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Uno de los dibujos de la exposición. :: efe
El Capitán Trueno, el héroe total

El Capitán Trueno, el héroe total

La muestra reivindica el personaje, creado por Víctor Mora y el valenciano Ambrós, como hito literario y artístico que acabó convertido en leyenda

ÁLVARO SOTO

Martes, 11 de octubre 2016, 00:31

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El Capitán Trueno fue el gran héroe de los niños durante más de dos décadas, desde mediados de los 50 hasta los 70, pero el tiempo lo acabó convirtiendo en una leyenda llena de subtextos: fue un vehículo de entretenimiento y formación y, sobre todo, el portador de los anhelos de varias generaciones de españoles. Todo ello hace del personaje nacido de la imaginación de Víctor Mora «el producto narrativo más importante de España entre 1939 y 1960», como cree el director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, Juan Barja, y como intenta demostrar la exposición que esta institución inauguró ayer.

'El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe' recoge un centenar de dibujos (viñetas, cuadernillos, material autógrafo) y ediciones completas originales para ofrecer al visitante una relectura del cómic que la editorial Bruguera encargó por primera en 1956 (la colección cumple 60 años) a Mora y al valenciano Miguel Ambrosio Zaragoza 'Ambrós', que empezó a despacharse a 1,25 pesetas y que en su apogeo llegó a vender 350.000 ejemplares a la semana. La muestra explora las referencias literarias de las que bebe el guionista Víctor Mora, de manera que se desvelan influencias como las sagas nórdicas, 'Las mil y una noches', 'El príncipe Valiente', 'Ivanhoe', los libros de Julio Verne, el Moby Dick de Herman Melville, el Gulliver de Jonathan Swift, 'El corazón de las tinieblas', de Joseph Conrad, o los viajes de Cristóbal Colón y Marco Polo. «El Capitán Trueno tiene una enorme fuerza narrativa porque es capaz de dialogar con estos clásicos», explica Patxi Lanceros, comisario de la exposición.

Una ventana al mundo

«Las viñetas del Capitán Trueno fueron una ventana al mundo y los niños de aquella época, como dicen en 'Blade Runner', vimos cosas que no creeríais a través de los ojos del capitán, de Sigrid, de Goliath y de Crispín», agrega Juan Barja. Y es que resulta necesario ponerse en la piel de los mocosos de 1956, cuando no existía la tele, ni por supuesto, internet, y las posibilidades de acceso a la información eran muy limitadas. «Para muchos niños, las aventuras del Capitán Trueno fueron su primera aproximación a imperios extraños, a arquitecturas de ensueño y a inventos extraordinarios como los submarinos o los robots», cuenta Lanceros.

El valor de los cómics de Víctor Mora aumenta aun más cuando se descubre que el Capitán Trueno fue una de las primeras voces críticas contra el franquismo en la España de los 60. Para muestra, la viñeta en la que habla de «guerra y represión», en 1962, apenas 20 años después del final de la Guerra Civil. O el hecho de que en sus aventuras hubiera moros buenos y cruzados malos. O el aire fresco del amor libre y sin ataduras formales entre el Capitán Trueno y Sigrid en un momento en que la única manera de estar en pareja era el matrimonio entre un hombre y una mujer. «La censura llamaba a Víctor Mora todos los meses para que casara al capitán y a Sigrid». «Pero si les caso, ¿de qué voy a vivir?», respondía Mora, según recuerda Barja.

El Capitán Trueno se alza sobre unos valores que no eran, precisamente, los dominantes en el franquismo, como la justicia o la lucha contra toda forma de abuso. Pero además, como artefacto cultural, sus características son propias, diferentes a sus contemporáneos de Marvel y DC, que eran sobre todo el Capitán América y Superman.

«Víctor Mora no quería que fuera un héroe solitario, como los norteamericanos, que respondían al perfil de 'llaneros solitarios' y encajaban mejor con la cultura individualista protestante. El Capitán Trueno crea un grupo con Sigrid, Goliath y Crispín, y entre todos ellos se reparten la responsabilidad», asevera Lanceros. Cada uno de los secundarios tiene su personalidad: Goliath es el maduro forzudo y Crispín, la promesa de caballero. Y qué decir de Sigrid, la eterna novia del héroe, sensual y valiente, «trasunto de las suecas que empezaban a llegar y sueño inalcanzable para los españoles de la época», suspira Patxi Lanceros.

La exposición, que cuenta con el apoyo de Acción Cultural Española, estará en el Círculo de Bellas Artes de Madrid hasta el 29 de enero del próximo año, pero los organizadores tienen la intención de llevarla a otras ciudades españolas.

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