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El Círculo de Bellas Artes, en coma

El Círculo de Bellas Artes, en coma

La entidad, que alivió en julio su deuda al vender su palacete, se mudó al Centro del Carmen pero no pudo continuar allí y busca ahora un espacio privado para alquilarlo

NOELIA CAMACHO

Domingo, 4 de diciembre 2016, 20:59

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El Círculo de Bellas Artes de Valencia sigue buscando su cuadratura. Se debate entre el renacimiento o la desaparición definitiva. Como un enfermo en coma, vive con la esperanza de ser reanimado. Sus responsables lo están intentando, aunque los bandazos vividos en los últimos doce meses le impiden volver a conectarse con la vida cultural de la ciudad. Todo ello pese a que la nueva junta directiva, que celebra un año en el cargo este mes, ha intentado encontrar la medicina que salve la entidad en numerosas ocasiones. Fue en diciembre de 2015 cuando el artista Gerardo Stübing y compañeros como Nassio Bayarri se atrevieron a capitanear una centenaria institución, fundada en 1893, tras unos años a medio camino entre el ostracismo y los problemas económicos. Una deuda millonaria de varios millones de euros, surgida tras la compra del palacete de la calle Cadirers en 2003, ahogaba y amenazaba su continuidad. El actual presidente, que sustituyó en el cargo a José Antonio Sienra, se marcó dos objetivos primordiales: vender el inmueble para saldar las deudas y volver a conectarse con la vida cultural de la ciudad.

Ha pasado algo menos de un año. Reuniones con las administraciones públicas, ofertas -algunas muy jugosas- para adquirir la sede que nunca se materializaron, exposiciones organizados... todo ha sido poco para la viabilidad del Círculo de Bellas Artes. Su futuro, pese a los innumerables esfuerzos, parece poco claro. El punto de inflexión o quizás el balón de oxígeno que necesitaba la institución centenaria para respirar con algo más de tranquilidad fue la venta de su sede el pasado julio. Un dolor de cabeza, el más importante, que les liberaba de la deuda con Bankia y que, en palabras de Stübing, les permitía sobrevivir gracias a un 'colchón' económico.

Pero desde la institución, se albergaba otra esperanza: el respaldo por parte de las Administraciones públicas valencianas. Durante este tiempo, ha habido reuniones, llamadas y compromisos. Cumplidos a medias si se tiene en cuenta que el Círculo afronta 2017 sin sede y sin ese apoyo institucional al que aferrarse. Una nueva oportunidad se presentó con la cesión de un espacio en el Centro del Carmen en el que celebrar los encuentros del ente una vez su millonaria sede fue vendida al Grupo de Idiomas Enforex-Don Quijote. No obstante, y según ha podido saber LAS PROVINCIAS, la entidad tuvo que abandonar el museo por cuestiones burocráticas. Sólo celebró una junta, la del pasado 14 de septiembre. Después, han vuelto a estar huérfanos de espacio. La razón, según fuentes cercanas a la institución, es que la sala prestada para que reanudaran su actividad no cumplía con los requisitos de accesibilidad necesarios para que allí se sucedieran reuniones y actos. La falta de adecuación de esa zona, en la que se ubicaba la antigua escuela de artes y oficios, hizo que el acuerdo alcanzado con Cultura se resquebrajara. Y no hubo otra opción. Los asociados del Círculo de Bellas Artes no tenían alternativa a este problema que imposibilitaba su estancia en el Carmen.

La solución ha sido, aunque no está del todo cerrada, la de buscar un local privado. Lo cierto es que desde la entidad se asegura que están a punto de alquilar un céntrico espacio en la ciudad. Insisten en que, sin la losa de las deudas, con las cuotas de los abonados pueden hacer frente a los gastos. Aunque califican esta idea como un paso de transición antes de alcanzar el acuerdo o con la Generalitat o con el Ayuntamiento para que les cedan un bajo o inmueble.

La confianza en las Administraciones públicas parece que, aún, no se ha desvanecido. El Círculo, como lleva haciendo un año, está intentando salvarse, y lo está haciendo, como viene siendo habitual, por su cuenta. Porque, aunque desde el Círculo se intentó cumplir con las exigencias tanto del Consistorio como de la Generalitat, en las que se le reclamaba hechos concretos que evidenciaran su intención de volver a conectarse con el mundo de la cultura. La junta directiva se volcó en renovar desde su página web a buscar patrocinadores privados, organizar actividades como doce horas ininterrumpidas de pintura con modelo en la sede, entregar la medalla de su institución al pintor Joaquín Michavila, a abrirse a los artistas más jóvenes y, finalmente, a volver a presentar exposiciones. Fue en marzo cuando el Círculo recuperó su actividad expositiva gracias a la muestra 'Retrat versus retrat', una exhibición que aunaba pinturas de Ignacio Pinazo, Manuel Benedito o de Bartolomé Mongrel, entre otros, y que, a su vez, dialogaban con las fotografías de Ángeles Marco, Maribel Domènech y Patricia Betancourt. La tradición se abrazaba a la modernidad como metáfora de la hoja de ruta que pretendía seguir la entidad de cara al futuro. Un guiño a ese 'ultimátum' para recibir un apoyo que no llega.

De nada han servido tampoco que otros estamentos públicos hayan clamado contra la asfixiantes situación del Círculo de Bellas Artes. Un ejemplo claro fueron las reclamaciones realizadas desde el Consell Valencià de Cultura (CVC) en enero de este mismo año. El presidente del CVC, Santiago Grisolía realizó una declaración pública en la que exigía a los poderes públicos y a la sociedad «sensibilidad y esfuerzo ante la situación próxima al colapso» en la que se encontraba el organismo. Alertaba, además, de las «secuencias irreversibles» para el patrimonio cultural de Valencia y la Comunitat». El presidente del ente subrayó que el Círculo de Bellas Artes era «una entidad con más de 120 años de antigüedad y una brillante trayectoria en la vida artística y cultural de la ciudad». Y concluyó en que «esta institución, fundada en 1893, tiene un rico patrimonio artístico que constituye su esencia y ha sido presidida, entre otros, por personajes ilustres como el literato Luis Doménech o el pintor Joaquín Agrasot, e impulsada por Joaquín Sorolla, Luis Martí, Tuset o Felipe María Garín Ortiz entre otras importantes personalidades de la cultura valenciana, y pasaron por ella personajes como el mismo Sorolla, Pinazo, Agrasot, Benedito, Muñoz Degrain, Mongrell, Capuz, Ricardo Verde, Lozano, Porcar, Ricardo Boix, Esteve Edo, Nassio y un largo etcétera difícil de enumerar».

Los fondos, en un almacén

Desde el CVC también se puso de relieve el extenso patrimonio artístico de la entidad. Obras de Joaquín Sorolla, Mariano Benlliure, Ignacio Pinazo, Benedito o Pons Arnau, entre grandes artistas de los siglos XIX y XX, son propiedad del Círculo de Bellas Artes. En la actualidad, y tras abandonar el majestuosos palacete que ocuparon hasta julio, se custodian en un almacén bajo importantes medidas de conservación y seguridad. Es una baza muy jugosa con la que juega el Círculo para reivindicar su presencia en la vida cultural de la ciudad. Es más, y ante el miedo a que los fondos fueran embargados por la deuda que asfixiaba a la institución antes de vender su sede, Stübing y su directiva plantearon la posibilidad de que la Conselleria de Cultura declarara Bien de Interés Cultural (BIC) a un conjunto de piezas de incalculable valor.

Esa carta no les ha garantizado el respaldo público. El número de socios ronda los 200. Se mantienen los justos para sufragar los gastos derivados del día a día. Pero apenas se ha atraído a los artistas jóvenes. Esa es una asignatura pendiente.

Ahora, sin sede, también se ha limitado esa flamante actividad cultural que comenzó a arrancar a principios de año. Su página web no tiene agenda para los próximos meses. Ni siquiera hay noticia de las tradicionales subastas, navideñas o no, que el Círculo ha desarrollado a lo largo de su historia y que, en los últimos tiempos cobraron mayor relevancia ya que servían para oxigenar las dañadas cuentas de la entidad. La última referencia en su web es la celebración del Ciclo Amadeus para jóvenes pianistas valencianos el pasado 30 de junio. De cara al futuro, nada a la vista.

Son tiempos de incertidumbre para el Círculo de Bellas Artes de Valencia. Tras doce meses de incertidumbre, resistencia e insistencia en los que, al menos, la entidad no ha dejado de pelear, pero su futuro incierto, la falta de sede y la ausencia de esa tan ansiada ayuda pública limitan su supervivencia. Esperemos que supere ese come cultural que lo tiene sumido en un ostracismo del que debe salir. Valencia y el Círculo de Bellas Artes lo merecen.

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