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Nacho Canut ha formado parte de Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Alaska y Dinarama y, actualmente, Fangoria. :: e. c.
Nacho Canut: «Ahora gano  más que cuando vendíamos un millón de discos»
ABECÉ DE LA CULTURA

Nacho Canut: «Ahora gano más que cuando vendíamos un millón de discos»

El valenciano, autor de himnos del pop español, edita junto a Alaska, su pareja artística desde 1977, un libro de fotografías

OSKAR BELATEGUI

Lunes, 1 de mayo 2017, 00:28

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Nacho Canut (Valencia, 1957) siempre ha estado callado, en segundo plano. A la sombra de Alaska, a la que conoció cuando era una niña de 13 años vestida de leopardo. De Kaka de Luxe a Fangoria, su unión ha dado luz a algunas de las canciones más brillantes del pop español, himnos como 'Bailando' y 'A quién le importa' compuestos por Canut, que hace años se aficionó a tomar fotografías en los tiempos muertos de sus giras. 'MX Ultra' (editorial Caniche) recoge medio centenar de instantáneas realizadas durante los viajes a Ciudad de México entre 2010 y 2015. El libro se completa con los pies de foto escritos por Alaska.

¿Su primer recuerdo del DF?

1987. Carlos Berlanga y yo éramos muy vagos y no queríamos viajar ni hacer promoción. Hasta tocar en directo nos costaba. Alaska iba mucho a México y al final nos convenció. Me recordó mucho a Los Ángeles, donde yo veraneaba de pequeño. Con la diferencia del caos, la exageración y la vida en las calles. También me remite a Benidorm y Tokio.

El libro toma su nombre de MK Ultra, un programa de la CIA en los años 50.

Sí. Suministraban LSD a ciudadanos, a veces voluntarios y otras veces no, para estudiar los efectos de la droga en el cerebro humano. Fangoria estuvo a punto de editar un disco con ese nombre. Llegar a México fue como un viaje en ácido.

Fotografía los detalles, la parte de atrás de las cosas: los camerinos, el backstage... No hay casi ningún retrato.

No fotografío personas. Si sale alguna es porque me interesa en relación con el entorno.

Muestra unos pasaportes junto a unas latas de cerveza y un frasco de Trankimazín. ¿Un símbolo de su estado de ánimo en México?

Son los instantes previos a montar en el avión. Alaska y yo tenemos pánico a volar. Yo mezclo el Trankimazín con alcohol para que me haga más efecto.

Reniega de la mirada turística.

Nunca lo he entendido, es como ir al zoo y mirar los animales. Nunca he hecho turismo ni he ido de vacaciones. No soy un voyeur.

¿Y qué piensa cuando ve las calles de Madrid tomadas por turistas con palos de 'selfie'?

Nunca he entendido al ser humano... De niño me di cuenta de que estaba rodeado de seres a los que no entendía. Intento convivir y ser educado con todo el mundo. La gente es muy rara.

Conoce a Alaska desde 1977. ¿Es la persona que mejor le conoce?

Sí. Es la persona con la que más tiempo he estado. Me llevo mucho mejor con ella que con mi pareja actual, porque en las relaciones de pareja está el sexo de por medio y son relaciones de poder. Con tu pareja intentas parecer algo que no eres para agradarla, pero con Olvido no tengo que disimular. Somos excelentes compañeros de trabajo. Nuestra suerte ha sido que nunca hemos tenido relaciones carnales.

¿Nunca han discutido?

No. Tenemos un carácter muy poco racial, somos muy ingleses, muy de no expresar nada. Si no me gusta algo, me callo o demuestro indiferencia. Cuando veo a Alaska en las tertulias creo que no es muy buena porque nunca falta al respeto.

O sea, que su retrato en el 'reality' de Alaska y Mario, siempre a su bola, no está alejado de la realidad.

Es un 'reality', ¿no? Se supone que es la realidad. Cuando hay una cámara enchufándome me vuelvo el doble de callado.

¿Qué le parece el programa?

No lo he visto mucho. Yo tengo el 'reality' a diario, es lo que vivo.

Pop de usar y tirar

No se considera músico, ni escritor ni fotógrafo.

No. Llevo más de veinte años escribiendo artículos, pero eso no me conviene en articulista. Y desde luego que no soy músico. Ni fotógrafo. Esto de las profesiones es más del siglo XIX y XX. Antes aprendías haciendo, como yo, que no tengo títulos.

Pero usted ha compuesto canciones que forman parte de la memoria sentimental de mucha gente.

Ese es su problema. Sonó la flauta por casualidad, je, je. Yo he aprendido a tocar el bajo y el teclado tocándolos. Siempre me he negado a que mis letras salgan en libros, no me parecen poemas, son música pop, de usar y tirar.

'A quién le importa' es un himno para el colectivo homosexual. ¿Se ha sentido usted abanderado de algo?

¡No, qué horror! Empecé desde que era pequeño a componer canciones con Carlos Berlanga por divertimento, por diletantismo. Porque estábamos aburridos y nos apetecía hacerlo. Yo vengo del punk inglés de 1976, hacer cosas por aburrimiento era algo muy warholiano. Nunca te puedes creer que esto es una profesión o que alguien se lo va a tomar en serio.

¿Siente nostalgia de algún periodo de su vida?

No. El periodo que vivo ahora está muy bien. En todo caso tengo nostalgia de lo que no he vivido: los Estados Unidos en los años 50, la época hippy, el pop de Warhol y la Factory, haber sido joven en la España yé-yé de Los Brincos...

¿Ni siquiera añora los buenos tiempos de la industria musical, ahora que nadie vive de vender discos?

¡No! Ahora la música está mejor que nunca. Leo sobre cualquier grupo y puedo escucharlo inmediatamente en Spotify. Yo nunca había visto a Bowie en un escenario hasta que existió YouTube. Yo ahora gano más que cuando estábamos en Alaska y Dinarama y vendíamos un millón de discos: doy conciertos, compongo, escribo, remezclo... Y la industria discográfica nunca me ha interesado demasiado, una cosa es que te gusten las sardinas y otra las conserveras.

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