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Tumbas. 'Les tombeaux', pieza del Museo Reina Sofía, es la primera instalación con la que se topará el público de la exposición. :: pablo mammana
Un galardón para internacionalizar el IVAM

Un galardón para internacionalizar el IVAM

El museo renovará el premio Julio González y lo dotará de cuantía económica

CARMEN VELASCO

Lunes, 27 de junio 2016, 21:14

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El premio Julio González se instituyó en el año 2000. Nació como un galardón en virtud del cual la Generalitat distingue a aquellas personalidades que han destacado por su calidad artística a nivel internacional. El galardón tiene una frecuencia anual, tal y como se recoge en el decreto 166/2000. Son «el presidente del IVAM y su gerente», según la normativa, quienes proponen el nombre del artista a reconocer.

El galardonado se da a conocer tradicionalmente en el ultimo trimestre del año a través del Diario Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV), al curso siguiente el premiado visita Valencia para recibir la estatuilla 'Mujer con ánfora II', un reproducción de una pieza del escultor catalán, e inaugurar una exposición con su obra en el IVAM. Este procedimiento se ha mantenido en la mayoría de las ediciones del premio, salvo alguna excepción causada por problemas de agenda del artista agraciado. El distinguido de la última edición fue Christian Boltanski (París, 1944), quien el pasado marzo recibió el galardón y cuya exposición se inaugura el próximo 5 de julio. En años anteriores han recibido este premio Georg Baselitz, Cy Twombly, Eduardo Chillida, Anish Kapoor, Markus Lüpertz, Robert Rauschenberg, Anthony Caro, Miquel Navarro, Pierre Soulages, Frank Stella, Robert Morris y Bernar Venet, entre otros creadores.

El IVAM quiere modificar el galardón. Actualizarlo, repensarlo. El planteamiento nuevo pasa por conceder una dotación económica y por que un jurado internacional otorgue el premio. Hasta ahora las propuestas de los distinguidos se debatían entre tres: el responsable del museo valenciano; Tomás Llorens, impulsor y primer director del IVAM, y Philippe Grimminger, heredero de Julio González. Con la renovación de la distinción, se pretende que el jurado esté integrado por personalidades de reconocido prestigio y no necesariamente vinculadas con el IVAM, pero sí con el arte contemporáneo.

El Julio González, a diferencia de otros prestigiosos galardones, no tiene dotación económica. En el nuevo planteamiento, se quiere dotarlo de cuantía pero para que ésta revierta posteriormente en una exposición en el museo valenciano. Algo similar sucede con el premio Marcel Duchamp, que concede la Asociación para la Difusión Internacional del Arte Francés desde el año 2000. Este galardón incluye 30.000 euros que el artista distinguido destina a la creación de una obra que se exhibe en el Centro Pompidou de París.

También el afamado premio Turner, que concede anualmente la Tate Britain, supone una aportación económica de 25.000 libras (alrededor de 32.000 euros).

No está previsto que el Julio González supere las cuantías de ambos reconocimientos vinculados a las artes plásticas. Cultura avala la iniciativa de actualizar el galardón propuesto por el IVAM, que probablemente se hará efectivo a partir de 2017.

Mientras se reposiciona el premio Julio González el IVAM no pierde el tiempo y da los últimos retoques a la última exposición que configurará su oferta estival: el homenaje a Christian Boltanski. LAS PROVINCIAS ha visitado el montaje de la muestra. Es un proyecto oscuro, claustrofóbico e impactante alrededor de los temas frecuentes en Boltanski, como la muerte, el paso del tiempo, la ausencia y la presencia, la memoria colectiva y la caducidad de la vida.

La exposición, que se ubicará en la sala Miquel Navarro hasta el 6 de noviembre, condensa en siete instalaciones, creadas desde 1989 hasta la actualidad, las cuestiones más representativas de la trayectoria del creador. Dos de las piezas, 'La traversée de la vie' (2015) y 'Départ-Arrivée' (2015), que proceden del estudio del artista en París, nunca se han visto en España. 'Les tombeaux' (1996) es prestada por el Museo Reina Sofía de Madrid, 'Archives de l'année 1987 du journal El caso' (1987) procede de la Caixa, 'Reliquarie' (1990) es una cesión del Centro de Arte Dos de Mayo de Madrid y de las dos piezas de 'La réserve des suisses morts' (1991), una forma parte de los fondos del IVAM y la otra del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA).

La selección de piezas ha sido una decisión del autor, a quien se le consulta cualquier decisión del montaje. Boltanski quería, en un primer momento, que el visitante recorriera el interior de 'La réserve des suisses morts', compuesta por 2.598 cajas metálicas, pero el espacio de la galería le ha obligado a cambiar de opinión. Así, el visitante se topa cara a cara con los muertos. En cada recipiente, que tiene reminiscencias tanto a la caja donde los niños esconden sus tesoros y también a las urnas funerarias, figura una imagen en blanco y negro de una persona de nacionalidad suiza fallecida. Boltanski fue recopilando diariamente fotografías que encontraba en la sección de necrológicas de un periódico suizo. El artista pidió que la torre más alta de esta instalación tuviera 25 cajas metálicas, un detalle que indica cuán implicado está en la muestra.

'La réserve des suisses morts' se asocia con uno de los temas recurrentes del artista: el Holocausto. Boltanski, cuya obra está presente en los museos más importantes del mundo, elige como 'víctimas' a seres anónimos y ciudadanos de Suiza, un país que se ha mantenido neutral en los conflictos bélicos. Se decanta por judíos de la misma forma que el nazismo optó por los judíos. El padre de Boltanski, judío, se pasó dos años escondido bajo la tierra de su casa para ocultarse de los nazis.

Durante el montaje de la muestra, que arrancó el 20 de junio, el director del IVAM, José Miguel G. Cortés, destaca «el carácter teatral del proyecto». La muestra, a su juicio, «apela al sentimiento y a las emociones del visitante», apunta el responsable de la exposición junto al autor. La muestra de Boltanski, cuya trayectoria artística ha estado ligada a movimientos como el pop art, minimal art o el arte povera, erizará la piel del público.

La muestra profundiza en la «evanescencia de la existencia», según Cortés, desde un punto de vista espiritual pero sin adentrarse en el terreno de la religión.

A pie de sala se encuentra María Jesús Folch, una de las conservadoras de la pinacoteca, quien destaca el juego de luces para buscar el ambiente de penumbra que exige la exposición. «En las cinco galerías de la sala se juega con la luz. Aparecen flexos o bombillas con los cables al descubierto para jugar con la intensidad de la luz. Algunas de ellas emulan las velas del interior de los templos», apunta.

La exposición se inicia con 'Les tombeaux'. Nada más entrar en la sala el visitante se encontrará con un conjunto de siete tumbas, sin lápidas, de seres sin nombre ni apellidos. Hace alusión a las víctimas sin reconocimiento, a los olvidados, a los anónimos, a los que la historia ha borrado la identidad... Boltanski acude a la recuperación de los perdidos para recordar a las personas que la hicieron posible.

La galería donde se instala 'Les tombeaux' es muy oscura. Está iluminada de forma muy tenue por decenas de bombillas que caen del techo. Con estas bombillas el artista evoca las velas que alumbran el viaje de las almas de los difuntos. En las paredes cuelgan decenas de marcos negros, de distintos formatos, que no muestran retratos ni rostros. Otra vez la alegoría a los olvidados y a los ausentes. El visitante se puede reflejar en los cristales casi negros, pero obtendrá una imagen de sí mismo oscura. El negro simboliza la muerte y la desaparición. El fin de la vida es un fundido a negro.

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