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Mariscal evoca 'el verano' en Ibiza.
Mariscal y el verano de su vida

Mariscal y el verano de su vida

El artista valenciano expone trabajos autobiográficos e inéditos que espera materializar en una película de animación y en un cómic

PPLL

Sábado, 24 de septiembre 2016, 22:25

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«Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano/ en las costas de Grecia?/ ¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?». Son versos de 'Aquel verano de mi juventud', de Francisco Brines. En estas palabras elegiacas y tristes a la vez del gran poeta valenciano alcanza una especial intensidad la evocación «del único verano de mi vida». Sí, el único. Aquel verano irrepetible que se incrusta en nuestra memoria y reaparece muchas veces en sueños -quizá para martirizarnos- con esos días de plenitud cada vez más lejanos. Javier Mariscal, uno de los grandes dibujantes españoles de las últimas décadas, recuerda en su exposición 'Apuntes. Boceto de una peli de Garriris' un feliz viaje en barco hacia la isla de Formentera, al principio de los setenta -él tendría poco más de veinte años-, en busca del amor, el sexo, los porros y ácidos y el rock and roll. La muestra -con más de 150 trabajos- se podrá ver hasta el 29 de octubre en la joven galería Pepita Lumier (enhorabuena por el nombre).

Los títulos de las obras son bien explícitos, incluso de pueden calificar de narrativos: '¿Ti piace il mare?', 'Subiendo al barco', 'Platja Es Vedrà', 'Fumando porros', 'Oh l'amour', 'Lola sueña', 'El 850 coupé', 'Mal tripi', 'September'. Es un material inédito de bocetos (prints sobre papel arte, firmados por el autor, algunos originales e impresiones especiales) que, a modo de guion en su primera fase, Mariscal espera convertir en una película de animación y en un cómic. Mariscal, el mayor Peter Pan del país -probablemente de Europa- vuelve a resurgir tras sus problemas laborales de los últimos tiempos. Javier, como Molly Brown, siempre a flote. El Titánic de la crisis no va a poder con él.

Hay muchos puntos rojos en la exposición. La obra gráfica se vende por 95 euros, y los originales por 200 euros. Son precios al alcance de casi todos los bolsillos. Esa es la filosofía fundacional de Pepita Lumier. «Hemos planteado así nuestro proyecto, ofrecer arte asequible para todo el mundo», afirma Cristina Chumillas, directora artística de la galería. Es una manera sensata y agradable de fomentar el inicio del coleccionismo de arte, un 'veneno tonificante' que pone a prueba nuestro buen gusto y en el que lamentamos los errores cometidos y nos enorgullecemos de haber tenido buen ojo cuando casi nadie compartía nuestras preferencias.

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