Secciones
Servicios
Destacamos
B. Rodríguez / c. Velasco
Viernes, 9 de diciembre 2016, 17:11
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Los ilustres en vida son materia prima para la ficción, algo de lo que dan muestra los biopics del cine y la televisión. De grandes trayectorias están hechas también las viñetas. Así lo demuestra Colección científicos, que dibuja Jordi Bayarri, compuesta hasta la fecha por cinco entregas: Galileo, Darwin, Ramón y Cajal, Marie Curie y Newton. El sexto personaje verá la luz este mes. «Aristóteles. El deseo de saber ya está en la imprenta y espero poder llevarlo al salón del cómic de Zaragoza en un par de semanas», explica el ilustrador valenciano.
Después de cinco entregas, ¿cuesta elegir al protagonista? «Sí, la verdad es que cuesta un poco. Pero no porque no haya donde elegir sino precisamente porque hay tantos personajes interesantes y relevantes en la Historia de la Ciencia que es difícil centrarse en uno u otro», explica Bayarri.
Aristóteles se convierte en la sexta entrega de Colección científicos gracias al micromecenazgo. La aportación de 340 personas sufragan los 5.500 euros que permiten que la idea se vuelque en cómic.
¿Por qué fijarse ahora en el filósofo griego? «Aristóteles fue durante muchos años (hasta bien entrado el siglo XV prácticamente) el referente en todo lo relativo a conocimiento científico. Sus escritos se enseñaban en las universidades y su pensamiento y estudios marcaron el devenir de la ciencia en toda Europa. En cierto modo, Aristóteles fue el comienzo de todo y por eso decidimos que debía incluirse en nuestra colección», argumenta.
Las viñetas se reivindican como el arte para reseñar los logros de los científicos, pero también para recordar episodios de literatos. Ya está en las librerías Lorca. Un poeta en Nueva York, la obra del alicantino Carles Esquembre (1985) donde recupera ese año crucial para la vida del poeta granadino en el que el Harlem o Wall Street de los años 20 se convirtieron en verso.
Huyendo de la ruptura sentimental con el escultor Emilio Aladrén, sufriendo el rechazo de sus amigos Dalí y Buñuel y acusado de ser un poeta popular tras la publicación de su Romancero Gitano, así llegó en 1929 García Lorca a Nueva York, un viaje que aunque tenía como objetivo que aprendiera inglés, dio como resultado el poemario más dramático y definitivo del granadino.
Pero Esquembre no quiso «caer en la trampa» de reproducir estos poemas en viñetas, sino que acudió al epistolario de Andrew A. Anderson, así como a los textos de Ian Gibson, entre otros autores, para reconstruir en sus viñetas esta etapa llena de algunos de los pasos más importantes que García Lorca dio entre 1929 a 1930 en este país: «La idea era contextualizar y poner en ambiente las cosas que le pasan a Lorca en Nueva York», explicó Esquembre en una entrevista a Efe.
En el cómic, Esquembre hace un juego victorioso entre las escenas costumbristas del día a día de Lorca en la Universidad de Columbia o en las calles neoyorquinas y las escenas surrealistas que también vivió. Escenas que contienen implícitamente poemas como El rey de Harlem o La aurora de Nueva York y que para el autor del cómic han sido «muy agradecidas de dibujar» ya que las palabras del poeta granadino, así como las metáforas sinestésicas que usaba García Lorca son «muy visuales». «Hay mucha ilustración vectorial, con mucho de lo que se llama fotografía quemada, pero todo está dibujado. Y era muy importante hacerlo en blanco y negro», concluye.
El despertar freudiano
Histeria es una novela gráfica que cuenta los primeros pasos en la carrera de Sigmund Freud, los errores y sus frustraciones, elementos todos ellos que le llevarían a la fundación de una nueva y revolucionaria terapia clínica: el psicoanálisis. Combinando perfectamente el texto y las ilustraciones, el libro abarca desde sus incursiones en el campo de la investigación neurológica hasta su vida en Viena, donde se instaló para ejercer como terapeuta. Richard Appignanesi y Óscar Zárate profundizan en las primeras experiencias clínicas del psicoanalista, en sus estudios junto a Charcot en La Salpêtrière -el punto de inflexión crucial en su carrera- y en su interés por el trabajo de su amigo y compañero Joseph Breuer para presentar a los personajes y las historias que promovieron el nacimiento del psicoanálisis.
Por un lado, Charcot separa los casos de epilepsia de los casos de histeria y Freud comienza a preguntarse si la histeria tenía que ver con la sexualidad y a pensar que sus síntomas no son sino representaciones simbólicas de memorias traumáticas muy a menudo de naturaleza sexual. Por otro lado, y basándose en los casos clínicos de Anna O., Fräulein Elisabeth von R. y otras mujeres, Freud y sus contemporáneos desarrollaron unas ideas que transformarían para siempre el panorama intelectual de Occidente. De manera que Histeria no sólo cuenta los principios: esta magistral guía visual, con prólogo de Deborah Levy, aproxima al lector a los extraños y fascinantes personajes que abundan en Estudios sobre la histeria, el texto fundador del psicoanálisis escrito por Freud y Breuer y publicado en 1896.
Esos estudios fueron el primer paso para desarrollar su famosa teoría del psicoanálisis. Freud entiende que el paciente, con todas sus dificultades, es el único que puede guiarle para descubrir los síntomas neuróticos que están en su inconsciente. El paciente puede decir cualquier cosa que pase por su mente, con total libertad, sin censura o presión. Es lo que Freud llamará «la técnica de la libre asociación», una técnica nueva y revolucionaria para el momento que le permitirá investigar los eventos traumáticos del paciente.
En el libro también se cuentan sus experimentos con la hipnosis y con la cocaína, en los que fue pionero. Ciertos trastornos mentales solo pueden venir del daño en alguna parte del cerebro y en esos casos puede necesitarse algún tipo de droga. Sin embargo, los trastornos mentales de carácter psicológico, como la memoria, pensamientos, deseos, ideales, creencias y todo el material que está dentro de lo que nosotros llamamos la mente, sería mejor solucionarlos «mediante una comprensión de los problemas reales a través de algún tipo de terapia psicológica», opina Zárate.
Óscar Zárate destaca el impacto de las teorías de Freud: «El aporte psicoanalítico freudiano es inmenso en nuestra cultura occidental. Muchos de sus conceptos como el complejo de Edipo, la libido, las etapas sexuales, el lenguaje de los sueños, personalidades anales u orales, ego- id-superego, represión y el inconsciente son moneda corriente de la gente en sus conversaciones».
«Es muy difícil -comenta el dibujante en una entrevista con Jesús Jiménez- entender nuestro mundo moderno si no leemos a Darwin y su teoría de la Evolución, o a Karl Marx y Einstein. Freud está en esa liga de pensadores que han afectado, a veces de forma dramática, a la manera de pensar sobre la cultura humana. E incluso alteraron sus parámetros». Al dibujante le interesa mucho el psicoanálisis: «Es un marco de referencia para entendr ciertos mecanismos inconscientes para relacionarme conmigo mismo y con el exterior». El libro cuenta con un prólogo de la escritora Deborah Levi (Nadando a casa) quién asegura que la histeria es el grito de rebeldía del cuerpo. «Me gusta mucho lo que dice: la histeria es el grito desaforado que no puede ser articulado», señala Zárate.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.