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Un desmejorado Jim Carrey, el pasado septiembre en Toronto. AFP
¿Qué le ha pasado a Jim Carrey?

¿Qué le ha pasado a Jim Carrey?

Un documental retrata el descenso a la locura de un actor que vive ahora volcado en la pintura

Oskar Belategui

Jueves, 30 de noviembre 2017, 20:19

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Hace veinte años, Jim Carrey desencadenó una guerra de sueldos en Hollywood al recibir un cheque de 20 millones de dólares por ‘Un loco a domicilio’. Su estatus como actor mejor pagado del mundo se lo había ganado a mediados de los 90 gracias a una serie de exitosas comedias diseñadas para explotar su gestualidad de dibujo animado. ‘La máscara’, ‘Ace Ventura’ y ‘Dos tontos muy tontos’ lograban que el término histriónico se quedara corto para definir el festival de muecas. Roger Ebert, el crítico más popular de Estados Unidos, definió la escena en la que el protagonista de ‘Ace Ventura’ habla a través de su trasero como «la muerte de la civilización occidental».

‘Un loco a domicilio’ fue un fracaso en taquilla, pero a cambio Carrey pudo demostrar que era más, mucho más, que un caricato en dos obras maestras que bebían de su propia personalidad. ‘El show de Truman’ contaba la fábula del primer humano adoptado por una multinacional, un hombre que ha nacido y crecido en un ‘reality show’ sin saberlo. El actor confesó al director Peter Weir que su vida era como la de Truman. El precio de la fama le impedía ir a ninguna parte sin que le asaltaran los paparazzi.

Arriba, el actor en el papel de Ace Ventura. Abajo, de izquierda a derecha, Carrey en las películas 'Man on the Moon' y 'El show de Truman'. R. C.
Imagen principal - Arriba, el actor en el papel de Ace Ventura. Abajo, de izquierda a derecha, Carrey en las películas 'Man on the Moon' y 'El show de Truman'.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el actor en el papel de Ace Ventura. Abajo, de izquierda a derecha, Carrey en las películas 'Man on the Moon' y 'El show de Truman'.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el actor en el papel de Ace Ventura. Abajo, de izquierda a derecha, Carrey en las películas 'Man on the Moon' y 'El show de Truman'.

‘Man on the Moon’ era un ‘biopic’ sobre Andy Kaufman, un cómico que llevó hasta las últimas consecuencias su deseo de hacer reír al público, hasta que en un mal chiste murió a los 35 años víctima del cáncer de pulmón. ‘Jim y Andy’, un documental que acaba de estrenar Netflix, recupera imágenes inéditas de aquel rodaje, que Universal ha mantenido a buen recaudo hasta ahora. En ellas se descubre que Carrey fue Kaufman las 24 horas del día, como si estuviera poseído por el personaje. El director Milos Forman y el equipo tuvieron que aguantar sus groserías, borracheras y hasta escupitajos, que le llevaron un día al hospital cuando un compañero perdió la paciencia. «¿Cómo te gustaría comenzar este documental?», le pregunta el director de ‘Jim y Andy’, Chris Smith. «Pues si de mí dependiera, no comenzaría», responde el Carrey actual. «Y tampoco acabaría».

Corazón roto

El desmejorado actor que acompañó el estreno del documental el septiembre pasado en los festivales de Toronto y Venecia nada tiene que ver con la superestrella de los 90. Carrey lleva seis años volcado en la pintura en su estudio de Nueva York. Sus lienzos, explosiones de color que algún crítico ha dicho que hacen buenos los cuadros de aficionados, han sido la terapia para sanar un corazón roto en demasiadas ocasiones. A sus 55 años, el intérprete ha atravesado dos divorcios y es padre de una hija de 29 que le ha hecho abuelo. La muerte de su exnovia hace dos años le hizo apartarse de la luz pública. La maquilladora irlandesa Cathriona White se quitó la vida a los 30 años con pastillas recetadas al actor días después de que terminaran su relación. La familia culpa a Carrey de su muerte y ha entablado una batalla legal que está lejos de acabarse.

«Me creé a mí mismo para triunfar», confiesa en ‘Jim y Andy’ su protagonista, que durante la filmación de ‘Man on the Moon’ llegaba al plató con la cabeza metida en una bolsa de papel o acompañado de temibles moteros de Los Ángeles del Infierno. El canadiense reconoce que todavía le persigue la sombra de su padre, un tipo divertido como él, que no tuvo la valentía de probar suerte en un oficio creativo y se consumió en su empleo de contable hasta que le despidieron y murió a los 51 años.

Hay amargura y complejo de clase en el sueño americano de Carrey, que confiesa haber tenido «una infancia dickensiana». A los diez años ya envió un currículo a la comedianta Carol Burnett y a los doce dejó la escuela para echar una mano en casa. El cheque por 10 millones de dólares que se firmó a sí mismo en 1983 para cobrarlo diez años después acabó en el bolsillo de su padre, que falleció tres semanas antes del estreno de ‘La máscara’.

Carrey se ha labrado una fama de actor difícil, fruto sin duda de las depresiones que ha combatido a base de Prozac. Lejos de estar arruinado -por una tontería del calibre de ‘Como dios’ cobró 25 millones de dólares-, necesita una buena película que le sitúe de nuevo en la categoría de estrella de clase A. «Ahora mismo ya no tengo depresión. Cuando la tormenta llega ya no se queda», se felicitaba la pasada semana. Y remataba: «Ya no estoy en el negocio. No me importa lo que la gente vaya a pensar de mí después de muerto».

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