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Los técnicos de Patrimonio Cultural se llevan a Madrid cuatro esculturas góticas del museo de Bellas Artes de Valencia. lp
La falta de restauradores obliga al Museo de Bellas Artes a enviar obras a Madrid

La falta de restauradores obliga al Museo de Bellas Artes a enviar obras a Madrid

Patrimonio Cultural de España asume la reparación de cuatro esculturas góticas al carecer el Instituto de Conservación de Valencia de especialistas en piedra

Noelia Camacho

Valencia

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Lunes, 16 de octubre 2017, 21:42

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El Museo de Bellas Artes de Valencia ha enviado cuatro piezas de su colección a Madrid para que sean restauradas. Se trata de un conjunto de esculturas góticas como la urna cineraria de Arnalda Escrivà, dos cabezas coronadas y el sepulcro del banquero Arnau de Valeriola que han salido de la pinacoteca para pasar por las manos expertas de los técnicos del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), un organismo dependiente del Ministerio de Cultura.

Cabe destacar que, habitualmente, son los trabajadores del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (IVC+r) -una entidad conocida como Ivacor- los que se encargan de estas tareas ya que el Bellas Artes sólo tiene en plantilla a dos conservadores -uno de ellos desde hace pocos meses-.

No obstante, para realizar la restauración de estas cuatro piezas góticas es necesario contar con especialistas en piedra. Ni el museo ni el Ivacor los tienen. Es más, según fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS, esta entidad perdió la plaza de esta especialidad cuando se consumó el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en el conglomerado de entidades públicas que fue CulturArts. No se ha cubierto desde entonces, por lo que el ente no tiene en plantilla a este tipo de profesional. Sí cuenta con en expertos en pintura, en papel y en textil.

El Instituto de Conservación perdió la plaza de especialista en piedra tras el ERE

Con todo ello, hace unos días, las cuatro obras partieron a la capital de España para ser rehabilitadas. El IPCE se ofreció a restaurar estas piezas y sus técnicos se desplazaron desde Madrid para realizar la selección. Las esculturas formarán parte del nuevo discurso museográfico que se está diseñando para la pinacoteca y en el que, como anunció el director del Bellas Artes, José Ignacio Casar Pinazo, tendrán cabida, además de pinturas, otras manifestaciones artísticas como esculturas, tapices o artes suntuarias.

La urna cineraria de Arnalda Escrivá (fechada en 1384), dos cabezas coronadas, y el sepulcro del banquero Arnau de Valeriola, realizado hacia 1370-1380, en cuya cara principal, en la que se representa en relieve el cortejo funerario, se conservan restos de policromía, técnica poco habitual en un sepulcro gótico son las obras que necesitaban de una restauración. Tanto la urna como el sepulcro forman parte de la colección de época medieval que conserva el Museo de Bellas Artes de Valencia y, según los expertos, son excelentes ejemplos de la escultura funeraria bajomedieval valenciana, poco estudiada hasta el momento.

En este sentido, la urna sepulcral de Arnalda Escrivà, fechada en 1384 según la inscripción que en ella aparece, procede del aula capitular del antiguo convento de Santo Domingo de Valencia. Por su parte, el sepulcro de Arnau de Valeriola, procedente de la iglesia de Santa Catalina de Valencia, destaca por la policromía que conservan las 27 figuras que, ordenadas jerárquicamente en dos niveles (los hombres delante, las mujeres detrás, frailes, niños, plañideras, esclavos y sirvientes) reproducen la escena del entierro en el frontal del sepulcro.

Las piezas son una urna cineraria, dos cabezas coronadas y el sepulcro de Arnau de Valeriola

Arnau de Valeriola, primer señor de Vinalesa, fue un acaudalo banquero del siglo XIV con oficina abierta en el carrer dels Canvis de Valencia. Josep Torró Abad, en su investigación sobre la iglesia de Santa Catalina, apunta que «la finalización del templo por sus pies se relaciona indudablemnete con la construcción de las capillas de los poderosos mercaderes Arnau de Valeriola y Gregori Simó, entre 1367 y 1371. Los textos parecen indicar que la del primero, dedicada a San Bernardo y a Santa Lucía, se construye en el extremo de los pies de la iglesia, a la derecha de la puerta principal; la del segundo, dedicada a San Jorge y a san Vicente, se levanta justo al lado, hacia el interior».

No se sabe cuando ingresa la urna sepulcral en la pinacoteca, pero cabe pensar que es hacia 1902 cuando la iglesia pierde su condición de parroquia, ya que los planes de la reforma urbana de la ciudad tenían previsto derribarla.

En cuanto a las dos cabezas coronadas, de las que por el momento se desconoce su procedencia exacta, su interés radica en ser dos ejemplos de la retratística civil valenciana en el cambio del siglo XV al XVI, cuya cabeza de serie la constituyen los medallones que decoran el exterior del Consolat del Mar, en la Lonja de los Mercaderes de Valencia.

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