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Donna Leon: «Venecia se está muriendo y se parece cada vez más a Disneylandia»

Donna Leon: «Venecia se está muriendo y se parece cada vez más a Disneylandia»

La escritora vuelve al mundo de la ópera con su novela 'Sangre o amor', en la que cuenta el amor obsesivo de un admirador por una soprano

Antonio Paniagua

Domingo, 14 de junio 2015, 07:18

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La escritora Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) adora por encima de todas las cosas la música barroca y envidia a los cantantes de ópera. No en vano, la creadora del comisario Brunetti patrocina la orquesta Il Pomo d'Oro, para la que despliega sus dotes de comunicadora y sugiere temas susceptibles de incorporarse a su repertorio. En su última novela, 'Sangre o amor' (Seix Barral), la narradora regresa al mundo de la ópera y al teatro de la Fenice. Esta estadounidense afincada en Venecia ve con preocupación que la ciudad de los canales se convierta en puro atrezo por culpa del turismo de masas. «Venecia recibe 35 millones de visitante al año. Tiene un triángulo de las Bermudas -compuesto por el puente de Rialto, la basílica de San Marcos y la Galería de la Academia- que, cuando se atraviesa, se convierte en una carrera de obstáculos», lamenta.

Cada día atracan siete cruceros repletos de turistas, mientras la ciudad se va despoblando de sus habitantes originarios, que al marcharse se llevan con ellos la memoria y la identidad de un lugar histórico. «En cambio, los millonarios rusos, americanos, chinos e ingleses están comprando palacetes que mantienen abiertos un mes durante todo el año. Venecia está muriendo y se parece cada vez más a Disneylandia». Lo malo, advierte la escritora, es que otras ciudades corren también el peligro de ser engullida por esta vorágine. «Hace unos días estuve en Santiago de Compostela y sucedía algo similar», dice Leon, quien propone en tono de broma unir en un solo artefacto el bastón del peregrino y el palo para hacer selfis.

En 'Sangre o amor', cuenta la historia del amor obsesivo de un admirador de la soprano Flavia Petrelli, quien se encuentra en Venecia para interpretar 'Tosca'. Los amigos de la diva sufren ataques y hostigamientos sin fin, lo que hace imprescindible la presencia del comisario Guido Brunetti, viejo amigo de la infancia de la cantante. «Al inicio, el amor tiene mucho fanatismo. Ves a una persona que te fulmina. De hecho la pasión y el fanatismo pueden ser aquí sinónimos pero en sentido positivo. El problema es cuando adquiere tintes peligrosos», aduce.

Leon vive desde hace 34 años en Venecia y se muestra irreductible en su negativa a que sus novelas sean traducidas al italiano. Quiere vivir en el anonimato y no sufrir las molestias de la popularidad. Pese a ser la reina de la novela negra, nunca lee obras de este género y prefiere las lecciones que le procuran los libros de historia. En su juventud devoró con pasión novelas de detectives y cree haber atrapado sus claves. Al fin y al cabo, todo se reduce a contar un crimen, crear un investigador, explicar las causas del asesinato y encontrar al culpable. «A partir de esas premisas las combinaciones son múltiples». La narradora cree que los orígenes de la novela negra están en la Biblia y la tragedia griega. El esplendor del género obedece a la naturaleza misma de la condición humana: todo el mundo espera que se castigue al malo.

Su método de trabajo es una rara mezcla de caos y disciplina. Se encierra durante una semana y trabaja a destajo durante ocho horas diarias. «No obstante, siempre estoy dispuesta a alejarme del ordenador un ratito, de modo que en cuánto alguien me propone un paseo o una cena acepto en seguida». Después de ese enclaustramiento toma distancia de la novela y se olvida de ella durante una temporada, hasta que reanuda la escritura y vuelve a sentarse ante el ordenador. Este ir y venir, esta vuelta a la tarea y a la dispersión que le sigue no la perturban. Al contrario, invierte nueve meses en parir una de sus criaturas, pero el sistema funciona. No por casualidad sus libros han sido traducidos a 23 idiomas y se venden como rosquillas en Europa y Estados Unidos.

No piensa ni por asomo dar un descanso al comisario Brunetti. Su retiro la obligaría a jubilarse. Por eso seguirá explotando el filón de su cínico detective, aunque sospecha que su compañera Claudia Griffoni, en caso de un hipotético relevo, sería la candidata con más opciones.

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