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El escritor Javier Moro.
Javier Moro novela la legendaria expedición Balmis

Javier Moro novela la legendaria expedición Balmis

'A flor de piel' recrea la olvidada epopeya médica que llevó la vacuna de la viruela a América inoculada en 22 huérfanos

Miguel Lorenci

Martes, 26 de mayo 2015, 15:08

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«Fue la mayor gesta sanitaria de la historia y acabó en el olvido». Así se refiere Javier Moro (Madrid, 1955) a la expedición Balmis, una «quijotada heroica» que condujo a principios del siglo XIX la recién inventada vacuna de la viruela a los territorios de ultramar. Moro novela esta olvida gesta en 'A flor de piel' (Seix Barral), ficción a la que el ganador del premio Planeta en 2011 ha dedicado casi cinco años de investigación.

Apenas hay testimonios personales de los grandes protagonistas de esta epopeya médica: la gallega Isabel Zendal, que renovó el hospital de la Caridad la Coruña y el cuidado de los huérfanos, nombrada por la OMS «primera enfermera de la historia en misión internacional»; Francisco Xavier Balmis, el médico y científico alicantino pionero en el mundo en llevar a cabo una campaña de vacunación de ámbito continental contra la viruela por encargo de la Corona española, y su entusiasta y brillante colega catalán José Salvany que se dejó l la vida en el empeño y falleció en Cochabamba.

Con este trío unido por la filantropía y la pasión comenzó una batalla contra el activo virus que ha logrado en poco más dos siglos la erradicación de la penosa enfermedad. «Su empeño es el embrión de la sanidad pública y de la ayuda humanitaria, y lo hicieron en una condiciones dificilísimas, luchando contra la superstición, la ignorancia, la corrupción y la codicia», apunta Moro.

Balmis tuvo la genial idea de llevar los anticuerpos de la viruela inoculados en 22 niños, «algo realmente revolucionario para su tiempo». Fue Isabel Zendal, quien había perdido a varios miembros de su familia por la enfermedad, quien le proporcionó los críos procedentes de orfanatos coruñeses, criaturas de entre tres años y siete años, y quien vigiló por su bienestar sumándose a la expedición.

Moro ha investigado en Galicia y ha manejado la extensa documentación que conserva el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que celebró en 2003 el segundo centenario de la expedición y sobre la que ha trabado su ficción. «Es un trabajo de imaginación, con aventura, viaje y sentimientos, que apela a la emoción del lector», explica Moro. Narrador de larga trayectoria, es autor de títulos como 'El pie de Jaipur', 'Era medianoche en Bhopal', en colaboración con Dominique Lapierre, 'El sari rojo' o 'Pasión india', la historia de Anita Delgado, bailarina española que se casó con el marajá de Kapurthla.

Periplo oceánico

La expedición partió de Coruña el 30 de noviembre de 1803 y concluyó en 1810 tars cuzar dos océanos. Desafiando temporales, penurias y naufragios, la corbeta 'María Pita' recaló en un puñado de países, de Argentina a Filipinas pasando por Panamá, Estados Unidos, Colombia, Bolivia, Perú, Chile, Puerto Rico, Venezuela, Ecuador, México, Cuba, Macao y Cantón. Era una iniciativa filantrópica promovida por un Carlos IV muy comprometido con los logros científicos y los estudios promovidos al calor de los avances y el espíritu ilustrado.

«Fue un rayo de luz en la noche de un imperio que se desmoronaba, con un rey secuestrado por los franceses. Su hubiera ocurrido en una época de mayor bonanza sería tenida como la gesta que realmente es y que debemos agradecer a los más débiles y desheredados, a un puñado de huérfanos», dice Moro.

Balmis y su equipo perseguían introducir e institucionalizar las nuevas técnicas de vacunación en los territorios de ultramar, donde se calcula que la viruela y otras enfermedades introducidas por los conquistadores se cobraron 90 millones de vidas en tres siglos. Era necesaria la administración gratuita de la vacuna contra la viruela, la instrucción de los médicos locales y el establecimiento de 'Juntas de Vacuna' para gestionar los registros sanitarios. Un planteamiento que convirtió a la iniciativa española en «precursora de los modernos programas de salud pública», insiste Moro

A los críos se les inyectaba de dos en dos por si en alguno no prendía el virus atenuado. Cuando a los diez días las pústulas se les llenaban de pus, su linfa se pasaba con una lanceta al brazo de otros dos críos, y así sucesivamente, para mantener viva la vacuna hasta llegar a América, donde se empezaba a vacunar a niños locales que cumplían la misma misión, que no se perdiera el fluido.

«Ni en su época ni hoy la expedición Balmis, que debería enseñarse en los colegios, obtuvo el reconocimiento que merece», se duele Moro. Como en su día hicieron los miembros del 'Comité Balmis', que lamentaron que la hazaña médico-científica siga sin conocerse tanto en España como internacionalmente.

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