Borrar
Urgente Supermercados abiertos este Viernes Santo en Valencia: Horarios especiales
El primer toro de la corrida, 'Bellotero', embiste al diestro José Tomás. :: Mario Guzmán / efe
José Tomás se rebela contra lo imposible

José Tomás se rebela contra lo imposible

Sólo puede cortar una oreja en el mano a mano con Joselito Adame en México

PABLO GARCÍA-MANCHA

Martes, 2 de febrero 2016, 00:09

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La segunda voltereta que le propinó el toro 'Bellotero' de Los Encinos fue brutal. Levantó al torero por los aires como un pelele y una vez en el suelo, un crepitar de puñales merodeó por el cuello de José Tomás en unos segundos incalculables en los que se dieron cita todos los malos presagios. José Tomás aúna todas las paradojas. Como si fuera un ser al que el miedo pareciera no importarle, el peso de su responsabilidad es tan gigantesco, que una vez librada la vida, se levantó del ruedo sin detenerse un segundo en sí mismo. Como si no le importara su propia supervivencia, como si su sacerdocio de torero inmemorial no tuviera otro fin, otra consecuencia, que volver a la cara del toro a terminar esa obra imposible que sólo él cree que estaba a su alcance. El peso y la responsabilidad que se autoimpone es como una estatua de granito, de cobalto ardiente a la que no le afecta la más mínima intemperie. Pero José Tomás es tan solo un hombre, un personaje que horas antes de la corrida salió a dar su paseo habitual alrededor del hotel enfundado en unos vaqueros y con gorra de beisbol y gafas de sol. Un hombre entre miles, un personaje único entre millones. José Tomás, su gorrita, un amigo y los 1,3 millones de dólares que aseguraban en el rotativo El Universal que había desembolsado la plaza México para que llenara hasta las trancas el coliseo más impresionante del mundo: más de 45.000 espectadores, la reventa a precios inaceptables y hasta dos enviados especiales de The New York Times para explicar al mundo qué pasa en México con un torero que conmueve como nadie en estos tiempos de radicalismos antitaurinos.

El diestro de Galapagar apareció a los sones de 'Cielo andaluz', el pasodoble que abre todas las corridas de Insurgentes, ataviado con un precioso terno rosa y oro, quizás en homenaje a su idolatrado 'Manolete'. Como exige por contrato desde la cornada de Aguascalientes, en la enfermería había, además del equipo habitual de la corridas de toros, un cirujano torácico, otro vascular y cuatro unidades de su tipo de sangre, una sangre también hidrocálida y mexicana. Pero el domingo en La México todo daba igual. En Tomás habitaba el hambre de gloria de siempre, con esa manera de dejarse arañar la taleguilla por los pitones. La primera faena fue puro 'tomasismo', pura acería de altos hornos para remontar un toro feble al que de manera inaudita fue convenciendo de que había nacido para embestir a él, que tiró de esos argumentos suyos insoslayables. Cercanía inaudita no para lancear por alto en muletazos de alivio. No, cercanía para sacarse la embestida por debajo de la pala del pitón, tras la cadera, llevando prendido al morlaco al aroma de su frágil muletita, casi lacia, sin apenas forro, como un paso más allá de dar todas las ventajas su oponente.

La faena de premio gordo pero logró un exiguo bagaje de una oreja pedida con suma fuerza pero protestada después tras desvanecerse la petición cuando el juez desempolvó el pañuelo. Cosas de una plaza que es una Torre de Babel taurina.

El tercero de la tarde

Los momentos del toreo más bello llegaron en el tercero. Un bellísimo ejemplar de Fernando de la Mora, entipado muy en Saltillo y con dos pitones finos desde la cepa hasta las agujas del final de sus sendos mástiles. Ahí apareció el toreo más primoroso, rítmico y desusado de José Tomás; a la verónica, con los pies juntos con esa forma de capotear tan suya, y con la muleta, en tres tandas inacabables en redondo, con varios muletazos de torería inalcanzable. Una serie al natural también resultó magnífica pero cuando quiso seguir por este palo con un cambio de mano para enlazar con la izquierda, el toro se rajó tres veces buscando tablas y tirando por el suelo buena parte de las esperanzas depositadas en la corrida. Además, el diestro se atascó con la espada y comenzaron las protestas y la incomodidad de la 'Porra de Sol' con el torero español.

El tercero de los toros de Tomás fue devuelto en un suspiro. Arreció la protesta engendrada en el mismo sitio y el juez lo devolvió con una celeridad nunca vista. El sobrero, serio por delante, también fue protestado y el recibo con el capote pasó inadvertido por el lío que se desató entre los que protestaban y los partidarios de dejar que la corrida prosiguiera su curso.

José Tomás tomó la decisión de apenas picar al toro y salió con su muleta para imponerse a su genio con doblones por bajo. Se salió de esta guisa desde el terreno de tablas hasta el centro del ruedo. Pero el toro echó el freno de mano y a pesar del empeño del torero era evidente que el esfuerzo iba a ser baldío. Así que se desató una fenomenal pitada con el consiguiente vuelco del público hacia el mexicano Joselito Adame, muy mecánico y fallón con los aceros en labores irregulares con dos buenos toros (primero y sexto) y que logró salir a hombros tras una faena de honrada entrega con el último de la corrida, un codicioso ejemplar de 'Los Encinos' que se hartó de embestir. Muchos aficionados especularon que tras este festejo será ya imposible volver a ver a José Tomás en La México, pero tratándose de este personaje, imposible no es nada. Eso sí, flotaba una gran pregunta. ¿Hará temporada este año en los ruedos europeos? Imposible no es nada.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios