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A Borja-Villel le queda proyecto para rato

A Borja-Villel le queda proyecto para rato

El director del Reina Sofía reconoce planes a largo plazo en Madrid y planea colaboraciones en Valencia con el IVAM y el Centro del Carmen

MIKEL LABASTIDA

Domingo, 23 de abril 2017, 23:14

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valencia. De sus años en Valencia recuerda especialmente un piso de estudiantes que compartía con compañeros en la calle Taquígrafo Martí. «Era un pisazo y pagábamos muy poco por él. Se supone que era para dos personas, pero nos metíamos veinte.», explica jocoso Manuel Borja-Villel, historiador de arte español nacido en Burriana (1957) que dirige el museo Reina Sofía desde 2008. Y, aunque ni confirma ni desmiente (como los personajes del colorín), por los planes que relata se deduce que le queda proyecto para rato en la pinacoteca madrileña.

BIOGRAFÍA

  • Trabajos anteriores

  • Tàpies Fue director de la Fundación Antoni Tàpies de Barcelona desde su inauguración, en junio de 1990, hasta julio de 1998.

  • MACBA Desde el mes de julio de 1998 hasta enero de 2008, fue director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA).

  • Otras labores

  • Textos Es autor de textos sobre arte moderno y contemporáneo.

  • Sus exposiciones En la Tàpies organizó muestras de Louise Bourgeois, Brassaï, Marcel Broodthaers, Lygia Clark, Hans Haacke y Krzysztof Wodiczko y en el MACBA de Robert Frank, Luis Gordillo, Richard Hamilton o Martha Rosler, entre otros.

De su etapa estudiantil conserva entre otras cosas su amistad con Vicente Todolí. «Éramos los dos empollones, trabajábamos en grupos y al final viendo que siempre nos tocaba hacerlo todo a nosotros unimos fuerzas», cuenta. En Valencia se licenció en Historia del Arte. Después pasó por Yale y Nueva York, entre otras ciudades, para ampliar su currículum académico. Con el exdirector de la Tate mantiene una buena relación todavía hoy. «Él me ha hablado del proyecto de Bombas Gens, y también Nuria Enguita, con quien coincidí en la Fundación Tàpies -él fue director y ella responsable de proyectos-. No conozco el edificio todavía, pero los planes que tienen para él parecen extraordinarios», avanza.

A pesar de que visita poco Valencia últimamente no pierde la conexión con la ciudad y, sobre todo, con los centros culturales que en ella habitan. «Mantenemos contactos con el IVAM y con el Centro del Carmen. Hay ideas de colaboración común con ambos, pero el ritmo es lento y los dos próximos años están cerrados. No necesariamente hablo de propuestas expositivas. Por ejemplo, con el IVAM compartimos inquietudes, a los dos centros nos interesan las mujeres pop y en Valencia hubo un grupo importante. De Pérez Pont nos interesa el trabajo a nivel capilar, menos discursivo, más de producción». Cuando se le pregunta por la trayectoria de José Miguel Cortés en el IVAM (él formó parte del comité que lo eligió como responsable) no opina. «Una vez escoges al director no somos un dios tutelar que vigila lo que hace o no, hay que dar autonomía».

Borja-Villel no encuentra problema con que en una ciudad como Valencia convivan dos museos con intereses contemporáneos. «¿Cuántos equipos de fútbol tiene? ¿Dos no? Y nadie protesta por ello. Cada ciudad se puede permitir todo aquello que tenga ganas de hacer. Ambas propuestas son compatibles y necesarias, son estructuras distintas. Otro tema es el de la sostenibilidad y lo que se puede pedir a cada una. Valencia no es París ni Londres y sería ridículo esperar cosas similares. No hay que buscar ser franquicias, sino encontrar la propia identidad y el potencial, que Valencia lo tiene como ciudad periférica y mediterránea», aclara. «Volviendo al símil del fútbol, hay que intentar animar a que la gente 'juegue al fútbol' y si es con tres pelotas mejor. A los directores de los museos se les debe exigir programas para llegar a la gente, eso sí».

A estos centros habrá que añadir la llegada a Valencia de un nuevo CaixaForum, del que el director del Reina Sofía no tiene demasiados datos. «¿Estará en el Ágora? ¿No tiene goteras?», cuestiona con bastante ironía. Y se sorprende al conocer que se construirá un cubo en el interior de la estructura de la Ciudad de las Ciencias. «Un edificio dentro de otro edificio. Qué curioso», opina. Cuando se le pregunta por Calatrava despacha rápido. «Es un fenómeno de su época, como arquitectura es muy flojo, y como estructura social vosotros sabéis más que yo...».

Bastante mejor habla de su nuevo vecino en el Prado, Miguel Falomir, también valenciano. «Es un gran historiador, lo ha demostrado, y lo va a hacer muy bien. Hemos hablado por teléfono. Todo su planteamiento me parece muy bueno y no lo digo solo porque haya dicho que no reclamará el 'Guernica'». Afirma, no obstante, que la petición que hacía Zugaza de mover el cuadro de Picasso no le intranquilizaba. «Siempre he respirado tranquilo, pero las declaraciones de Falomir normalizan muchas cosas. Lo contrario no tenía demasiado sentido, no se puede trasladar así como así y menos cuando has hecho todo un museo basado en el 'Guernica'. Además de por razones de la propia historia del arte», comenta el responsable de la pinacoteca madrileña, que considera que Falomir tiene por delante una labor compleja. «Sustituir a alguien siempre es complicado, porque haya que construir o retomar, es difícil».

El futuro

Borja-Villel ríe cuando se le pregunta por la posibilidad de que al Reina Sofía llegue pronto su sucesor. Fue elegido el 22 de diciembre de 2007. En 2012 el Ministerio de Cultura le renovó por otros cinco años más. En diciembre de este año se cumple ese ciclo. ¿Continuará? «Partido a partido, me queda mucho por hacer. Uno nunca sabe cuándo es el momento exacto, pero de las dos instituciones anteriores me fui voluntariamente cuando creí que había acabado mi labor. Creo que no me equivoqué», explica. «En el Reina Sofía queda acabar la colección, lo vamos a hacer con exposiciones temporales, queremos llegar hasta nuestros días. Hay además un proyecto para desarrollar la planta cero del edificio y Fomento nos va a ayudar a llevarlo a cabo. Hemos de ampliar la colección cronológicamente y a nivel espacial, combinar el microrrelato con el macro, las grandes líneas con los casos de estudio, a Rothko con Hitchcock...».

Se muestra entusiasmado mirando hacia el futuro. Cualquiera diría que lleva casi diez años en Madrid. Las cuentas pendientes en el Reina Sofía se le acumulan. «Hay una cosa que no está en el museo y es la ciudad y la arquitectura. Tú no puedes entender a Picasso sin el pabellón de Sert. Luego, en lo concerniente a la parte de centro de estudios, hay que pensar en el sur de Europa, en Latinoamérica y en Oriente Medio. Por último, debemos modernizar la estructura organizativa del museo, que es un poco arcaica». Y para hacer todo eso le quedarían poco más de siete meses. «No creo me de tiempo, a no ser que me diese mucha prisa». A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Siente el Reina Sofía como su casa y le dedica horas y pasión sin despistar ningún aspecto: desde las principales líneas expositivas («siempre me he dirigido a las grandes minorías que componen la sociedad») hasta otros asuntos, como la cafetería o incluso la tienda. «Todo es museo, todo debe estar integrado». Y no se puede olvidar su labor de búsqueda de patrocinadores y mecenas. A este último grupo ha incorporado recientemente -según confiesa orgulloso- al empresario de Xàtiva Vicente Quilis, que es dueño de la colección Inelcom de Arte Contemporáneo.

Valencianos en Madrid

Sobre la concurrencia de nombres valencianos ocupando puestos de responsabilidad en las pinacotecas madrileñas añade dos nombres más, con cargos relevantes en su museo, Charo Peiró y Teresa Velázquez, encargadas de Colecciones y Exposiciones. «Cualquiera de las dos podrían estar dirigiendo una institución, es un lujo contar con ellas en el Reina Sofía. En algún momento algo se debió de hacer bien con la educación en Valencia para que haya tanta gente dirigiendo instituciones de arte», apunta.

Imposible no hablar del Guernica en su 80 aniversario y cuando las colas se repiten cada día en el patio del Edificio Nouvel a propósito de la nueva exposición de la que el cuadro es protagonista. «Un artista dijo que el Guernica era un ángel guardián, que estar bajo su sombra permitía hacer cosas que en otros museos no se puede. Ayuda mucho, pero como también lo hace tener en la colección fondos de Miró, Juan Gris o Dalí. Permite, por ejemplo, organizar además muestras más minoritarias como la de Ulises Carrión, que presentamos el año pasado. Esto demuestra que se pueden combinar propuestas populares y otras de tesis», argumenta. Se encuentra a gusto Borja-Villel a la sombra del Guernica, un cuadro que asegura no hace sombra a ningún otro.

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