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La escritora Marina Perezagua.
La escritora que alumbra lo que nadie quiere ver

La escritora que alumbra lo que nadie quiere ver

Marina Perezagua, cuyos cuentos han conmovido a Salman Rushdie, sorprende con una intensa novela de claroscuros, 'Yoro', que bucea en el horror y la belleza

Antonio Paniagua

Domingo, 10 de enero 2016, 07:17

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Marina Perezagua dará mucho que hablar. Sus cuentos han estremecido a Salman Rushdie y otros lectores que, aunque anónimos, saben cuándo están ante una revelación literaria. 'Yoro', el libro con el que la escritora debuta en la novela, no podía ser más ambicioso. Es el alegato de una mujer que va desmenuzando su tragedia, un desastre que empieza en la II Guerra Mundial y termina con la ignominia del Congo, exponente de la explotación feroz del hombre. Perezagua es una escritora a la que le gusta sumergirse en las profundidades abisales para captar los destellos de las criaturas que pueblan entornos tenebrosos. En 'Yoro' (Libros del Lince) se cuenta la historia de una mujer que sobrevivió al exterminio de Hiroshima y que se revuelve contra las categorías sexuales tradicionales. Perezagua trenza una historia en el que convive el horror y la belleza, la muerte y la vida. "Si tuviera que elegir un color para lo que escribo me decantaría por el claroscuro de Caravaggio, porque en 'Yoro está el contraste de la luz de la belleza y la oscuridad del dolor", dice la prosista.

La novela desgrana la confesión de una mujer que era una adolescente cuando un avión estadounidense arrojó una bomba en 1945 sobre Hiroshima que arrasó la ciudad. Esta superviviente ofrece una confesión desasosegante y a veces angustiosa que habla de la devastación y el sufrimiento. 'Yoro' incluye también descripciones escalofriantes de las minas a cielo abierto en el África actual y algunos sucesos que trascriben la perfidia humana llevada al paroxismo. "'Yoro' procede de un cuento, 'Little Boy' -el nombre que recibió la bomba atómica de Hiroshima- que aparecía en mi libro de relatos 'Leche'. Es un relato que me siguió rondando y que decidí continuar porque se me impuso como una novela. Parte de un reto: me propuse escribir sobre un asunto que, como Hiroshima, me resultaba muy lejano y no había vivido, y opté por abordarlo prescindiendo de cualquier exotismo".

La sobreviviente a la destrucción se llama H, una letra que en español es muda, como le sucede a esa mujer a quien siempre se negó la voz y que, aunque fue educada como un niño, tiene órganos sexuales masculinos y femeninos. "Me interesa mucho la intersexualidad. Siempre estamos hablando de la teoría de géneros, pero el sexo puede ser plástico, no estar sujeto a rigideces, de modo que puede ir cambiando a lo largo de la existencia".

Marina Perezagua zarandea al lector, al que obliga a contemplar realidades que incordian, a escuchar la declaración autoinculpatoria de H, que no se arrepiente del crimen que ha cometido. La autora maneja poderosas imágenes para inducir en el lector una reflexión. "Intento escribir con sinceridad, como me piden los personajes, pero no busco a propósito lectores elitistas o demasiado intelectuales. Lo ideal sería lograr una gran calidad de escritura y llegar a tanta gente como sea posible".

No todo es abismo y dolor. También hay en la novela una mirada que destila piedad. Aunque en 'Yoro' no se ahorran momentos espeluznantes y macabros, como esa madre que, a punto de morir de hambre, agradece a sus carceleros que la reanimen y la alimenten. Sin percatarse de que al comer está devorando a sus propios hijos. "Es una historia que me contó Caddy Adzuba, premio príncipe de Asturias de la Concordia. Ella tenía una amiga en la República Democrática del Congo a quien el Ejército secuestró y que fue sometida todo tipo de torturas. Que un mito clásico como el de Saturno comiéndose a sus hijos suceda tantos siglos después me impactó muchísimo".

Para escribir Marina Perezagua busca el orden, el silencio y la tranquilidad, un sentimiento que le infunde practicar la apnea deportiva, la inmersión en el agua aguantando la respiración lo máximo posible. Ese ejercicio y otros desafíos, como cruzar el Estrecho a nado, le han procurado la paz de espíritu para acometer la escritura de historias conmovedoras. "Soy muy alegre, pero por las noches, no sé por qué, me salen todas las pesadillas. Por eso el momento en que más me gusta escribir es cuando me despierto. Parece como si conservara la conexión con lo que he soñado".

Su interés por Japón viene de lejos, de cuando pasó largas temporadas a causa de un novio que tuvo de aquel país, a lo que se añadió su fascinación por el Proyecto Manhattan, la iniciativa que acometió Estados Unidos para desarrollar la primera bomba atómica antes de que la fabricara la Alemania nazi. "Cuando me junto con físicos casi siempre acabo hablando del Proyecto Manhattan", apunta.

     

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