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Miguel Falomir. :: efe
Miguel Falomir, el visitante cotidiano que acabó dirigiendo el Prado
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Miguel Falomir, el visitante cotidiano que acabó dirigiendo el Prado

Miguel Falomir, futuro director del Museo del Prado, era un estudiante brillante y de carácter abierto que se convirtió en experto en pintura italiana y su prestigio le ha catapultado al trono del centro de arte

CARMEN VELASCO

Viernes, 24 de febrero 2017, 00:12

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«¿De Valencia? ¿No será hijo de Felipe Garín?», preguntaron algunos trabajadores del Museo del Prado la primera vez que Miguel Falomir (Valencia, 1966) recaló en la pinacoteca nacional. De eso hace más de 20 años, dos décadas en las que abandonó la ciudad natal para labrarse una vida fuera. Al trono del arte clásico, el catedrático de Historia del Arte se acercó en numerosas ocasiones, como curioso, como estudiante, como visitante... Atraído por las obras de Tiziano, Bassamo, Tintoreto y Rafael, conoce las salas, la colección y el personal del Prado como la palma de su mano.

Ha ido conquistando poco a poco cotas de poder desde que fuera nombrado Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa (hasta 1700) del Prado en 1997. En unos días será nombrado oficialmente director de la pinacoteca nacional y se convertirá en el tercer valenciano en conquistar la atalaya del arte tras el pintor Antonio Gisbert (Alcoi, 1834 - París, 1901) y el historiador y museógrafo Felipe Garín (Valencia, 1943).

Su ascenso profesional pausado y sin sobresaltos tiene una fórmula infalible: talante mediterráneo y mente analítica. El sustituto de Miguel Zugaza aúna «carácter abierto y cercano» con «rigurosidad laboral y profundos conocimientos». El entrecomillado pertenece a Felipe Garín y Tomás Llorens, ambos conocen personalmente a Falomir. «Es el historiador español con más prestigio en este momento», asegura el que fuera director del IVAM de Valencia y del Reina Sofía de Madrid.

El exdirector del Consorcio de Museos enfatiza el criterio analítico y la curiosidad ilimitada del futuro responsable del Prado. «Recuerdo una de sus primeras investigaciones sobre los artistas de la Valencia medieval. Se interesó por las entretelas del arte, es decir, por cuánto cobraban los pintores de la época por sus encargos», explica Garín, quien destaca la formación exquisita, tanto en la Universitat de Valencia (donde tiene plaza como profesor) como en el extranjero. Fue un estudiante brillante, algo que demuestra el premio extraordinario de fin de carrera de 1989 y la beca Fulbright posdoctoral en el Institute of Fine Arts de la Universidad de Nueva York 1994-1995.

Está lejos y cerca de Valencia. Lejos porque nunca ha ocupado cargo como gestor cultural más allá de su labor en la UV, también fue profesor de Visual Arts de la National Gallery of Art de Washington y es miembro del Comitato Scientifico de la Fondazione Tiziano en Pieve di Cadore (Italia). Cerca porque mantiene familia en la ciudad donde nació, se mantiene al tanto de cuanto sucede «en el panorama artístico de la Comunitat», apostilla Llorens, y está vinculado al Bellas Artes. Desde finales de 2015 se incorporó como vocal al Patronato de la pinacoteca valenciana a propuesta del director. «Cuando se le invitó a ser miembro del órgano rector se mostró encantado de colaborar», recuerda José Ignacio Casar Pinazo.

«Viene a Valencia menos de lo que él desearía. Madrid absorbe mucho», sostiene Garín, quien recuerda que el padre de Falomir no estaba vinculado con el mundo del arte sino con el Derecho. «Conoce la colección del Bellas Artes y se muestra receptivo a la hora de mejorar la situación del museo valenciano», añade Casar Pinazo, quien considera que un valenciano en el Prado «puede ser un aliado perfecto para la pinacoteca valenciana». Dependerá de la voluntad de Falomir continuar como miembro del patronato del Bellas Artes al asumir la dirección del Prado. Como director adjunto de Conservación e Investigación de la pinactoeca, colaboró en el centenario de la muerte de Ignacio Pinazo, efeméride para la cual la pinacoteca nacional prestó varias obras del artista de Godella.

«Le he llamado para darle la enhorabuena. Está contento pero es conciente de la responsabilidad de su cargo», apunta Garín, quien considera que Falomir «es el perfil adecuado para el Prado. Es un hombre de la casa».

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