el músico en slow motion.

Sáez recorrió sin salirse del guión Camina conmigo . En orden, con la pausa necesaria para poder digerir cada trago. Adiós , Duerme , Monstruo , Elixir ,... Y la compañía de músicos-barra-amigos que también compartieron capítulo: el banjo de Raúl Pruñonosa -de Badlands- en Pronto o la guitarra de Carles Chiner, a quien Sáez dedicaba un pedazo de su recuerdo y de cómo se enganchó a esto de la música desde que le vio en directo. Emociones que seguirían fluyendo y que acabarían con el último tema de la noche, ese Quédate aquí que dedicaba a su hermana.

Y es que ese tiempo ralentizado se echa de menos en gran parte de los productos que consumimos, sean del tipo que sean. También, por supuesto, en la música. La propuesta que llega con el directo de Camina conmigo tiende la mano a que los asistentes se detengan paren piensen y, sobre todo, sientan. Aún tengo los pelos de punta o seguro que más de uno ha acabado con sus lacrimales fueron algunos de los comentarios que escuchábamos a medida que íbamos abandonando la sala. Ecos de felicidad fluyendo. Sin ademanes altivos o de superioridad. Al contrario. Esa baza, la de la humildad compositiva, es la que Sáez ha conseguido defender en los contados (y reducidos) conciertos que se atrevió a dar en los últimos meses. Preparándose él mismo para ese caminar acompañado. Y cuando se genera tal complicidad en un auditorio sobra hablar de nervios, de pequeños desajustes en el sonido o de cualquier otra imperfección.

Nudismo emocional: Sáez se desnudó a sí mismo en esta pasada noche. A él mismo y a Camina conmigo . Ahora queda el trabajo de modelar el directo y de que esos recovecos, esos silencios, cobren intensidad y consigan redondear una personal propuesta.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios