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Una de las obras de la 35 edición de Arco.
ARCO, el negocio apaga el afán de transgresión

ARCO, el negocio apaga el afán de transgresión

La actual edición de la feria de arte contemporáneo se abre con menos espectáculo y más fe en la recuperación del mercado

Antonio Paniagua

Jueves, 25 de febrero 2016, 00:16

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ARCO, la feria de arte contemporáneo, cumple su 35 edición y cede protagonismo a una treintena de galerías que a lo largo de estas tres décadas han contribuido a afianzar el certamen. En esta ocasión los organizadores homenajean a Juana de Aizpuru, que fundó el evento en 1982 y que acude a la cita anual con su galería, toda una referencia para los coleccionistas. Los galeristas ya no buscan tanto la transgresión y apuestan sin tapujos por hacer caja.

Este año abundan los signos de autoafirmación y las grandes palabras, que, sin embargo no logran ocultar la realidad. El certamen sigue siendo un acontecimiento de segunda. Está lejos de Basilea, Miami y otras grandes ferias internacionales. A favor de ARCO juega el hecho de que sigue siendo la puerta de entrada al mundo del arte de un público joven y entusiasta. Su punto flaco es que los grandes inversores institucionales, que eran los que sostenían el andamiaje de la feria, han desertado desde el estallido de la crisis. Y los coleccionistas que pagan en petrodólares y yuanes todavía no han sido atraídos por el evento. En un mercado en el que menudean las bienales, cuesta sobresalir. La feria de Madrid tiene el problema añadido de que está aprisionada por otras dos citas importantes, México DF y Nueva York.

Con todo, en los pabellones 7 y 9 de la institución ferial de Madrid se vive un ambiente animado y optimista. Los marchantes hablan de «recuperación» y de «fortalecimiento de la confianza». Como dice Álvaro Alcázar, el «dinero es muy cobarde». Según avanza la conversación, el lamento de los galeristas suena monótono: «en España no hay suficiente tradición coleccionista» es una frase tan repetida como una plegaria. Las grandes fortunas españolas, salvo contadas excepciones, no se distinguen por su apuesta compradora. «Tampoco el IVA ayuda mucho», dice un galerista.

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