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Delisle, con su nueva obra.
A solas con su secuestro

A solas con su secuestro

Delisle, autor de 'Pyongyang' y 'Shenzhen' reconstruye con sus viñetas en 'Escapar' la experiencia real de Christophe André, capturado en el Cáucaso

Javier Bragado

Domingo, 12 de febrero 2017, 00:44

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Todo empezó en Shenzhen. Guy Delisle (Quebec, 19-1-1966) trabajó en la megalópolis china en un estudio de animación y descubrió los contrastes entre mundos y una soledad que plasmó en un cómic ('Shenzen') que iniciaría una carrera abrillantada con 'Pyongyang' (2003), 'Crónicas birmanas' (2007) y 'Crónicas de Jerusalén' (2011). Casi dos décadas después de su primera obra autobiográfica e irónica, ha recuperado el ingrediente de la soledad, aunque con un prisma diferente porque ha escogido reconstruir en tercera persona el secuestro real de Christophe André en el Cáucaso con su obra 'Escapar. Historia de un rehén' (Astiberri).

«He escrito libros desde hace mucho, mucho tiempo, y cuando conocí a Christophe en 2001 le dije que sería bonito hacer un cómic con su historia y la mantuve conmigo. Hice más libros, también infantiles y por supuesto que los de viajes son los más populares, pero éste es uno que quería hacer desde hace mucho tiempo», recalca Delisle con el mismo aire pausado con el que se ha desenvuelto para observar todo el planeta. Sus ojos se mueven con cada extensa respuesta porque busca en el almacén de su mente cada paso de un proyecto irrenunciable desde que el azar se lo colocó delante. «Lo que pensé cuando le conocí es que tenía una oportunidad y que era un afortunado porque todo lo que pasó fue que Christophe vino a comer con nosotros y con otra gente que trabaja en oenegés. Conocía su historia porque la había leído en los periódicos y pensé 'quizás no quiera hablar de ello porque fue una experiencia traumática'. Pero realmente no fue así. Simplemente nos soltamos a hablar y me sorprendió que le dije: 'Sería maravilloso hacer un cómic sobre ello'; y contestó: 'Sí, claro, ¿Por qué no?'. No tenía ningún trauma con eso porque, como él decía, la mejor terapia es escapar», confiesa el dibujante.

Para su relato de un rehén, el canadiense ha apartado un elemento distintivo de sus cómics. «Es simplemente tener una idea del libro como un tono, un tono que te impone más realismo, así que no quería ese estilo que pongo cuando cuento mis historias más basadas en humor, más caricaturescas», reconoce. Aunque decidió cambiar su enfoque más exitoso nunca pensó en olvidar una ocasión que le brindó un destino fraguado otra vez por la determinante carrera de su esposa en Médicos Sin Fronteras (MSF) -sus descripciones de Birmania, Corea del Norte y Jerusalén fueron facilitadas porque siguió a su consorte a aquellos lugares, aunque residen desde hace años en Montpellier (Francia)-. «Mi mujer forma parte de oenegés y eso ayuda porque ella trabajó con Christophe durante 15 años en el campo de la administración», reconoce el artista un día después de acudir con su familia al Museo del Prado.

Sensaciones de un secuestro

Delisle ha interiorizado tan a fondo la historia del rehén que cuando habla de su obra y de sus motivaciones mezcla la primera y la tercera persona. Detrás, hay horas de entrevistas con André a lo largo de varios años. Los diálogos le han permitido asumir la personalidad del cautivo e interpretar cada momento como si fuera su propio secuestro. Así, el cómic se transforma con un encuadre teatral que combina diferentes ritmos y añade un ingrediente fundamental para el protagonista: la imaginación. Durante su cautiverio en Chechenia, el secuestrado se mantuvo ocupado con proyecciones mentales de batallas históricas francesas, una manera de ejercitar su mente durante constantes momentos de soledad.

Vivir del cómic

  • «Me veo a mí mismo hace 15 años trabajando en la animación y entre mis proyectos haciendo cómics como con 'Shenzhen' o 'Pyonyang', que no eran trabajos pagados porque realmente quería hacer cómics y pensé que era una cosa interesante hablar en cómics sobre la experiencia en Corea del Norte, pero no consideraba que fuera mi trabajo hacer cómics. Paré después de 'Pyonyang' y pensé 'esto va a funcionar' (ríe), quizás pueda parar de trabajar y como mi mujer va a seguir trabajando en una misión más larga puedo seguirla un año... y cuando vi el apartamento pensé 'guau', quizás puedo vivir allí y trabajar con mis cosas. Eso es lo que pasó porque realmente su primera misión fue en Etiopía. Trabajé en el libro de 'Pyonyang' en Addis Abeba y hice el tebeo al completo allí», reconoce con más sonrisas el risueño Delisle.

«Trabajé con 300 páginas básicamente en una habitación y mucho ocurre fuera. Eso es lo que yo quería llevar adelante desde el comienzo de la historia porque no quería usar 'flashbacks'. Quería quedarme con él, leer sus percepciones, lo que estaba sintiendo, porque esa realmente era mi meta en este libro. Siempre estaba pensando qué haría, cómo Christopher respondería a la pregunta en la situación que planteaba. Quería estar lo más cerca posible de la realidad. Por supuesto que está en la habitación, pero ocurre mucho fuera y eso es lo bueno de los cómics, que puedes tener todas esas batallas, toda esa imaginación y puedes dibujar todo eso sobre la historia de Francia», señala el autor en el Instituto Francés de Madrid. El canadiense añade que descartó el blanco y negro pero que redujo la gama cromática para aportar sencillez a un tebeo en penumbra. Gracias a sus azules y a su trazo habitual, el tono permite concentrarse en la imaginación y las reflexiones surgidas de una soledad muy diferente a la que Delisle se planteó en 'Shenzen'.

El dibujo no sugiere ninguna concesión a la fantasía de una experiencia documentada con el testimonio de André. El protagonista de la historia real perdió ocho kilogramos durante los 111 días de su secuestro pero seis meses después de regresar a Francia decidió volvió a participar en proyectos humanitarios y así lo hizo durante dos décadas. Aprendió a no pernoctar a solas en un edificio como aquella noche fatídica en el Cáucaso -«un gran error», recuerda Delisle- y desde entonces nunca acudió a lugares en que necesitara de escoltas armados. Su oenegé retiró la base internacional de la zona, pero nunca averiguó quién había ayudado a los asaltantes.

Todo el aprendizaje forzoso le costó unos meses de sufrimiento a André que presentan varias cuestiones en 'Escapar'. «Cada secuestro es diferente. Christophe usó sus cartas, que serían muy diferentes a las de otros. Pero ahora que le conozco sé que siempre estuvo alerta y que en determinado momento no quería decir 'gracias' a esa gente que le había secuestrado, que le mantenían allí. La situación fue '¿cómo voy a decir 'gracias' a estos tipos que... es decir, esos que me capturaron en mitad de la ninguna parte?'. Hubo un momento en que decidió luchar contra ellos y estar alerta y ser capaz de 'si ellos cometen algún error, quiero estar allí, quiero estar alerta'. Creo que es típico de Christophe porque conozco a mucha gente que cuando les presentas el libro preguntan '¿por qué no te mostraste amistoso con esta gente?' Él dijo que no, porque quieres sentirte a gusto contigo mismo, ser sincero y creo que es típico de él», reivindica Delisle en un discurso que termina con una sonrisa de complicidad por revelar un gesto de quien ahora es el amigo que le ha mostrado una nueva cara de la soledad.

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