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Enric Montefusco despide Micro-Cénit en Valencia

Enric Montefusco despide Micro-Cénit en Valencia

Cuando el vértigo de la emoción salta al vacío en caída libre

amalia yusta

Lunes, 6 de julio 2015, 11:42

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Antes del anochecer comenzaron a vislumbrarse los destellos que vibrarían en la terraza del Hotel Barceló de Valencia. Nueva cita en las alturas del Live the Roof que, por diferentes motivos, llegaría a situarse junto a ese precipicio que precede a la emoción y acaba por desbordarse. El protagonista, un Enric Montefusco acompañado de miembros del Coro Cambra 16, que volvía a la ciudad con Micro-Cénit, la excusa perfecta para mutar su repertorio en un nuevo formato en el que la distancia corta acaba por atacar a discreción a cada uno de los asistentes. El vértigo de esa direccionalidad prácticamente en primera persona.

La magia de un concierto sobre el que pesaban los ays continuos y los corazones encogidos, y es que el segundo de los vértigos flotaba por la terraza como algo ineludible a lo que hay que hacer frente, a lo que también Enric Montefusco debe hacer frente: el adiós de Standstill y, de alguna forma, el agradecimiento eterno a todos los que formamos parte de ese universo. Esta es la última vez que podremos ver algo así, se le escapaba a alguien desde la segunda fila. Lo más seguro es que no, pero entendíamos perfectamente el ánimo de estas palabras. De lo que escondían detrás. Una cita exclusiva a la que habían acudido también algunos músicos locales que, no podemos esconderlo, dejaron libertad emocional a sus lacrimales.

Esa fue la constante: ojos vidriosos y vellos erizados como reacción incontrolable a lo que el Micro-Cénit provocaba, transmitía, amasaba, liquidaba, exorcizaba... Y para ello, la sensibilidad segmentada en dos niveles: la dureza que Enric Montefusco en ocasiones puede alcanzar, el desgarro en el que batallan temas como ¿Por qué me llamas a estas horas? o Que no acabe el día y el empastado que Gemma, Mariona, Esteve y Ferrán conseguían con sus voces en Un sitio nuevo o Me gusta tanto. Sin ser evidente y guardando sus armas más efectivas, los componentes del Cor Cambra 16 aparecían y desaparecían en un setlist que recorría la trayectoria del catalán por Standstil.

Vida normal se convirtió en el cénit de la tarde-noche. Un tema que desde su propio título clamaba a voces todo ese huracán de despedida que está viviendo y que vivirá en los próximos meses el frontman de Standstill. ¿Cómo volver a una vida normal? ¿Cómo hacerlo tras regalar a los asistentes del aniversario de BCore hace solo una semana una regresión a sus inicios? ¿Cómo hacerlo cuando el próximo 4 de octubre el adiós dejará de ser un recurso estilístico para convertirse solo en un adiós? ¿Cómo hacerlo tras la levitación colectiva conseguida en cada Micro-Cénit? La emoción se instaló también tras la guitarra española de Montefusco, tras su micro, tras sus versos... ...Recortaba una revistas antiavalanchas. Escogió una vida normal....

La emoción instalada también en el esbozo casi epistemológico del Cor de Cambra 16. Caminos que unidos quedaron inmortalizados en el trabajo Dentro de la Luz y que han seguido compartiendo sobre el escenario de forma desnuda y desgarradora. La solemnidad de un sonido vocal que eleva la conjura de Montefusco más allá de lo razonable y más acá de lo esperable. El tándem perfecto para un formato que huye del típico acústico de ego a la guitarra y que consigue brillar en el complicado entresijo de versos y vivencias.

Y en este recorrido por prácticamente los 10 años de temas en castellano que lleva a sus espaldas (otro puñado de años más en su trayectoria anterior), el homenaje a Leonard Cohen con un Bird on the Wire en catalán con el que quedarnos, también, en el alambre para acabar con esa oda al optimismo, a la lucha continua sin peros: Adelante Bonaparte. El ...sol de invierno... volvería a brillar, una vez había caído ya la noche en la ciudad, para poner el punto y seguido en este Live The Roof, en el Micro-Cénit, en la propia carrera de Montefusco. Por duplicado y para despedirse de Valencia. El adiós, el honor, el homenaje, la gratitud, la sinceridad, la reverencia, la lágrima... y nuevamente la emoción, presente desde el 1, 2, 3 sombra hasta la catarsis anímica del adelante, con los asistentes entregados a terminar de sucumbir.

El cénit es esto. Fue esto. Será esto. Y lo más seguro es que en unos días la sensación de eternidad respirada en la terraza del Hotel Barceló desaparecerá y pocos recordaremos que nos dejamos zarandear por Enric Montefusco y el Cor Cambra 16. Llegarán otras emociones, otras músicas compartidas al nivel de la epidermis, otros proyectos con Montefusco, sin él... pero podremos recordar que el cénit fue aquello, fue esto, será esto.

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