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La gran verbena del Valencia Beach Festival con Buzzcocks

La gran verbena del Valencia Beach Festival con Buzzcocks

Primera jornada para un festival que hace malabarismos para que la calidad de su cartel iguale a una discreta presencia de público. Nueva Vulcano, Buzzcocks y JC Brooks & The Uptown Sound, los protagonistas

alquimia sonora / amalia yusta

Sábado, 25 de junio 2016, 13:48

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Parece que es de locos embarcarse en un proyecto como el del Valencia Beach Festival en época estival máxime cuando la burbuja festivalera parece que se ha ido deshinchando en los últimos años. Citas míticas que caen y que no aseguran su continuidad solo con la veteranía. Arriesgarse a no contar en el cartel con la rutilancia #modo-hipster-on que asegura un amplio rebaño de fieles y un sold out con un chasquido de dedos. Ir a contracorriente y hacerlo junto al mar sin ofertar a los presentes esa beach que forma parte de su propio nombre. ¿Estamos locos o qué? Así es como Tranquilo Música y MundoSenti2 inauguraron el Veles e Vents en esta nueva faceta musical, con un festival que poco tiene que ver con los sedantes en forma de parque de atracciones con los que intentan conquistarnos año tras año.

El Veles e Vents es el último reducto del, y perdonad la expresión, meninfotisme de grandes eventos. Un espacio al que más allá de la Copa América (por cierto, ¿alguien la recuerda, con lo emocionados que parecíamos con ella) se le ha dado un uso privado y que se abre, por fin, al mar, a la gente y, en este caso, a la música. Pero más allá de eso y de las vistas que podían apreciarse desde la primera planta, el escenario y el aparente caos que reinaba en las pruebas de sonido no hacían más que recordar las verbenas populares. La falta de tiempo para ecualizar correctamente (en el caso de JC Brooks & The Upton Sound) y las tribulaciones técnicas mostraban la parte menos reluciente del evento.

Un viernes que reducía su line-up tras la cancelación (por motivos de salud) de Modelo de Respuesta Polar y que dejaba la tríada perfecta: Nueva Vulcano, Buzzcocks y JC Brooks & The Uptown Sound. Energía asegurada y aderezada a los platos por el tándem Rafa Cervera Eduardo Guillot (aka 2 Manyx Critics Djs). Pasadas las 21.00h Artur Estrada (voz, guitarra), Albert Guàrdia (batería) y Wences Aparicio (bajo) se instalaban en el escenario con los temas de Novelería, el último trabajo de Nueva Vulcano. Saben cómo hacerse con el público desde que comienzan a emprenderla con temas como Te debo un baile, Pop y espiritualidad o ese Hemos hecho cosas huracanado que rezuma cual mantra amenazador. La efectividad de sus arritmias y la recurrencia de su sonido les convierte en una de esas bandas que, pese a los años (recordemos que entre Los peces de colores y Noveltería pasaron unos 6 años), siguen sus mismos pasos. ¿Es necesario evolucionar cuando se sigue ofreciendo un producto honesto y de factura volcánica? Nop. La banda no solo no se instala en la comodidad de tener controlado su repertorio, el escenario y a los presentes, sino que además se atreve a disfrutar sobre las tablas del Veles e Vents. El Mirlo abriría el festival con esos peros que afortunadamente acabaron puliéndose (la voz de Artur Estrada muy por debajo del resto de la banda). La verdad es que muchas veces no entiendo qué quieren decir, se apresuraba en anotarnos un chico con camiseta de los Buzzcocks. Y es que héroes de la última sonrisa, Fed Astaires varios y jotas que vuelven no son fáciles de digerir pero se acompañan de la potencia rítmica que siempre han destilado los catalanes. Guiño ineludible a las 73 veces que han tocado en Valencia con su último disco y el repaso modo reprise de algunos clásicos de su repertorio serían la imprenta de los catalanes a su paso por el festival.

Comenzar desde arriba solo puede traer cosas buenas: mantener a los presentes totalmente entregados para llegar preparados para los Buzzcocks. El aliciente de esta primera jornada eran los de Manchester: gran parte del público terminaría de entrar para no perderse sus 40 años de escenario, y saldría del Veles e Vents en el momento en el que acabó Harmony in my head. Boredom abría el recorrido de básicos del punk. Necesarios, incombustibles, con el paso del tiempo más que marcado en sus cuerdas vocales pero símbolo de toda una generación. Sobrevivieron a todo lo que se podía sobrevivir. Incluso a estas celebraciones que les llevan a fusilar una y otra vez sus míticos temas. Chris Remington (bajo), Steve Diggle (guitarra), Danny Farrant (batería) y Pete Shelley (voz), más amaestrados por el paso de los años, dan cuenta de que la autenticidad también sobrevive a todas las inclemencias a las que las bandas se enfrentan. Un punk descontextualizado y lejos de aquella Inglaterra de los 70 de protesta y desbandada aunque tras amanecer con los rayos del Brexit esta mañana, quizás sea hora de volver a las barricadas de riffs desmedidos y crestas punk. Y si es con una bandera de UK en la guitarra de Steve Diggle, mejor que mejor. Estaba claro que no volverían a las canciones de su último trabajo, The Way, sino que celebrarían su trayectoria a base de certeras composiciones y ácidas letras y dejarían momentos como el del Ever fallen in love (with someone else) con los presentes entregados y casi respondiendo con su entrega a ese alguna vez te has enamorado de alguien más. La media de edad de Shelley y compañía solo puede medirse con la energía que consiguen destapar en directo. Sin respiro fueron encadenando Fast cars, Totally from the heart, I don't mind,... como si no hubiera esfuerzo en lo que estaban haciendo. Eso sí, sin dejar de mirar a los ojos al público: la complicidad de Diggle con los que estaban más cerca del escenario (y el juego de hacer que el mástil de su guitarra fuera un theremin) y la mirada asesina de Pete Shelley cuando desde el público le robaron el micro en dos ocasiones. La seducción del punk sin tapujos 40 años después.

La profunda y turbadora voz de JC Brooks volvía a Valencia e iniciaba en el Veles e Vents su tour por Europa. Viejos conocidos de la ciudad vestidos con ese elegante groove de buena familia. Bases rítmicas cristalinas y esa sexualidad desmedida que solo el funk y el soul consiguen despertar. Howl ya cuenta con 3 años, y después de fusilarlo a base de escuchas en bucle, sonaba más que contundente sobre el escenario. Pasaron de puntillas por su último trabajo, con Drive, y se instalaron en temas de discos anteriores. Junto a JC Brooks, The Uptown Sound: Kevin Marks (batería), Jeremy Tromburg (teclado), Billy Bungeroth (guitarra), Jovia Amstrong (percusión) y Theodore Berry (bajo). Una banda solvente (al fin y al cabo, ¿qué banda de rnb no lo es?) a la que suelen etiquetar como post-punk soul (ellos mismos se definen así) pero que en realidad bebe de todos los clásicos. Edge of Night sonaría, por fin, tras ese largo impás de tiempo que no solo hizo esperar a los presentes, sino a la propia formación. JC Brooks iba adentrándose cada vez más en su papel de divo de Chicago dejando a un lado las baladas a lo Sam Cooke y creciendo en teatralidad más cerca de James Brown. Heartbeat, Want more, 75 years of art sex, Alright o la versión del I am trying to break your heart de Wilco impregnadas de ese groove contagioso. Para acabar, la típica y necesaria ronda de pequeños solos de los músicos y presentaciones que subiría los beats de los presentes para ir despidiendo esta noche en el Veles e Vents.

Primera toma de contacto con el Valencia Beach Festival que continuará en unas horas con Red Buffalo (19.00h), Crudo Pimento (20.20h), Betunizer (21.50h), Chucho (23.10h), Guadalupe Plata (00.50h) y las chicas de Hits With Tits a los platos. Ada Díez y Lu Sanz (las encargadas de poner música durante la jornada del sábado), junto a Inma Gómez de Crudo Pimento y a la percusionista Jovia Amstrong, son las cuatro únicas mujeres que se incluyen en un cartel que también adolece de esa carencia de presencia femenina en su line-up. La falta de unos referentes que son necesarios, máxime si además se incluye en la oferta del festival una entrada infantil para que los pequeños puedan asistir. La visibilización de mujer sobre el escenario y, en esta ocasión, formando parte de un cartel, permite esa normalización de género que siempre reivindicamos desde estas líneas. Un falocentrismo musical que también se ha instalado en el festival y que poco hace por ayudar a esa necesaria isibilidad, no como único remedio para paliar este mal endémico (sería absurdo pensar que el incluir una cuota de mujeres en los festivales corregiría esa desviación discriminatoria), pero sí como apoyo en el proceso de empoderamiento femenino. Ahora a cruzar los dedos y a confiar en que el público valenciano puede, también, responder a propuestas no tan evidentes como este Valencia Beach Festival.

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